El Papa clama contra las "colonizaciones ideológicas" durante la masiva beatificación de los obispos greco-católicos Francisco: "Sed testigos de libertad y de misericordia, haciendo prevalecer la fraternidad y el diálogo ante las divisiones"

Francisco beatificó a los siete obispos greco-católicos en Blaj
Francisco beatificó a los siete obispos greco-católicos en Blaj

Iuliu Hossu, Vasile Aftenie, Ioan Bălan, Valeriu Traian Frenţiu, Ioan Suciu, Tit Liviu Chinezu y Alexandru Rusu, "testigos heroicos del Evangelio y de la paz"

“Los nuevos beatos sufrieron y dieron su vida, oponiéndose a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y coartaba los derechos fundamentales de la persona humana”

"Libertad y misericordia". Estas fueron las claves de la homilía papal, en una emotiva y multitudinaria ceremonia (unas 60.000 personas), celebrada al aire libre en Sibiu, y en la que Francisco beatificó a siete obispos greco-católicos apresados, torturados y muertos durante la dictadura comunista en Rumanía. Enterrados en fosas comunes, tuvieron "una disposición al martirio sin palabras de odio hacia los que los perseguían".

No podía celebrarse la Beatificación en otro lugar que en el Campo de la Libertad de Blaj, el mismo lugar donde, en 1948, comenzó el hostigamiento contra los católicos. Así lo reseñó Francisco en su homilía, tras proclamar a los nuevos beatos: Iuliu Hossu, Vasile Aftenie, Ioan Bălan, Valeriu Traian Frenţiu, Ioan Suciu, Tit Liviu Chinezu y Alexandru Rusu, "testigos heroicos del Evangelio y de la paz", según afirmó en la lectura del decreto, a la que siguió una gran ovación por parte del mismo pueblo que sufrió, y que hoy recuerda.

Un icono y un relicario con algunos restos de los nuevos mártires pasaron a presidir la Eucaristía, entre los cánticos de los greco-católicos, mientras las campanas de la ciudad, a lo lejos, repicaban a júbilo.

Los nuevos ciegos

En su homilía, Francisco glosó la curación del ciego en la piscina de Siloé, y las críticas de los rigoristas por el hecho de que Jesús sanara en sábado. “Llegan incluso a dudar de que aquel hombre naciera ciego”, recordó el Papa.

“El ciego tenía que convivir no sólo con su ceguera sino también con la de aquellos que lo rodeaban”, porque no hay más ciego que quien no quiere ver. “Así son las resistencias y hostilidades que surgen en el corazón humano cuando, al centro, en vez de encontrar personas se ponen intereses particulares, rótulos, teorías, abstracciones e ideologías, que lo único que logran es enceguecer todo a su paso”, lamentó Francisco, quien contrapuso “la lógica del Señor”, que va al encuentro y “no se deja embaucar por discursos incapaces de priorizar y poner en el centro lo realmente importante”.

Algo similar sucedió hace más de medio siglo en estas tierras, que “conocen bien el sufrimiento de la gente cuando el peso de la ideología o de un régimen es más fuerte que la vida y se antepone como norma a la misma vida y a la fe de las personas”.

Feroz opresión, amor ejemplar

Una persecución que lleva, expresó Francisco, “hasta la expulsión y aniquilación de quien no puede defenderse y hacen callar las voces disonantes”. Refiriéndose a los nuevos beatos, el Papa apuntó cómo “ante la feroz opresión del régimen, ellos manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo”.

“Con gran valentía y fortaleza interior, aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia”, recordó, destacando la “preciosa herencia” dejada por los siete obispos: “libertad y misericordia”.

“Los nuevos beatos sufrieron y dieron su vida, oponiéndose a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y coartaba los derechos fundamentales de la persona humana”, proclamó Francisco.

“En aquel periodo triste, la vida de la comunidad católica fue sometida a una dura prueba por un régimen dictatorial y ateo: todos los obispos y muchos fieles de la Iglesia Greco-Católica y de la Iglesia Católica de rito latino fueron perseguidos y encarcelados

”, recordó, destacando la “disposición al martirio sin palabras de odio hacia los que los perseguían” de los nuevos beatos.

Un mensaje profético

Tal y como afirmó, desde la prisión, el obispo Iuliu Hossu, “Dios nos ha enviado a estas tinieblas del sufrimiento para dar el perdón y rezar por la conversión de todos”. “Esta actitud de misericordia hacia los torturadores es un mensaje profético”, reconoció Bergoglio, quien denunció cómo “también hoy reaparecen nuevas ideologías que, de forma sutil, buscan imponerse y desarraigar a nuestros pueblos de sus más ricas tradiciones culturales y religiosas”.

¿Cuáles? “Colonizaciones ideológicas que desprestigian el valor de la persona, de la vida, del matrimonio y la familia y dañan con propuestas alienantes, tan ateas como en el pasado, especialmente a nuestros jóvenes y niños dejándolos desprovistos de raíces desde donde crece; y entonces todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos”. Para el Papa, “son voces que, sembrando miedo y división, buscan cancelar y sepultar el más rico de los legados que estas tierras vieron nacer”. 

Misa en el campo de la libertad de Blaj

Frente a ello, Francisco animó al pueblo de Rumanía a “llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos y a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen”.

“Que seáis testigos de libertad y de misericordia, haciendo prevalecer la fraternidad y el diálogo ante las divisiones, incrementando la fraternidad de la sangre, que encuentra su origen en el periodo de sufrimiento en el que los cristianos, dispersos a lo largo de la historia, se han sentido cercanos y solidarios, concluyó el Papa.

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