“La cuestión palestina, por desgracia, ya no parece ser el centro de atención del mundo” Pizzaballa, desde la Gruta de Belén, clama por el "legítimo deseo de dignidad y libertad" del pueblo palestino

Pizzaballa, durante la misa del Gallo en Belén
Pizzaballa, durante la misa del Gallo en Belén

El mundo en el que nació Jesús “estaba desgarrado, dividido y era tan violento como el de hoy”

“Ser Iglesia significa dar cuerpo a ese deseo divino de misericordia, que la Navidad de Cristo hizo posible y tangible”, clamó Pizzaballa, quien pidió “mirar con el corazón y no solo con los ojos”

El patriarca volvió a mostrar “preocupación por el rumbo que está tomando la política en Israel, donde hay el riesgo de romper el ya frágil equilibrio entre las distintas comunidades religiosas y étnicas que componen nuestra sociedad”

"Hemos asistido a tanta violencia en las calles y plazas palestinas, con un número de muertos que nos hace retroceder décadas"

Ya es Navidad en Belén. Tras dos años de restricciones, el patriarca latino de Jerusalén, Pier Battista Pizzaballa pudo celebrar, sin mascarillas ni templos vacíos de peregrinos, la Misa del Gallo en la gruta de Belén, donde la tradición sitúa el nacimiento del niño Jesús.

Ante distintas autoridades, entre las que destacaba el presidente del “Estado de Palestina” (como así lo denominó), Mahmoud Abbas, y el representante del rey de Jordania, el patriarca de Jerusalén recordó que “la Navidad no es sólo un tiempo, quizá un poco infantil, de alegría, de fiesta y luces, o de niños felices y regalos compartidos con los necesitados” sino, “la mirada y el juicio de Dios sobre el mundo. Y es un juicio de salvación y misericordia, de compasión y no de condena”.

Un nuevo estilo de vida

El mundo en el que nació Jesús “estaba desgarrado, dividido y era tan violento como el de hoy”. Su llegada no supuso “cambios repentinos en la vida de aquel mundo violento”, sin embargo, “trajo un nuevo estilo de vida, basada en la dignidad de cada hombre y mujer, en una justicia que nunca se separa de la misericordia, en el deseo de que todos se salven. Desde entonces, esa intención divina sigue irradiando, llevando su luz a quienes habitan en una tierra tenebrosa”.

“Ser Iglesia significa dar cuerpo a ese deseo divino de misericordia, que la Navidad de Cristo hizo posible y tangible”, clamó Pizzaballa, quien pidió “mirar con el corazón y no solo con los ojos”.

“¿Y qué vemos hoy, aquí, en este mundo nuestro? ¿Qué contempla nuestra Iglesia de Jerusalén, qué trae la luz de Dios a los ojos de nuestra mente y nuestro corazón, aquí en esta Tierra Santa?”, se preguntó el máximo representante de la Iglesia en la tierra de Jesús.

“Con nuestros ojos vemos que la violencia parece haberse convertido en nuestro lenguaje principal, nuestra forma de comunicarnos”, denunció. “Hay una violencia creciente sobre todo en el lenguaje de la política”, incidió Pizzaballa, quien volvió a mostrar “preocupación por el rumbo que está tomando la política en Israel, donde hay el riesgo de romper el ya frágil equilibrio entre las distintas comunidades religiosas y étnicas que componen nuestra sociedad”.

“Es tarea de la política servir al país y a sus habitantes, trabajar por la armonía entre las distintas comunidades sociales y religiosas del país y traducirlas en acciones concretas y positivas sobre el territorio, y no fomentar, por el contrario, las divisiones o, peor aún, el odio y la discriminación”, advirtió el prelado.

Retroceso de décadas en la violencia

“Este año, además, hemos asistido a tanta violencia en las calles y plazas palestinas, con un número de muertos que nos hace retroceder décadas”, lamentó. “Es un signo del preocupante aumento de la tensión política y del creciente malestar, especialmente entre nuestros jóvenes, ante la cada vez más lejana solución del conflicto en curso”.

“Desafortunadamente, la cuestión palestina, por desgracia, ya no parece ser el centro de atención del mundo”, admitió el patriarca de Jerusalén, quien resaltó el silencio ante la situación de “millones de palestinos, cada vez más solos y que desde hace demasiadas generaciones han estado esperando una respuesta a su legítimo deseo de dignidad y libertad”.

Una violencia que se traslada a la comunicación, la escuela, la familia y la sociedad, y que tiene su origen, según Pizzaballa, en “la creciente falta de confianza cada vez más profunda que caracteriza nuestro tiempo”. “No confiamos en que el cambio sea posible, ya no confiamos unos en otros. Y así, la violencia se convierte en la única forma de hablar entre nosotros”, advirtió, poniendo como ejemplo la guerra de Ucrania.

Frente a ello, invocó el papel de los creyentes para “ayudar a mirar el mundo también con el corazón”. “Para nosotros, comunidad de creyentes en Cristo, celebrar la Navidad significa crear, promover y ser ocasión de misericordia, compasión y perdón”.

Bienaventurados los pacificadores

Porque “la paz, que todos anhelamos, no surge por sí sola”, sino que “espera a hombres y mujeres que sepan traducir el estilo de Dios en acciones concretas y tangibles, en las pequeñas y grandes cosas de cada día”. “Bienaventurados los pacificadores”, resaltó.

“No es imposible. El testimonio de tantos hombres y mujeres aquí, en nuestra Tierra Santa y en muchas otras partes del mundo, nos dice que ese estilo, esa forma de celebrar la Navidad, sigue siendo posible hoy, a pesar de todo”, concluyó Pizzaballa.

Esta Navidad, Religión Digital
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