Carta abierta de cinco teólogas tras la audiencia papal a Maria Campatelli Las mujeres estallan contra el 'informe Rupnik': "A la Iglesia no le importan nada las víctimas y los que buscan justicia"

El jesuita Marko Rupnik
El jesuita Marko Rupnik

Cinco mujeres, filósofas y teólogas de prestigio (Fabrizia Raguso, Mira Stare, Gloria Branciani, Vida Bernard y Mirjam Kovac) ponen voz al sufrimiento de las víctimas del ex jesuita

"Reconocemos que a la Iglesia no le importan nada las víctimas y los que buscan justicia"

"La 'tolerancia cero con los abusos en la Iglesia' no era más que una campaña publicitaria"

"Sin palabras. Sin voz para gritar nuestra consternación, nuestro escándalo". Las víctimas de Rupnik se muestran desalentadas, enfadadas, perdidas, y así lo hacen notar en una carta abierta enviada al Papa; al vicario de Roma, Angelo Donatis; al presidente de los obispos italianos, Matteo Zuppi; y al cardenal Braz de Aviz, responsable de la vida consagrada en el Vaticano.

En la misma, cinco mujeres, filósofas y teólogas de prestigio (Fabrizia Raguso, Mira Stare, Gloria Branciani, Vida Bernard y Mirjam Kovac) ponen voz al sufrimiento de las víctimas del ex jesuita, después de la audiencia "privada, hecha pública después" del Papa a María Campatelli, ex monja de la Comunidad de Loyola y actual presidenta del Centro Aletti, y una de las más firmes defensoras del artista esloveno; y especialmente, trasz el "comunicado difundido con el informe conclusivo de la visita canónica realizada a la comunidad del Centro Aletti" en el que se viene a exonerar a la comunidad y se pone el velo de la sospecha sobre la fallida petición de excomunión contra Rupnik.

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El Papa y Campitelli

"En estos dos acontecimientos, que no son casuales, ni siquiera en su sucesión en el tiempo, reconocemos que a la Iglesia no le importan nada las víctimas y los que buscan justicia", critican con dureza las teólogas, que lamentan que "la 'tolerancia cero con los abusos en la Iglesia' no era más que una campaña publicitaria, a la que, en cambio, sólo seguían acciones a menudo encubiertas, que en cambio apoyaban y encubrían a los abusadores".

Con crudeza, las cinco firmantes sostienen que, frente al grito del Papa en Lisboa, "Todos, todos son bienvenidos en la Iglesia", se constata que "al final no hay lugar en esta iglesia para quienes recuerdan verdades incómodas"

"No tenemos otras palabras, porque todo el sufrimiento de las víctimas ha sido expuesto como una herida abierta, y reconocidamente repugnante....", continúa el texto, que denuncia que "se ha censurado a las víctimas no por ser discretas, sino por exponer algo repugnante: su dolor, la manipulación de quienes las burlaron en nombre de Cristo, del amor espiritual, de la Trinidad".

Rupnik
Rupnik

Las víctimas "expusieron su dolor porque la manipulación y el abuso hirieron para siempre su dignidad", pero "lo único que han recibido y siguen recibiendo es silencio". Las víctimas de Ivanka Hosta "que durante treinta años encubrió los nefastos actos de Rupnik, y esclavizó espiritualmente a quienes se oponían a sus designios de venganza", llevan "más de un año esperando una respuesta definitiva, clara, maternal. Pero sólo han recibido silencio". Y con el informe que "exonera de toda responsabilidad" al Centro Aletti, "Rupnik ridiculiza el dolor de las víctimas, pero también el de toda la Iglesia, herida de muerte por tan ostentosa arrogancia".

"Las víctimas se quedan en el grito afónico de nuevos abusos", finaliza la carta abierta, que, por su indudable interés, reproducimos a continuación.  (Traducción propia, original de Italy Church Too)

Rupnik

Al Santo Padre Papa Francisco

Al Cardenal Vicario De Donatis

Al Cardenal Matteo Zuppi, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana

Al Cardenal João Braz de Aviz

Los hechos y comunicados que se han sucedido en los últimos días -la audiencia privada, hecha pública después a través de imágenes aparecidas en la web, concedida por el papa a Maria Campatelli, ex monja de la Comunidad de Loyola y actual presidenta del Centro Aletti; y el comunicado difundido hoy con el informe conclusivo de la visita canónica realizada a la comunidad del Centro Aletti- nos dejan sin palabras, sin voz para gritar nuestra consternación, nuestro escándalo.

En estos dos acontecimientos, que no son casuales, ni siquiera en su sucesión en el tiempo, reconocemos que a la Iglesia no le importan nada las víctimas y los que buscan justicia; y que la "tolerancia cero con los abusos en la Iglesia" no era más que una campaña publicitaria, a la que, en cambio, sólo seguían acciones a menudo encubiertas, que en cambio apoyaban y encubrían a los abusadores.

Nos hacen pensar que la retórica que hemos visto escenificada en Lisboa durante los pasados meses de julio y agosto es una palabra vacía ("¡Todos, todos son bienvenidos en la iglesia!"), porque al final no hay lugar en esta iglesia para quienes recuerdan verdades incómodas.

'El grito' de Munch
'El grito' de Munch

No tenemos otras palabras, porque todo el sufrimiento de las víctimas ha sido expuesto como una herida abierta, y reconocidamente repugnante.... Y por eso se ha censurado a las víctimas no por ser discretas, sino por exponer algo repugnante: su dolor, la manipulación de quienes las burlaron en nombre de Cristo, del amor espiritual, de la Trinidad. Expusieron su dolor porque la manipulación y el abuso hirieron para siempre su dignidad.

Lo único que han recibido y siguen recibiendo es silencio. Sobre todo, las víctimas del abuso de poder de Ivanka Hosta (que durante treinta años encubrió los nefastos actos de Rupnik, y esclavizó espiritualmente a quienes se oponían a sus designios de venganza) llevan más de un año esperando una respuesta definitiva, clara, maternal. Pero sólo han recibido silencio. Y con este informe publicado hoy, que les exonera de toda responsabilidad, Rupnik ridiculiza el dolor de las víctimas, pero también el de toda la Iglesia, herida de muerte por tan ostentosa arrogancia.

A las víctimas (a éstas y a todas las víctimas de abusos) se les echó en cara aquella entrevista concedida por el Papa a Campatelli en un ambiente tan familiar; un encuentro que el Papa les negó. Ni siquiera dio respuesta a cuatro cartas de otros tantos religiosos y ex religiosos de la Comunidad de Loyola que se las habían enviado en julio de 2021.

Las víctimas se quedan en el grito afónico de nuevos abusos.

Fabrizia Raguso, profesora asociada de Psicología, Universidade Católica Portuguesa de Braga

Mira Stare, Doctora en Teología, Universidad de Innsbruck

Gloria Branciani, Licenciada en Filosofía

Vida Bernard, Licenciada en Teología

Mirjam Kovac, Doctorado en Derecho Canónico

Centro Aletti

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