El padre Pedro Opeka da las claves de su "ciudad milagro" de Akamasoa que Francisco visitará El "oasis de fraternidad, alegría y fe" que le espera al Papa entre la basura de Madagascar

El misionero argentino Pedro Opeka, entre su gente en Akamasoa, Madagascar
El misionero argentino Pedro Opeka, entre su gente en Akamasoa, Madagascar

"Este fue un lugar de sufrimiento, de dolor, de muerte, de peleas y envidias. Ahora es un lugar donde se respira paz y sencillez", explica el religioso, candidato al Nobel de la Paz

"El papa quiere estar siempre con los más pobres y estamos muy felices de que venga a ver a nuestros niños, que son 15.000, arrancados a la calle, al basurero para vivir hoy una vida de niños"

"Para eso luchamos todos los días; para que estos pequeños tenga un porvenir mejor"

Al papa Francisco le espera una auténtica fiesta con cantos en español en Akamasoa, en Madagascar, la ciudad milagro construida sobre un enorme vertedero por el misionero argentino Pedro Opeka, quien explica a EFE su alegría por que su compatriota pase un día "entre los más pobres".

Opeka, misionero en Madagascar y candidato al Premio Nobel de la Paz, ha construido en 30 años una ciudad con más de 4.000 casas de vivos colores, agua potable, calles asfaltadas, ambulatorios, colegios y campos deportivos donde había solo un enorme vertedero en el que iban a rebuscar miles de personas cada día.

A este lugar en la periferia de Antanarivo que significa "Buenos Amigos" en malgache y donde viven 25.000 personas que han salido de la pobreza extrema gracias a la llegada en 1989 de Opeka, acudirá Francisco durante su viaje a Africa del 4 al 10 de septiembre.

"El pueblo de Madagascar está muy contento de recibir al papa. Él había escuchado hablar de nuestro trabajo en medio de los más pobres en este vertedero y mostró su voluntad de visitarnos", explica Opeka por teléfono a EFE.

El padre Opeka, en una misa multitudinaria
El padre Opeka, en una misa multitudinaria

"El papa quiere estar siempre con los más pobres y estamos muy felices de que venga a ver a nuestros niños, que son 15.000, arrancados a la calle, al basurero para vivir hoy una vida de niños, a veces frágil, pero para eso luchamos todos los días; para que estos pequeños tenga un porvenir mejor", añade.

Francisco visitará del 8 al 9 de septiembre este país, uno de los más pobres del mundo y en el que el 80 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y, como recuerda Opeka, para conseguir unos pocos litros de agua recorren kilómetros durante todo el día.

Opeka adelanta a EFE que a Francisco le espera una gran fiesta con miles de niños que entonarán en español una canción que han compuesto especialmente para esta visita.

"Será una fiesta. Con miles de niños que cantarán. La juventud malgache le ha preparado una acogida muy hermosa. Hemos escrito y compuesto la música solo para esta ocasión", explica con entusiasmo.

Aunque la visita del 8 de septiembre será de cerca de una hora, el misionero argentino, nacido en San Martín en 1948, asegura que Francisco vivirá un momento "de alegría contagiosa" como la que disfruta cada domingo en las bulliciosas misas organizadas en su pabellón de deportes, convertidas ya incluso en un reclamo turístico.

Aprovechará su nuevo encuentro con el papa para pedirle que "siga siendo el amigo de los pobres, que siga visitando a los pobres a los países donde va. Que les siga dando aliento y coraje".

Este misionero, cuyo lema es "se puede vencer la pobreza", afirma que cuando "el papa va en medio de los pobres y les habla con el corazón les da una fuerza que nunca van a olvidar".

Hace 30 años después de conocer "el infierno" que rodeaba este vertedero sobre las colinas de Ambohimahitsy, fue el primero que trabajó como albañil para construir las primeras casas y levantar "una referencia, un lugar oasis de fraternidad, de alegría y de fe que el Santo Padre podrá sentir".

Siguen construyendo cerca de cien viviendas anuales, pero -dice- "habría que construir miles porque cada año aumenta la población y el Estado no satisface ninguna de las necesidades de su pueblo".

"Este fue un lugar de sufrimiento, de dolor, de muerte, de peleas y envidias. Ahora es un lugar donde se respira paz y sencillez", explica el misionero, hijo de eslovenos que emigraron a Argentina durante la Segunda Guerra Mundial.

Sobre si le gustaría recibir el premio Nobel de la Paz al que ha sido candidato, Opeka asegura que los habitantes del Akamasoa le dan el Nobel cada año y la fuerza "para seguir esta obra, construir viviendas para los más pobres, escuelas, maternidades y dispensarios".

Francisco también visitará la cantera de la ciudad, asimismo un proyecto del padre Opeka para que los habitantes puedan tener trabajo del que también se extrae el material para seguir construyendo las casas de "la ciudad milagro".

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