Se publica el informe de abusos de la diócesis alemana de Passau: "un capítulo muy duro"
Uno de los autores de la investigación, el historiador Marc von Knorring, ha criticado la forma en que los obispos de la posguerra gestionaron los casos de abusos en la diócesis
Desde el lunes 8 de diciembre está disponible un estudio que documenta la magnitud de los abusos en Passau, diócesis al sureste de Alemania y sufragánea de la arquidiócesis de Múnich.
Uno de los autores de la investigación, el historiador Marc von Knorring, ha criticado la forma en que los obispos de la posguerra gestionaron los casos de abusos en la diócesis. «Durante mucho tiempo pusieron la protección de la institución Iglesia y del clero por encima del bienestar de las víctimas», declaró von Knorring en una entrevista publicada el martes 9 de diciembre en el Mittelbayerische Zeitung. «En primer plano estaba el cuidado de los sacerdotes acusados y el blindaje de todos los implicados frente a la opinión pública».
Especialmente la imagen de los «obispos del pueblo» Antonius Hoffmann (de 1968 a 1984) y Franz Xaver Eder (de 1984 a 2001), tan queridos por los fieles, debe ser revisada tras el estudio: «Antonius aparentemente mantuvo o hizo mantener los expedientes correspondientes de manera deliberadamente exigua, se mostró indulgente con los acusados, les brindó atención y, a lo más, impuso sanciones leves, facilitando así nuevos abusos», explicó el historiador.
«En cuanto a la gestión de los expedientes, las pruebas en el caso de Franz Xaver son mucho más escasas, pero también él parece haber seguido una línea restrictiva. Sobre todo, en su caso seguía predominando el cuidado de los acusados y la preocupación por el grado de “publicidad” que hubiera obtenido el caso, lo cual marcaba la diferencia entre la clemencia y el rigor». Al igual que Hoffmann, tampoco él hablaba con frecuencia de las víctimas.
Según el historiador, un cambio de mentalidad solo se hizo visible a partir de mediados de los años noventa y tomó forma definitiva con el obispo Wilhelm Schraml (de 2002 a 2012). «Aquí se observa un penoso proceso de aprendizaje que, en su caso, se produjo posiblemente a costa de las víctimas». El cambio más claro hacia una «investigación, procesamiento y prevención consecuentes» llegó con el estallido del escándalo de abusos en Alemania, en el año 2010. Este cambio fue luego continuado con decisión por el obispo Stefan Oster.
Desde el punto de vista de von Knorring, el estudio «con toda seguridad hará que se intensifiquen nuevamente las discusiones sobre las reformas necesarias dentro de la Iglesia católica, con la esperanza de que el resultado beneficie a las víctimas y ayude a prevenir aún más los abusos en el futuro», afirmó.
Según el estudio de abusos de Passau, desde 1945 al menos 672 niños y jóvenes fueron víctimas de abusos sexuales o maltratos físicos por parte de clérigos. La investigación identifica al menos a 154 acusados o inculpados
Según el estudio de abusos de Passau, desde 1945 al menos 672 niños y jóvenes fueron víctimas de abusos sexuales o maltratos físicos por parte de clérigos. La investigación identifica al menos a 154 acusados o inculpados. El obispo de Passau, Stefan Oster, se mostró consternado ante los resultados: «No, en este aspecto la diócesis de Passau no fue ni es una diócesis mejor que otras», declaró. En nombre de la Iglesia de Passau solo puede pedir perdón. Calificó el estudio de «capítulo muy duro». «A causa de culturas del silencio, de la sobrevaloración del sacerdote y del menosprecio del sufrimiento de las víctimas, al menos 700 personas han padecido, de forma evidente, un sufrimiento muchas veces inenarrable con consecuencias que a menudo duran toda la vida». Resaltó que los intentos de reconciliación y reparación nunca podrán ser suficientes para esas personas.
El estudio, encargado por la misma diócesis, lleva por título «Abuso sexual y violencia física. Agresiones a menores por parte de clérigos católicos en la diócesis de Passau, 1945-2022». Para su elaboración, que duró tres años, se revisaron unas 2400 actas personales de sacerdotes y se entrevistó a 25 víctimas y casi 35 testigos de la época. Con ello, Passau se convierte en la cuarta diócesis bávara —tras Múnich, Wurzburgo y Augsburgo— que hace públicos sus datos.
En su análisis histórico, la investigación dedica también especial atención al papel de los cómplices silenciosos. Las personas denominadas en inglés bystanders (espectadores pasivos) son consideradas, junto con los autores directos, corresponsables del sufrimiento de las víctimas. A pesar de que sabían lo que ocurría, a menudo no se atrevieron a levantar cabeza, prefirieron callar e incluso se solidarizaron con los acusados. Según el estudio, a este grupo pertenecían sobre todo padres y madres de familia, feligreses, amas de llaves parroquiales o políticos.
El presidente de la comisión independiente, Guido Pollak, también se refirió a los bystanders. Según la investigación, durante muchos años también formaron parte de ellos jueces, fiscales, peritos médicos, oficinas de juventud, inspectores escolares y directores de centros. El pedagogo considera que también debe debatirse el papel del obispo. Los predecesores de Oster quizás estaban menos informados sobre las leyes psicológicas y sociológicas que el actual obispo, con sus conocimientos de hoy sobre las relaciones entre poder y violencia. Para la comisión surge, sin embargo, la pregunta de «hasta qué punto el obispo Stefan somete el ejercicio del poder eclesiástico en su responsabilidad por las personas de la diócesis a una transparencia pública y a un control independiente».
Aunque la diócesis se ha reorganizado y ha reforzado notablemente la prevención, aún no hemos llegado a la meta, admitió Oster. El obispo invitó para enero a los miembros de la comisión independiente investigadora y del consejo de víctimas a una reunión para sacar consecuencias prácticas.
Fuente: katholisch.de