Carlos Murciano 1. AMATORIO

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Nace Carlos Murciano en Arcos de la Frontera, Cádiz, en 1931. Poeta de amplios valores humanísticos y religiosos, entre numerosísimos galardones literarios recibidos, podíamos destacar el Premio Nacional de Poesía de 1970 por su obra “Este claro silencio”, y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 1982 por “El mar sigue esperando”. Se recogen versos de su elegante y reflexiva obra lírica en la antología de poesía religiosa de Leopoldo de Luis (Alfaguara 1969), y en el prestigioso florilegio “Hombre y Dios I: 50 años de poesía española”, de la Biblioteca de Autores Cristianos.

Aunque ya dedicamos a su imprescindible compañía un esmerado rincón de Nido de Poesía (pulsar aquí), nos gustaría espigar hoy, de entre su abundante y valiosa producción literaria (más de 50 poemarios, ninguna amplia antología), un improvisado ramillete de imprescindibles versos. Como la vida literaria de Carlos y la de su hermano Antonio se han entrecruzado, han convergido en numerosas ocasiones, os invito a conocer diez poemas sobre la Navidad del hermano mayor, cuidadosamente ambientados literaria y gráficamente (pulsar).

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PERO BEBEMOS EN EL MISMO VASO

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En 2010 nos sorprendió el autor gaditano con una antología lírico-festiva de 51 sonetos, inéditos en su mayoría, bautizados con el travieso titular: “Amatorio”. Saboreamos, en anteriores entregas, versos de Murciano desenfadados y noblemente eróticos, de gozosa sensualidad y celestes bendiciones. Pasemos ya a conocer y disfrutar alguna de sus prodigiosas escenas, de elaborado título y delicada floración de sentimientos.

El Marqués de Tamarón, que prologa el original florilegio, cita el siguiente texto del poeta arcense: “El verso final de un soneto, por tantas razones clave, se torna unas veces –si bien traído– súbito, como una media verónica; otras, lento y derramado, como un natural.” Y como ejemplo de perfección súbita reproduce el último terceto del siguiente soneto:

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DONDE EL POETA EXPLICA CÓMO Y POR QUÉ COMPARTE CON LA AMADA UN VASO DE VINO

A solas y desnudos, la persiana
a media luz y el corazón en celo,
bebemos, con el vino, el desconsuelo;
mientras un cuervo grazna en la ventana.

Dobla en nuestra memoria una campana.
Rueda nuestro futuro por el suelo.
¿Juntos tú y yo? El mundo es un pañuelo.
Pero qué lejos estarás mañana.

Somos soles camino del ocaso,
sombras, mejor, cargadas con el peso
de sabernos fugaces y furtivos.

Pero bebemos en el mismo vaso
y nos morimos en el mismo beso
para gritarle a Dios que estamos vivos.


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"BÉSALOS", DIJISTE

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Con su habitual espontaneidad se deja seducir el sensible poeta por la rotunda belleza de un cuerpo juvenil. Así cierra el Marqués de Tamarón su emocionada presentación de los 51 poemas a lo Siglo de Oro: “Estos sonetos amatorios de Carlos Murciano son clásicos y como tales dan una lección de lengua y varias lecciones más de pasión, ternura, ironía y elegancia…”

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DONDE EL POETA DICE DE UNOS SENOS DE MUCHACHA

Fue… como son las cosas más sencillas:
se abrió tu blusa, hasta ese instante avara,
y tus senos se hicieron copas para
beberlas, sorbo a sorbo, de rodillas.

Manzanas de alabastro, maravillas
que algún divino Fidias modelara;
montecillos del mármol más Carrara,
de un canal delicado las orillas.

Copas, manzanas, montecillos… Eran
los senos más espléndidos que vieran
jamás mis ojos. “Bésalos”, dijiste.

Yo los tuve en mis labios. Todavía
vivo de ese temblor y esa agonía
que me hicieron creer que Dios existe.



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Y EL MAR TORNÓSE ROJO DE REPENTE

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Los sonetos de Murciano no son metafísicos artefactos de ingenio maximalista, sino páginas de diario que reflejan, como en un espejo, el día a día de su bulliciosa fantasía y su inmenso corazón. Nos sorprende, de nuevo, un último terceto de media verónica, de perfección súbita...

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DE LO QUE OCURRIÓ EN LA PLAYA DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA

Andabas como un lírio por la arena,
morado el bañador que te ceñía,
tersa y blanca la piel, que todavía
no habías comenzado a ser morena.

Se iba poniendo el sol de enhorabuena
al mismo tiempo que te conocía,
y el vaporcillo aquel de la bahía
sonaba, enamorado, su sirena.

Ágil, te zambulliste entre las olas,
buceadora de hondas caracolas,
peces secretos, ínsulas extrañas.

Y el mar tornóse rojo de repente,
no sé si por la lumbre del poniente
o por sentir tu cuerpo en sus entrañas.


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CARLOS MURCIANO

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Misterio y luz en la poesía de Carlos Murciano

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1.Amatorio

DONDE EL POETA EXPLICA CÓMO Y POR QUÉ COMPARTE

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CON LA AMADA UN VASO DE VINO
DONDE EL POETA DICE DE UNOS SENOS DE MUCHACHA
DE LO QUE OCURRIÓ EN LA PLAYA DE EL PUERTO

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DE SANTA MARÍA

2. Amatorio 2

HABLA EL POETA A LA AMADA, POR VEZ PRIMERA, DE SUS

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DOS HIJAS
OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR A SUS DOS HIJAS
OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR ENTRE PUCHEROS


3.Un día más o menos

8 DE DICIEMBRE
18 DE NOVIEMBRE
18 DE MARZO


4.Desde la carne al alma

HABLANDO CLARO
RÉQUIEM POR UN HOMBRE
DIOS ENCONTRADO


5.Los años y las sombras

JAULA VACÍA
EL ARCÓN
LA AZOTEA


6.Este claro silencio

LA NUBE
EL REGRESADO
LA VISITA


7.Abuelo Dios

ABUELO DIOS
PERRO DIOS
A UNA NOVICIA QUE EL POETA VIO EN LA GALERÍA DEL

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CONVENTO QUE VISITABA

8.Epitafio y bromas

DONDE EL POETA COMPARTE SU LECHO POR VEZ PRIMERA
EPITAFIO PARA UNA MONJA ANCIANA
DE UN LUGAR SECRETO QUE TENÍA LA AMADA


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