Julio Maruri 3. LOS AÑOS

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
19 sep 2017 - 18:11
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Nos hemos asomado, en dos anteriores entregas, al inicial poemario de Julio Maruri, “Las aves y los niños” (Proel, 1945). Dos años después premiado con accésit, da a conocer “Los años” (Adonáis, 1947), donde el autor “insiste en la herida de la temporalidad, con armónicos más existencialistas y poniendo el foco, ahora más claramente, en la pérdida amorosa.” Se trata de un libro de versos con 51 poemas de amor y desamor, que constituyen como un único extenso poema otoñal (en un autor de 27 años).

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Me parece interesante reproducir la respuesta del poeta montañés a un crítico que le preguntaba en 2009 por su experiencia personal de autor enamorado. Habla Maruri:

“El segundo libro, Los años, es ya una cosa muy de amor, de amor auténtico. Dije de amor auténtico; bueno, yo he llegado a aceptar esa palabra que dice que el amor no existe, que existen pruebas de amor. Si la poesía amorosa puede ser una prueba de amor, entonces se puede decir así. Y hay realmente en el poemario una experiencia grande de amor, y casi como algo imposible, inaccesible. Eso es lo que se lee a través de Los años.

Siempre, siempre me ha chocado que una mujer cante una copla de hombre y que un hombre cante una copla de mujer, y Los años puede leerlo una mujer, como mujer que ama, y puede leerlo un hombre, como hombre que ama. ¡Pero tampoco era como un método! Fue así, como dejando abierto el campo… También hay elementos estéticos: lo que podríamos llamar el dandi, de belleza y eso…”

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ALGO QUE CANTA SIN MÍ

En 1993, la Universidad Popular San Sebastián de los Reyes publicó una magnífica edición de la Poesía Completa hasta aquel año, de la obra lírica de Julio Maruri, con brillante epílogo de Carlos Bousoño. El poeta-pintor realizó hermosas ilustraciones para la portada y presentación de cada uno de los poemarios incluidos en la edición.

El dibujo de la pareja que preside la página de hoy ilustra los versos de “LOS AÑOS”. Un psicoanalista podría describir con sabiduría la riqueza interior del dibujante enamorado…

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ME ENCUENTRO CON UN NIÑO

Iniciamos la presentación de hoy con la lectura de dos poemitas breves pero sugeridores sobre el tiempo como facilitador de memorias y de olvidos:

A la puerta de otoño / me encuentro con un niño. / Él camina ligero. /

Yo tropiezo, perdido. / Él se va, con la tarde, / sin temor al olvido. / Mi recuerdo se pierde / por todo lo vivido. / A la puerta de otoño / me he quedado dormido.

Éste es el mar. Aún me recuerda / aquella juvenil mañana. / Soy el de ayer. Aún me reciben / sus caracolas y sus flautas. / Éste es el mar que me contempla. / Soy junto al mar su sombra amarga. / Aún en la playa están mis huellas, / las diminutas y lejanas.

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PERO LA FLOR CONTAGIA

DE PERFUME LA MANO

Breve meditación sobre el amor, que contrapone la seducción física del cuerpo (“el cuerpo nos ofrece / su contorno dorado”) y la espiritualidad del ser humano que no se satisface con el placer del cuerpo (“Pedimos más: el alma; / pedimos, suplicamos”).

Cuerpo y alma, alma y cuerpo, dos supuestas realidades en lucha para algunos, en abrazo integrativo para otros muchos.

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PERO LA FLOR CONTAGIA

Pero la flor contagia

de perfume la mano.

Sólo el alma no entrega

su aroma en el abrazo.

Bajo la noche espesa,

tendido a nuestro lado,

el cuerpo nos ofrece

su contorno dorado.

Pedimos más: el alma;

pedimos, suplicamos.

Y la noche nos tiñe

de tristeza los labios:

… porque el alma no entrega

su aroma en el abrazo.

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PERO NO LLEVO POR EL AIRE LA PROMESA BELLA DEL AGUA

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La necesidad comunicativa de Julio Maruri le invita a hablar a las nubes, que pasan por los días como él (¿hacia dónde?). Examinando su dolorida conciencia compara el útil vuelo de las nubes con su estéril vida: al tiempo que aquellas cruzan arrebatadas “para poblar de luz los campos”, el poeta se confiesa culpable de la muerte de su alma, que se pierde “por otros cielos”. Sorprende el ritmo aleteante de los versos, como volar de aves, que expresan con eneasílabos acentuados en cuarta sílaba, el seguro paso de las nubes, firme y preñado de generosas bendiciones.

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NUBES

Y si pasáis, también yo paso;

también un vago afán me arrastra,

pero no llevo por el aire

la promesa bella del agua.

Yo no paso, como vosotras,

para dar brotes a otras ramas.

Yo me pierdo estéril; conmigo

cruza la muerte de mi alma.

Yo me pierdo por otros cielos,

mientras cruzáis arrebatadas,

para poblar de luz los campos

en su retorno a la mañana.

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AUNQUE LA MANO GUARDE SU CONTORNO DORADO

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Los últimos versos de hoy, “Los años no cayeron, / se fueron marchitando…”, casualmente, son los que cierran el poemario “Los años”, donde el poeta, desengañado, retorna a la realidad: resultó el amor como un sueño imposible. Recordamos la respuesta que dio Maruri a quien le preguntaba por su experiencia amorosa en “Las horas”: “Y hay realmente en el poemario una experiencia grande, y casi como algo imposible, inaccesible…”

Se presentan, de nuevo, emparejados los versos; con generoso blanco de silencio alrededor. El enamorado poeta recoge sensaciones y revive emociones, descorriendo, un poco, para nosotros misteriosas cortinas de intimidad.

Dos observaciones finales del texto que comentamos... “Perseguimos el sueño…”: de nuevo, la lucha cuerpo/alma: “El alma pide, quiere; / pero el cuerpo apagado / ya no escucha los sones / de los perdidos años…” Segunda observación: a pesar de todo, guarda la mano todavía su contorno dorado…; no perdió el cuerpo la vieja memoria del amor y sus caricias…

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LOS AÑOS NO CAYERON…

Los años no cayeron,

se fueron marchitando.

Aún la mano conserva

su contorno de mano.

Soñábamos vivir

frente al mar del verano,

y el impalpable sueño

perseguimos nostálgicos,

pues la playa es la playa

y la fronda del árbol

se irisa, como siempre,

de rumor desmayado.

Perseguimos el sueño.

Aún quisiéramos darnos,

tender la vida joven,

gozar el joven pasmo.

El alma pide, quiere;

pero el cuerpo apagado

ya no escucha los sones

de los perdidos años,

… aunque la mano guarde

su contorno dorado.

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JULIO MARURI

misteriosa inocencia

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1. Las aves y los niños

A MI MADRE

YO SOY UN ÁRBOL

2. Celeste infancia que me llora

LOS PÁJAROS

CANCIÓN TRISTE

A CARLOS BOUSOÑO

3. Los años

PERO LA FLOR CONTAGIA

NUBES

LOS AÑOS NO CAYERON...

4. Poemas del tránsito

HOMENAJE A "GUALTERIO"

LOS RUISEÑORES 2

EN LA MUERTE DE JOSÉ LUIS HIDALGO

5. Lo nuevo que nacer quiere

OTRA VEZ

EL DESEO

EL HOMBRE NUEVO

6. Pájaro de la noche

PÁJARO DE LA NOCHE

QUE SE HA PERDIDO EL AMOR

EL DERECHO A LA FUGA

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