Julio Maruri 2. CELESTE INFANCIA QUE ME LLORA

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
19 sep 2017 - 18:09
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Contemplamos al poeta santanderino enfrascado en la lectura de su revista lírica “PROEL”. Recordemos que realizó su primera visita al maestro Aleixandre en el otoño de 1943 acompañado de Emilio Ernesto Niveiro.

Ha relatado Maruri aquel encuentro con Vicente Aleixandre. Reproducimos algún párrafo de su testimonio, referido a lo de conectar, a su regreso, con poetas de su Cantabria. Escuchamos a Julio Maruri:

Me habla Vicente de PROEL. Me dice que en Santander hay unos chicos que escriben bien. Me cita a José Luis Hidalgo. Digo: “¡José Luis Hidalgo! ¡Si fue amigo de la infancia!” Y entonces me liberan, nos liberan a los de la Quinta del 41, llamada del biberón por los catalanes de la Quinta. Y vengo a Santander y encuentro a estos chicos…”

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QUINTA DEL 42

En julio de 1994, se reúnen en Santander tres amigos, José Luis Hidalgo, Julio Maruri y José Hierro, reanudando la amistad que habían compartido años atrás. Habrán de influir mucho en la reorientación de PROEL. La revista se mantuvo viva, pero irregular, desde 1944 hasta 1950. Este grupo, Quinta del 42, se fue implicando muy personalmente en una segunda época, que se fue enriqueciendo con presencia de importantes firmas y relevantes estudios sobre arte, que incluían expresionismo, surrealismo, pintura moderna… La última entrega, número 6, se dedicó, casi en exclusividad, a la pintura y al arte. Se había arrinconado la inicial presencia de la poesía y la prosa.

Sorprendió Julio Maruri, en la edición de julio de 1944, con la presentación de su poema “nerudiano” Ciudades amenazadas”, que impactó en los lectores y estimuló la divulgación de PROEL. Regresó de nuevo el poeta de las aves y los niños, afortunadamente, a la “sencillez, ternura, inocencia de niño y delicadeza que no se reconocieron en los apocalípticos versos del provocador poema.

Como se editaron, simultáneamente a la revista, libros de poesía, inauguró Maruri la nueva colección con su inicial poemario, del que venimos hablando en dos entregas: “Las aves y los niños” (Proel, 1944).

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SU VOCACIÓN DE CÁNTICO

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En estos versos, el espiritual poeta Julio Maruri eleva la vista hacia pájaros que vuelan en libertad y pío. El texto es alado y comunicativo: “Miradles…” Siente envidia de su vuelo por autopistas de luz. Y sospecha que la energía que moviliza sus alas y su voz es el amor. Lo adivina porque también él es cantor de vida…

Cuando meditaba estos versos, me vino al recuerdo un exquisito poema, “Hermanitos pájaros”, que escribió, supongo, un franciscano algo místico, que así cierra el episodio de la predicación del santo a las aves: “Y era tanta la alegría / del dulce hermano Francisco / que cantando con los pájaros / volaba por los caminos.” Si os apetece leer completo este romance y otros muchos, pinchad aquí.

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LOS PÁJAROS

Miradles. Sólo viven

atentos a su vuelo.

Nada saben del triste

caminar de los hombres,

y en la patria del aire

su vida sin palabras

transcurre libremente,

como la luz del día.

Yo doy fe de su amor

desatado y ligero,

porque también me impulsa

su vocación de cántico.

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TRISTE LLANTO DE UN NIÑO SIN CONSUELO

Camina triste el poeta, porque siempre le invade “el triste / llanto de un niño sin consuelo”, la triste muerte de aquel niño feliz que fue alguna vez él. Con razón titulaba el escritor su primer libro: “Las aves y los niños. Elegía”.

Recordemos algunos versos de la pasada entrega (pulsar), que Maruri escribió para su madre: “He ido creciendo con los días. / Ahora soy hombre, y tú lo lloras…” No solo lo llora la madre, también lo llora el hijo, que pasó, como un relámpago, de niño a soldado: “Niño que llora. Yo aquel niño. / Mi mano ausente de tu mano. / Oh qué tristeza verte, madre; / madre sin niño, madre sola.”

Madre sin niño, hijo adulto sin el niño que fue… “Me va llorando el niño herido / –los ojos tristes, triste el cielo–. / Me va llorando azul, llorando, / me va llorando, firmamento…” Perdí al niño, acaso también perdí a Dios

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CANCIÓN TRISTE

Camino solo, con mi pena,

los ojos tristes, triste el sueño,

porque me invade siempre el triste

llanto de un niño sin consuelo.

Quizá del aire este alto llanto,

quizá del mar, amargo, lento;

puede que el día asista ausente

a este infantil desvalimiento.

Celeste niño grácil, leve,

tempranamente herido en vuelo,

celeste infancia que me llora,

honda la mar, lejano el cielo.

Me va llorando el niño herido

–los ojos tristes, triste el cielo–.

Me va llorando azul, llorando,

me va llorando, firmamento…

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UNA LLAMADA A DIOS, UN GRITO

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El título de los próximos versos de Maruri es “A Carlos Bousoño”, y tienen como pre-texto: "Por su libro Subida al Amor”. Los hemos ambientado gráficamente con una fotografía de Carlos Bousoño sobre un fondo como de piedra en bruto y un texto poco visible que está tomado del poema “Introducción a la noche”, de Noche del sentido (1957), que en lectura visible debería decir así: “Y sin embargo, eres. / Y sin embargo naces / como las hierbas verdes / y los nudosos árboles.” En la estrofa primera del poema se lee: “Con la honda mirada / un día contemplaste / tu honda pasión de ser / en vida perdurable…” (pulsar aquí para leer completa la “Introducción a la noche”). Estos versos primeros corresponden al espíritu inicial de “Subida al Amor”, que elogia Maruri en el poema de hoy.

Perdonad si os he liado un poco. Si amáis la poesía y estáis motivados, os recomiendo dos enlaces con versos de Bousoño contenidos en “Subida al Amor”: “Cristo en los campos” (pulsar), “Buscando luz” y “Salmo desesperado” (pulsar). Observad que el autor de “Subida al Amor” no tenía más de 22 años cuando escribió estos personalísimos versos.

A CARLOS BOUSOÑO

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(Por su libro Subida al Amor)

No un león, no un fuerte tigre,

sino un muchacho, casi un niño,

eres tú, que libre cantas,

desvelado, continuo.

Tu poesía es una mano

que arranca cielos, muros, siglos.

Tu poesía es una queja,

una llamada a Dios, un grito.

Te elevas puro como el aire

que va seguro a su destino,

y como el aire iluminando

la triste sien de los dormidos.

Si se pudiera ver el viento,

veríamos tu rostro mismo,

tu largo pelo de centella,

tu cabellera azul de ungido.

Porque tú vives en la noche

de la ciudad y del sigilo,

y alzas tu vida en alto vuelo,

elevándote del olvido.

Porque tú cantas con la sangre,

como un potente toro herido,

mientras te abates dulcemente,

cándidamente, como un niño.

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JULIO MARURI

misteriosa inocencia

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1. Las aves y los niños

A MI MADRE

YO SOY UN ÁRBOL

2. Celeste infancia que me llora

LOS PÁJAROS

CANCIÓN TRISTE

A CARLOS BOUSOÑO

3. Los años

PERO LA FLOR CONTAGIA

NUBES

LOS AÑOS NO CAYERON...

4. Poemas del tránsito

HOMENAJE A "GUALTERIO"

LOS RUISEÑORES 2

EN LA MUERTE DE JOSÉ LUIS HIDALGO

5. Lo nuevo que nacer quiere

OTRA VEZ

EL DESEO

EL HOMBRE NUEVO

6. Pájaro de la noche

PÁJARO DE LA NOCHE

QUE SE HA PERDIDO EL AMOR

EL DERECHO A LA FUGA

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