María Ángeles Gómez 5. EL DULCÍSIMO ENCUENTRO...

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Con este post cerramos, de momento, el asombrado descubrimiento de María Ángeles Gómez Pascual como poeta mística del siglo XXI. Lo curioso del caso es que alguno de sus sonetos, por ejemplo, no hubieran tenido dificultad en firmarlosautores consagrados del Siglo de Oro como Lope de Vega o Quevedo.(Nota:el retrato que preside el post nada tiene que ver con nuestra escritora mística, madre de ocho hijos. No he encontrado una sola fotografía de ella.)

La mejor sugerencia que podemos ofrecer a quien esté interesado por la aventura espiritual del amor divino, sería, por supuesto, conocer y meditar poemas y prosa de san Juan de la Cruz y otros interesantes místicos. Pero no me cabe duda de que los versos de María Ángeles son honestos y fervorosos.Y su lenguaje sencillo y luminoso,tan encendido de metáforas vivas, de símbolos, comparaciones, imágenes..., nacidas del corazón y la experiencia de fe, nos podría ayudar a descubrir caminos de oración y búsqueda de Absoluto, mejor que eruditos manuales de autoayuda espiritual.

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SI YA FLORECIÓ EL ALMENDRO...

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En el Cantar de los Cantares, invita el Novio a la Amada a descubrir una exuberante naturaleza primaveral que se abre a la vida. Porque "ya pasó el invierno, brotan flores en la tierra, llega el tiempo de cantar, y el arrullo de la tórtola ya se oye por los campos (Cantar 2,11s)..." En el inicial poema de hoy es ella quien seduce a su Amante, no para salir al campo, sino para rendirse al amor en la intimidad de la alcoba (Cantar 1,4), caliente nido "libre, limpio y adornado". Allí se abrazarán tiernamente ("¿a qué esperas / para tomarme en tus brazos?").

"Si ya floreció el almendro" con sus rosadas flores y sus alados pétalos... Si los campos ya verdean... "¿a qué estamos esperando...?"

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SI YA FLORECIÓ EL ALMENDRO...

Si ya floreció el almendro
y ya verdean los campos,
¿a qué estamos esperando?

Si ya tengo mi aposento
libre, limpio y adornado,
completamente vacío
para guardar tu descanso,
¿a qué estamos esperando?

Si la miel me sabe amarga
y el pan se me ha vuelto un cardo
y el vino, que era tan dulce,
es vinagre avinagrado,
¿a qué estamos esperando?

Si no hay música que iguale
la armonía de tus pasos
y golpean tus palabras
mi pecho abierto y llagado,
¿a qué estamos esperando?

Dime, mi Dueño, ¿a qué esperas
para tomarme en tus brazos?
¡Que ya floreció el almendro
y ya verdean los campos!


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TAN SOLO UN BALBUCEO Y UN GEMIDO Y UN GRITO...


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El último poema del ciclo que cerramos hoy, “La Paz se derramaba en el silencio...”, me gustaría presentarlo como un extraordinario ejemplo de dramática lucha entre la imperiosa urgencia por referir lo vivido y la ácida tristeza por la expresión conseguida. Seremos testigos de un juego circular de altas y bajas mareas de expresividad y riesgo que asume la contemplativa que ha vivido la gracia de la iluminación. Experiencia inefable, y por eso se calla (aunque es incomunicable, se podría balbucir). Experiencia abrasadora, y por eso se grita... (siempre con la conciencia de que, en relación con la realidad experimentada, el lenguaje es patéticamente inexpresivo).

Por razones de comodidad en la lectura, dividiré el medio centenar de versos del poema único, en tres bloques, presididos por el toque de color y simbolismo de una llama.

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LA PAZ SE DERRAMABA
EN EL SILENCIO...

La Paz se derramaba en el silencio,
y después de que hubiera acontecido
el dulcísimo encuentro,
el íntimo contacto
de mi ser con el ser en el que vivo,
yo sentía el impulso
de proclamar mi dicha;
un deseo apremiante de expandirme
y de expresar lo inexpresable.
Se desbordaba el alma traspasada
por el contacto con el Infinito,
y hablaba de la noche y de la aurora,
y del Amado y de la Esposa;
hablaba de la luz y de la llama.

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Pero no es eso, no,
que mis palabras
se me quedan pequeñas y lo achican.
No pueden contener lo incontenible.

Tan sólo un balbuceo
y un gemido,
y un grito y un suspiro,
y un aullido quizá, como de fiera.

No las palabras, no. Pues la Palabra
ha resonado en mí profundamente
y se ha dicho en dulzuras indecibles,
en un intraducible no-lenguaje,
no-poema, no-música, no-canto,
sino más, mucho más.
Presencia oscura,
indefinible gozo inabarcable
y a la vez el dolor de la impotencia,
más que amor, más que luz.
Todo misterio
y silencio en que todo se consuma.

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Un silencio de nuevo que me incita
a gritar proclamando lo indecible,
a intentar expresar lo inexpresable
en desbordado alcance
del saber no sabiendo,
y sentir superado lo sensible
y amar con amor nuevo,
incontenible.

Y otra vez el silencio.
Y el balbuceo niño, y el gemido
y el desbordado afán de la impotencia.

Pero todo en la paz,
honda y ardiente,
que me dejó a su paso el Infinito.


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MARÍA ÁNGELES GÓMEZ PASCUAL

poesía mística del siglo XXI

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1.¡Y pensar que tan notable poetisa no figura en ninguna antología!

EL SER QUE HABITA EN MÍ ME VA CRECIENDO...
EN MI SILENCIO GUARDARÉ ESCONDIDO...
AYER ME HUNDÍ. ME PUDO LA TRISTEZA...


2.María Ángeles Gómez y sus versos de ascensión

VACILA EN SU RODAR. DIFÍCILMENTE...
NO FUI YO POR MI ESFUERZO QUIEN SUBIÓ A LA MONTAÑA...


3.Disuelta en Ti, mi Amor...

ESTÁS EN MÍ, SEÑOR, EN MÍ TE ENCUENTRO...
COMO SI ME ESTUVIERAS DISOLVIENDO...
DISUELTA EN TI MI VIDA...


4.Vejez adolescente

SE ME HA ESCAPADO EL TIEMPO ENTRE LAS MANOS...
CUANDO HE PUESTO MIS OJOS EN LOS TUYOS...
PUESTO QUE EN MÍ PUSISTE TU MORADA...


5.El dulcísimo encuentro

SI YA FLORECIÓ EL ALMENDRO...
LA PAZ SE DERRAMABA EN EL SILENCIO...




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