POEMAS A LA MADRE MUERTA 4. Ya que viniste de allí

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
29 oct 2018 - 01:06
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En vísperas de la festividad de los Difuntos, sugerimos, de entrada, 62 poemas sobre la muerte y el más allá (pulsar aquí). Y siguiendo la proclamación de versos de consolación y esperanza cuando falleció la madre, presentamos hoy tres nuevos poemas, el primero de tristeza y rabia, aunque sugiriendo súplica (“Salmos, 3”, de Antonio Carvajal). El segundo evocando unos versos de mi padre poeta al fallecer su querida mamá, mi abuelita Balbina, versos esperanzados de insobornable consuelo (“In memorian. A mi madre”). Finalmente, reproduciremos “Metempsícosis” (o Reencarnación), de Torcuato Luca de Tena, que proclama una solemne declaración de amor a su madre más allá de la muerte física.

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YA QUE VINISTE DE ALLÍ

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Hace más de medio siglo, falleció en Zamora a los 68 años la mamá de mi progenitor. Muy afectado, escribió dos décimas de versos reconociendo, primero, que se sentía feliz al saber que ya estaba con Dios su madre intercediendo por el hijo. Y, posteriormente, declarando que levantaba acta de su satisfacción porque la llegada de su madre al cielo fue solo un afortunado regreso, “ya que viniste de allí”. Me gustaría observar que la teología que sustenta estos versos corresponde, es mi impresión, a la fe en un Dios Justiciero más que a la confianza en un Dios Padre. Reproduzco fotográficamente la cara A del recordatorio original.

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IN MEMORIAM

A MI MADRE

Ya no me extraña tu ausencia,

madre, pues no me condeno;

para atar mi desenfreno

Dios te llevó a su presencia.

Y vivo con la evidencia

de tu sublime servicio,

pues con gran ardor codicio

desde que emprendiste el vuelo

hacerme digno del Cielo

en ascua de sacrificio.

Esta pena que persiste

debo ahuyentarla muy pronto.

No soy hombre si no afronto

una pena que no existe;

pues si Dios, del que viniste,

me honró con tenerte a ti

fuera imperdonable en mí

deplorar con desconsuelo

el que tornaras al Cielo,

ya que viniste de Allí.

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Nicolás

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Y AHORA MIRO AL CIELO CON MEJILLAS DE LLUVIA

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Sentidos versos, casi diría dramáticos, del granadino poeta, imprescindible poeta, Antonio Carvajal. Murió la madre y expresa el hijo con fuerza su amor y su agonía. Lo primero, agradece la vida que recibió de ella: “tú me hiciste / de ti”. Pero no olvida el amor de su padre “ese otro que se fundió contigo y sois mi vida”.

Y ahora miro al cielo con mejillas de lluvia…” Le faltan las manos de ella, le faltan sus ojos: “no volverás esos tus ojos / misericordiosos a esta pobre criatura que tú hiciste” (evoca delicadamente versos de la Salve mariana en la que se reza: “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos…”). Lo más impresionante del poema: el final bronco, desesperado… “Y alzo la voz… / esta voz que te dice / madre, / no puedo perdonarte / que me dejaras solo.”

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SALMOS, 3

Te busco en esta última mañana de verano, tan grata

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a los sentidos, con jazmines en ramas y en el suelo,

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y evoco tu dolor y tus gozos

que pobremente fueron míos. Oigo el rumor del

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mundo, algo

lejano, que no apaga ni mis pulsos ni mi respiración

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y sé que vivo por tu recuerdo, porque tú me hiciste

de ti, fruto de amor y de esperanza,

y yo me sé nacido de ese amor hacia otro y de ese otro

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que se fundió contigo y sois mi vida.

Y ahora miro al cielo con mejillas de lluvia

y en el azul que empañan leves nubes

no distingo tu rostro

y me faltan tus manos que crucé en gesto último

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de súplica y entrega,

y alzo la voz, aún a sabiendas de que no puedes oírme,

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de que no volverás esos tus ojos

misericordiosos a esta pobre criatura que tú hiciste,

esta voz que te dice

madre,

no puedo perdonarte

que me dejaras solo.

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QUIERO LA MISMA MADRE

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Torcuato Luca de Tena (Madrid 1923-1999), periodista activo y creador literario, Premio Nacional de Literatura, entre otros géneros cultivó la poesía. Al año siguiente de su fallecimiento, se editaron poemas inéditos (Planeta, 2000) de gran calidad, entre otros la serie titulada “Poemas para después de muerto”. El titulo siguiente, “Metempsícosis”, responde a estos últimos años de deterioro físico, en los que se privilegia más que nunca la excelencia del alma frente a la degradación del cuerpo senil.

En el soneto “El alma quiere liberarse del cuerpo muerto” sus tercetos dicen así: “Me sobrecoge de mi mano el frío / y en mi pecho me espanta la quietud. / Quiero salir de aquí, de este vacío. / Mi destino está en otra latitud. / Aparéjame, Dios, otro navío / y deja para el cuerpo el ataúd.” La lectura inocente de “Metempsícosis” parece referirse a la reencarnación del alma en otro cuerpo a la hora de morir, siguiendo teologías orientales. Pero también podría tener otra lectura cristiana heterodoxa, lírica, como serían los versos presentes. “Cuando vuelva a nacer…” repite emocionado, para suplicar a Dios la misma madre en una sucesiva encarnación del alma

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METEMPSÍCOSIS

Cuando vuelva a nacer

ya no quiero ser pájaro,

ni mariposa ingrávida,

ni delfín: esa flecha

que hace pequeño al mar.

Cuando vuelva a nacer

ya no quiero ser nada

-río, pirata, cedro¬

de cuanto yo soñé

siendo mozo y poeta.

Cuando vuelva a nacer

quisiera ser el niño

que no soy y que he sido

y sentirme de nuevo

ceñido por los brazos

enormes de mi madre,

inmerso en su mirada

como están las más débiles

y pequeñas estrellas

en la mente de Dios.

Si acaso no es posible

complacer este anhelo

-¡lejano Dios silente!-

y alguien que no ha nacido

ya está predestinado

para ser el que soy...

no me importa ser otro

con otro cuerpo y con

un destino distinto...

¡pero no me hagas otros

los brazos que te pido!

Cuando vuelva a nacer

quiero la misma madre,

su misma voz que calme

mi terrible pavor

de volver a la vida.

Sus mismos ojos fijos

serenando mis miedos

y sus brazos iguales

sirviéndome de cuna.

¡Aunque yo sea otro

cuando vuelva a nacer!

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POEMAS A LA MADRE MUERTA

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Cantan poetas a quien les dio la vida

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1. Esperanza de un reencuentro

MADRE, de Celso Emilio Ferreiro

LA MADRE, de Giuseppe Ungaretti

NO SEAS NIÑA, MADRE, de Ramón de Garciasol

2. Sigue viva en el hijo

UNIDAD, de Pilar Paz Pasamar

SE DIJO QUE UNA MADRE HA MUERTO, de Roberto Cabral

3. En las manos de Dios

COMO A UNA HIJA REINA, de Jesús Mauleón

DIME TÚ CÓMO ES DIOS, de Jesús Mauleón

HAGAMOS UNA FIESTA, de Jesús Mauleón

4. Ya que viniste de allí

IN MEMORIAM, de Nicolás de la Carrera del Castillo

SALMOS 3, de Antonio Carvajal

METEMPSÍCOSIS, de Torcuato Luca de Tena

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