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Soledad Cavero. MAR VERDADERO 2

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Conocemos ya tres poemas de Soledad, seleccionados de “Mar verdadero” (pulsar aquí). Reproduciremos tres últimos títulos. Como el notable poeta Leopoldo de Luis escribió una breve pero intensa nota inicial para el poemario, me permito presentar sin interrupción una amplia y precisa descripción de la poesía religiosa de Soledad ungida de comprensión y amor por la luminosa intuición del crítico cordobés:

“Soledad Cavero escribe un libro místico. Su poesía se plantea entre Dios y yo, esto es: ella en relación con la Divinidad, con unos elementos de sabor panteísta. Dios está en las estrellas, en los atardeceres, en el paisaje, en su propio corazón. Se le siente invisible, como un aura consoladora. Porque esta poesía es una poesía de menesterosidad. Se acude a un Dios-amor, a un Dios-compañía. Por eso los poemas resultan conmovedores. Sentirse amparada por Dios, a través de las cosas, fundida y hermanada al mundo en un mismo fervor. Todo gira hacia Él, de quien todo depende. Y la entrega: como una novia o como una niña.”

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QUIERO SENTARTE A MI LADO ESTA NOCHE

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Amorosa y desgarradora imprecación al Padre, al “Padre mío”, en tiempo de desolación, de noche oscura (“quiero sentarte a mi lado esta noche”). Reclama angustiosamente una presencia, acaso invisible pero muy próxima (“aunque no te vea en esta soledad deshojada / ni palpe tu mano en mi hombro / son necesarios estos huecos...).

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VEN, PADRE MÍO, MÁS CERCA...

Ven, Padre mío, más cerca,

quiero sentarte a mi lado esta noche

en que cae la nieve en las losas más frías

y rezuma la bruma a través de este olvido.

Sí, caen los copos más grises,

cae la niebla más roja.

Siento cómo cala mis huesos

la oquedad del vacío

y cómo se adentran en mis venas

esos cisnes que me llevan a un muro

y confunden los lotos que navegan conmigo.

Mas,

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aunque no te vea en esta soledad deshojada

ni palpe tu mano en mi hombro,

son necesarios estos huecos

donde Tú, Dios, nos reclamas

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con mucha más fuerza.

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CAYÓ UNA PLUMA EN MIS MANOS

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Hábil constructora de relatos, nos refiere Soledad un suceso aparentemente trivial, pero henchido de mensaje. Anotó Leopoldo de Luis sobre estos poemas: “Lenguaje cuidado, delicadeza expresiva. Ritmo interior que da al verso modulación grata. La poesía se alza para formular un mundo íntimo, donde las flores y los pájaros hablan de Dios, y la poetisa es una breve hoja enamorada, trascendida al otoño del misterio.”

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PRESIENTO...

Presiento

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que Tú me espiabas detrás de los árboles

para ver cómo admitía tu mensaje divino,

cuando al salir al jardín

cayó una pluma en mis manos

y miré hacia arriba

con mis ventanales abiertos.

Pensé que podía ser de una paloma

o de una gaviota extraviada,

pero luego

con mis ojos llenos de estrellas,

vi que también podías ser Tú

que posabas en mí tu inmaculada blancura.

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CÁNTAME, PADRE MÍO, UNA NANA

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Podría referirse a estos versos Leopoldo de Luis cuando señalaba en su prólogo de “Mar verdadero”: “Esta poesía es una poesía de menesterosidad. Se acude a un Dios-amor, a un Dios-compañía. Por eso los poemas resultan conmovedores. Sentirse amparada por Dios, a través de las cosas, fundida y hermanada al mundo en un mismo fervor. Todo gira hacia Él, de quien todo depende. Y la entrega: como una novia o como una niña.”

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CUANDO VAYA HACIA TI...

Cuando vaya hacia Ti

prepárame en tus brazos una cuna

y cántame en tu regazo una nana.

Quiero sentirme arrullada en tu mar espacial,

jugar en la brisa sin estos vestidos

que se enganchan sin querer en las zarzas.

Cántame,

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cántame, Padre mío, una nana

bajo el cristal de tu música,

deja que vengan los ángeles con llaves de oro

a recibir la niña que regresa contigo.

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“RÁFAGAS”

Para recibir información sobre el original y divertido ensayo de Soledad Cavero “Ráfagas, pulsar aquí.

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