LA ACTUALIDAD DE LA CARTA A LOS GÁLATAS DE SAN PABLO: PARTE I

Carne y Espíritu

En la carta a los Gálatas San Pablo escribe: “Vosotros hermanos, habéis sido llamados a la libertad; pero cuidado con tomar la libertad por pretexto para servir a la carne, antes serbios unos a otros por la caridad. Porque toda la ley se resume en este solo concepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero si mutuamente os mordéis y os devoráis, mirad que acabaréis por consumiros unos a otros. Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. Porque la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne, pues uno y otro se oponen de manera que no hagáis lo que queréis. Pero si os guiais por el espíritu, no estas bajo la Ley. Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría., hechicería, odios, discordias, celos, iras, rencillas, discusiones, divisiones, envidias, homicidios, embriagues, orgia y otras como estas, de las cuales os prevengo, como antes lo hice, que quienes tales cosas hacen no heredarán el reino de Dios. Los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra estos no hay Ley…. No seamos codiciosos de la gloria vana provocándonos y envidiándonos unos a otros” (Gl. 13-26).

Interpretación actual de lo que San Pablo llama “carne”.

Paul McLean, neurocientífico americano, creó la teoría de que el cerebro ha experimentado tres grandes etapas en la evolución: el reptiliano viejo e interno, que controla las funciones básicas de la supervivencia, el límbico, medio, responsable de las emociones y el cortex, externo, responsable de la lógica, aprendizaje, lenguaje pensamientos y personalidad.

El cerebro reptiliano responde especialmente a estímulos visuales no a palabras, busca lo que es familiar y concreto, está centrado en sí mismo no tiene empatía ni paciencia,, responde a las emociones.

El cerebro reptiliano es la parte más antigua del cerebro, aparece en los reptiles hace unos 500 millones de años. Corresponde a los lagartos, tortugas, serpientes y cocodrilos. Para manejar la supervivencia deben saber huir y pelear, su función es actuar. Es una conducta instintiva programada y poderosa, resistente al cambio, supone comer, beber, sexo, territorialidad, protección, cobijo. Se sitúa en el puro presente y es pura impulsividad.

Sin embargo, el cerebro reptiliano es asumido de alguna forma por el límbico y luego por el cortex. Toda esta herencia filogenética, toda esta historia evolutiva guardada en nuestros genes, la denomine, como uno de los principales egos inconscientes de nuestro ser, “el ego reptilico” que se manifiesta en el ser humano como egocéntrico, agresivo, jerárquico, dominador, de sexualidad no personal, fetichista, obsesivo, ritualista, codiciador o sea corresponde a lo que San Pablo denomina la “carne” (ver en mi blog “Una nueva antropología”).

Interpretación actual de espíritu

El otro ego inconsciente es el “espiritual” que emerge al final de nuestra evolución y se manifiesta como una apertura al amor, al arte, la ciencia, la solidaridad, la misericordia. Este es el ego más profundo del ser humano porque es el fundamento de su realidad personal, como ser libre y responsable, capaz de pensar críticamente, capaz de buscar la verdad y la justicia. A este ego San Pablo lo denomina simplemente Espíritu. Evidentemente el “ego reptílico” tiene tendencias contrarias al “ego espiritual” y este contrarias al ego reptilico.

La realidad humana y social

Patrick Renvoise en su libro “Neuromarketing. Undestnading the “Buy Buttons” in your customer’s brain” opina que el 99% de nuestras decisiones no las toma la razón, sino el instinto. La razón busca los motivos para justificar las acciones, las que ha elegido predominantemente nuestro ego reptilico.

Sabemos que las decisiones “libres” que tomamos normalmente se fundamentan en un 80% en información subconsciente. La captación de información por el subconsciente fue de gran importancia en la evolución humana. El resultado de una decisión puede ser codificado en el cerebro, al menos 10 segundos antes de ser consciente. Este tiempo es necesario para que una red de zonas de control de alto nivel prepare la misma. Aquí juega nuestra experiencia y vivencias anteriores. Así, las personas cuando existe una explicación diferente a nuestra intuición subconsciente, el cerebro no la permite. No la deja penetrar. Preferimos escuchar lo que queremos escuchar, leer lo que queremos leer, y opinar lo que queremos opinar.

De esta forma el mito de la elección racional, para entender y modelar el comportamiento económico y social como lo sugirieron los liberales y neoliberales Becker y Friedman, no se sostiene.

La elección racional niega la empatía que es la habilidad instintiva de colocarse en el lugar del otro. Una científica alemana Tania Singer explica que potenciando la empatía se conseguirá un mundo mejor. La empatía se fundamenta en el ego espiritual de la solidaridad. Incluso en el último Foro Económico de Davos defendió una economía protectora, basada en la cooperación y la compasión en lugar de en la competición Spenceriana, como es actualmente, siguiendo el darwinismo social que valora fundamentalmente el ego reptílico, que es individualista y egoísta, bases del neoliberalismo.

Este y otros hechos estudiados por la neurociencia, ha llevado a un científico español: Rafael Yuste, a proponer un proyecto de mapear el cerebro humano, que el presidente Obama en Abril de 2013 aprobó lanzando el programa BRAIN initiative.

En una entrevista a “Las Últimas Noticias” de Chile, el 12/01/2016 el Prof. Yuste explicaba que este proyecto iría a dar beneficios como el proyecto genoma humano que por cada dólar invertido por USA logró una repercusión de 125 dólares con la industria de biotecnología y genómica.

Pero, cuando le preguntan ¿Por qué es tanto el vacío de conocimiento respecto del cerebro? Él responde: “…queremos en el programa Brain: desarrollar métodos tecnológicos que nos permita controlar el cerebro". Así como podemos controlar naves espaciales que van a Marte, queremos controlar el cerebro humano”. Sin dudas, el ego reptilico de algunos países poderosos sabrá aprovechar esta idea.

Ellos saben que controlando el “ego reptilico” individual, pueden controlar, al menos potencialmente, el cerebro y el aspecto más negativo del ser humano para dominarlo, y así dominar el mundo, como dominan el mercado por el neuromarketing y cada vez más la política empleando las neurociencias.

Sin embargo, para nuestra tranquilidad, un catedrático emérito del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) Marvin Minsky, uno de los pioneros de la inteligencia artificial, afirma que las enormes sumas que USA y Europa gastaran en los megaproyectos de investigación del cerebro llevará a errores que serán difíciles de corregir en el futuro y propone estudiar primero el cerebro de animales pequeños como la libélula.

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