"Algunos gurús, borrachos de poder, afirman que la experiencia erótica contiene virtualidades 'místicas'" Aclarando significados: Sexual/sexuado

La manzana de Eva
La manzana de Eva

"En nuestra cultura occidental, durante siglos, el área de la sexología y sus entornos, ha permanecido bajo llave, dentro de un baúl designado como tabú/misterio/sagrado/intocable"

"Las llaves de dicho  baúl (metafórico), con demasía han estaban en poder de algunos gurús, los cuales socialmente se atribuían el derecho exclusivo, y no porque supieran sobre el tema más que cualquier otro humano, sino porque detentaban el poder religioso y/o civil"

"La condena y blandir la espada del pecado y del infierno no son la respuesta adecuada para librar a menores y adultos de la ignorancia"

En encuentros con amigos tertulianos, me han preguntado en diferentes ocasiones si existe alguna diferencia o matiz entre términos como sexual y sexuado. No es extraña ni superflua la pregunta, porque la precisión en el lenguaje es siempre importante, y resulta fundamental en los temas que pueden llevar a confundir "churras con merinas". 

En nuestra cultura occidental, durante siglos, el área de la sexología y sus entornos, ha permanecido bajo llave, dentro de un baúl designado como tabú/misterio/sagrado/intocable. Solo les faltó poner al lado de la cerradura una calavera cruzada, anunciando peligro de muerte. Las llaves de dicho  baúl (metafórico), con demasía han estado en poder de algunos gurús, los cuales socialmente se atribuían el derecho exclusivo, y no porque supieran sobre el tema más que cualquier otro humano, sino porque detentaban el poder religioso y/o civil.

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Bebé
Bebé Alex Bodini

Pues bien, si tenemos claro que a todo animal, (racional e irracional), la naturaleza le ha dotado de órganos genitales (a machos/masculinos y a hembras/femeninos), sabremos que la animalidad se rige por el instinto y funciona con automatismos hormonales que crean los llamados períodos estacionales y de celo. A estos niveles instintivos, los racionales y los irracionales, sentimos de forma bastante similar.

Pero al dar el salto y hacer referencia a los animales racionales, hemos de tener muy claro que, en la especie humana, el cerebro desarrollado crea una gran diferencia y se convierte en el órgano sexual, que no genital, capitaneando la nave de nuestra conducta. Y aquí tenemos la clave (llave): la plasticidad de nuestro cerebro está esperando formación adecuada mediante la información pertinente, pero ésta ha fallado y sigue fallando en la actualidad.

Cuando nuestro cerebro, timonel de nuestras conductas, también de la conducta sexual, no recibe desde la infancia la información/formación adecuada (ética y cívica), en la práctica va a moverse con la conducta (tantas veces irracional), como un primate superior, pero no como un humano evolucionado; y, al estar en celo continuo, una vez alcanzado el desarrollo puberal, deseará aparearse porque siente la llamada del instinto a través del torrente hormonal y, si no tiene el freno adecuado en su cerebro, fácilmente confundirá el estar abierto a la vida con estar abierto al embarazo.

Tal confusión sólo es aceptable entre animales irracionales y en las granjas de reproducción animal; entre humanos racionales todos conocemos la consecuencias trágicas de tal desatino, y más cuando siguen prohibiéndose y condenándose el uso responsable de los anticonceptivos, cosa que nunca he entendido. Un adolescente no tiene capacidad para enfrentarse responsablemente a la maternidad/paternidad. ¡Fallo estrepitoso de la educación y de la formación ética/moral!

Las instituciones y muchos de sus representantes, carecieron de esta información básica sobre la materia, hasta época muy reciente. Hace poco más de medio siglo se ignoraba que toda mujer viene al mundo con dos ovarios llenos de ovocitos, que, una vez alcanzada la pubertad, cíclicamente irán madurando y podrán ser fecundados tras un encuentro fortuito o deseado con los espermatozoides masculinos. En la cópula la mujer aporta el 50%  (óvulo) a la generación, y no es un simple tiesto donde crecerá la semilla del varón. Invito al lector curioso a la lectura reposada del profesor John T. Noonan, (1965), Contracepción: la condena y blandir la espada del pecado y del infierno no son la respuesta adecuada para librar a menores y adultos de la ignorancia.

Contracepción

A los humanos no se nos puede gobernar con la amenaza, el miedo y la culpabilización, armas usadas profusamente antes y, lamentablemente aún ahora. Tenemos, lo repito, un cerebro bien desarrollado y de una plasticidad excepcional que está esperando información veraz, con la que el propio sujeto, acompañado y guiado por los padres, luego educadores y siempre por ese timonel sensato que es su cerebro, podrá ir haciendo opciones adecuadas, alejándose del primitivismo típico de los irracionales y de los simios y primates avanzados.

Pocas veces y por personas bien formadas se ha dicho sin rubor a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes que la sexualidad, su sexualidad, lo mismo que su personalidad, de la que aquélla forma parte importante, es un valor que necesita cultivarse y educarse adecuadamente para madurar como personas sanas y bien equilibradas, con capacidad para vivir y convivir socialmente, respetando a los demás y haciéndose respetar.

El respeto y no el miedo y el temor es lo que hay que inculcar desde que nacemos y hasta que nos morimos. Educar en el autorrespeto y en el respeto al prójimo es el primero y fundamental mandamiento de toda educación, sí, también de la educación sexual. Y tan chabacano y estúpido resulta querer impartir clases de masturbación, como seguir prohibiendo y asustando con el infierno a los niños y adolescentes que se masturban, muchas veces sin ellos saber el porqué. 

¿Alguien –pregunto– se ha cuestionado el hecho, que no consta en ninguna estadística y por eso nadie lo cita y se da por no existente, pero es real como la vida misma, el hecho de que muchas niñas y niños han sido manoseados en sus genitales desde recién nacidos hasta los 3-4 años, como una forma de relajarles y de dormirles, (siendo bien pensado, que hay casos en los que no lo soy), dejándoles condicionados de por vida? Es claro que un baño de agua tibia y con gel y esponja relaja al infante, (¡que no sabe hablar, ni protestar, ni denunciar…, jadea y ríe…!), y, por supuesto, también  relaja a cualquier adulto; pero éste sabe lo que hace y lo hace cuando le place y sin problema alguno.

Son dos conductas muy diferentes: una inducida y sin permiso, abusando del cuerpo de un bebé-infante; la otra es conducta de un adulto que lo hace porque lo necesita o por puro placer. La conducta con el infante es delictiva y existe, pero los delincuentes no suelen autodenunciarse, a lo sumo se confiesan, lo que no arregla el daño causado y, además, nunca sale en las estadísticas ni se enteran los jueces. ¿Por qué se habla y se escribe tan poco de las violaciones dentro del ámbito familiar? Sabemos que son las más numerosas, pero no porque los autores se autodenuncien; más bien porque, a través de las denuncias de la delincuencia del clero, menos numerosa que la del ámbito familiar, las víctimas van saliendo, muchas con miedo y temblor, de la caverna infernal que las amordazaba y silenciaba…

Abusos
Abusos

 ¡Hay miles de víctimas que no salen en la prensa, ni en las estadísticas, ni falta que hace, pero eso no debe  servir de pantalla de ocultación para que unos y otros (clero y familia, ambos delincuentes), nos quieran hacer pasar por mentirosos a los que lo estamos denunciando todos los días y diciendo que el número de violaciones ocultas es exponencial. No invento nada. Hablo de lo que sé y me callo mucho por secreto profesional.

Las prohibiciones que desde muy antiguo han pesado y siguen, de alguna manera, pesando sobre el valor del sexo y de la sexualidad, en nuestra cultura, han dado lugar a gateras de fuga, para buscar salida a la potencia reprimida, y creándose un doble lenguaje o metalenguaje para hablar o referirse a aquello de lo que no puede hablarse o para hacer referencia a lo que está prohibida toda referencia. Bastaría echar una ojeada a los cinco tomos de la Enciclopedia del erotismo de Camilo José Cela para darnos cuenta del lenguaje creado para burlar el silencio impuesto socialmente a esta materia decretada como 'tabú'.

Los siglos de silencio y acceso restringido y culpabilizante han sido un uso indebido (abuso) de poder y,  como tal abuso, nunca ha solucionado adecuadamente el problema; más bien lo ha acrecentado sumando sufrimiento, angustia, miedo y conductas desviadas, amén de muchos abandonos de la creencia religiosa por el silencio consentidor de algunas autoridades, siempre más preocupadas por el buen nombre de la Institución, que por el auxilio y escucha a las víctimas.

Los lenguajes encriptados, casi de burdel, que dicen sin decir, es decir: mal-dicen y escupen rabia contra los malditos abusadores, sean estos del color que sean y vistan bata blanca o bata negra, son siempre maldecidos por todo el sufrimiento que nos han impuesto con sus ideologías carentes de fundamento y henchidas de poder malsano.

Si nos retrotraemos a los orígenes, a  nuestros ancestros, observaremos que el hombre primitivo (silvestre, montaraz, cavernícola o campestre), ve, observa y vive en su entorno natural, lleno de realidades y símbolos sexuales (ciclos lunares, tierra madre, bosque frondoso que florece y da frutos, animales salvajes que se reproducen y cobijan en cubiles o cavernas…). El rey de la creación, con su cabeza pensante, aprende a diario de lo que le rodea.

Rupnik, durante la entrega de su doctorado
Rupnik, durante la entrega de su doctorado

Muchos años después, (aun hoy, en muchos lugares), algunos gurús, maestros, chamanes, pastores, borrachos de poder y poco instruidos en ciencias, casi nada en sexología, afirman que la experiencia erótica contiene virtualidades 'místicas'. (Vean las historias de los hermanos Philippe, op, de Jean Vanier, de M. Rupnik, jesuita esloveno…). La sociedad moderna, urbanita e industrial, vive su realidad sexual lejos de mitologías y simbolismos, diríamos que de forma natural, casi a ras de asfalto; pero en palabras de mi antiguo profesor Dr. E. Vilanova (1968), "esto en absoluto quiere decir que el hombre moderno no se reconozca como sexual y sexuado". 

La distinción entre estos dos términos, según los estudiosos, el primero va referido al ejercicio concreto de la sexualidad genital, mientras que la persona sexuada, además del libre ejercicio de su relación sexual en pareja o simplemente en soltería, es la que  "asume de una manera consciente y plena la sexualidad en todas las relaciones interpersonales; sin complejos ni temores, sabe relacionarse con el otro, con los otros, por encima de impulsos eróticos e imaginarios, con absoluto respeto a la alteridad".

En nuestra historia más cercana, parece que una buena parte de nuestra sociedad ha desmitologizado y desacralizado tanto lo erótico como lo sexual, recuperando el aspecto natural, al tiempo que se reconoce como sexual y sexuado. En nuestra Europa, entre nosotros, se va adquiriendo, poco a poco, en unos más rápido que en otros, un comportamiento humano con una sexualidad desprovista de resonancias místicas y de significaciones sagradas.

Hoy podemos hablar sin retruécanos del embarazo, de los partos, de la paternidad y maternidad responsables, de la concepción y de los anticonceptivos, de las hipospadias y de las ginecomastias, de los órganos genitales con la misma naturalidad con la que hablamos del codo, las rodillas,  de la garganta o el oído, consultando en el diccionario o en internet, sin miedo a ser tildados de pervertidos. Saber nos hace más cultos y menos imprudentes; cualquier cosa menos la ignorancia, pues ésta hace tanto daño como el hambre, y es la pobreza que acecha a la sociedad del internet y de la poca lectura.

Felizmente hemos pasado del infantilismo tabúico en el que millones de personas vivieron su sexualidad como algo peligroso, injustamente castradas por el miedo; pero aún deberíamos corregir hoy ciertos tics  de maniqueísmo hipócrita en nuestra sociedad, que invita con manga ancha de progre a "hacer lo que quieras, procurando que no se note mucho". La buena educación no consiste en parecer legal y educado, sino en ser, siempre y en cualquier circunstancia, respetuosos, frenando la bestia que relincha y cocea. Los buenos jinetes calzan espuelas para estimular y no para clavarlas en el vientre de nadie, ni siquiera de un burro.

Abusos entre los jesuitas portugueses
Abusos entre los jesuitas portugueses

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