"¿Las misas televisadas, siempre obispales, cardenalicias..., son cobradas?" Antonio Aradillas: "Este no es el CAMINO"

Martínez Camino
Martínez Camino

"A la santa misa del domingo 26 de abril y retransmitida por “La Dos” de TVE, con trabajo y dificultad se le podría aplicar el dato de 'celebración eucarística'"

"La altisonancia de la voz, el tono adoctrinador y "doctoraloide", el cambio de la mitra y del solideo, el acento con el que intentaba subrayar las más sacrosantas palabras consagratorias del Cánon…"

¿Por qué siempre, o casi siempre, serán los obispos y arzobispos, y más si son cardenales, sus celebrantes o presidentes de la ceremonia?

¿Por qué no los curas, y más los de los pueblos, con inclusión de aquellos que tienen otra carrera, profesión u oficio, de los que precisamente viven?

El Camino de la reforma litúrgica que lleva y hace "misas" a las misas, está por recorrer todavía. Es largo, molesto y tedioso para muchos. Es ritual. Y lo ritual imprime carácter y es lo que salva

Camino –“vía por donde habitualmente se transita, especialmente si es de tierra apisonada y sin asfaltar”-, gramaticalmente no es escribe con letras mayúsculas. Se emplean las minúsculas. Y basta y sobra echarse a andar o correr por él, y ya está. Pero en este caso, yo lo escribo con todas las letras mayores, por lo de las referencias al texto evangélico de “Camino, Verdad y Vida”, también a un determinadolibro de referencias espirituales muy cualificadas, sin extraterritoriar el apellido de un determinado obispo, que lo fue casi todo en anteriores tiempos cardenalicios en la Conferencia Episcopal Española –CEE- y en la archidiócesis de Madrid, aunque al día de hoy resulta difícil diseñar sus perfiles, entre otras razones porque es “auxilíar” de quien no fue su “auxiliador”, por lo que su actividad pastoral diocesana fue hasta ahora más de “clérigo vago”, en conformidad con el Código de Derecho Canónico.

Y con estos preámbulos, paso a comentar una de las misas celebradas por él en la capilla de la Conferencia Episcopal Española, el domingo 26 de abril y retransmitida por “La Dos” de TVE, en conformidad con los pactos concordatarios y, por tanto, “oficiales” y aún de superior “autoridad” a que la que confiere “La Trece”. Siento mucho defraudar a no pocos “católicos, apostólicos y romanos”, por lo de que, en los tiempos de receso “coronavírico” en los que nos encontramos, y en los que se creen algunos obligado a “cumplir el precepto dominical de “oír, o asistir, a misa con devoción”, han de practicar tan sagrada actividad en sus respectivos domicilios al llegarles la señal por RTV, por la radio o por otros “inventos” habidos y por haber, sin faltarles ni siquiera el encendido de las velas…

A la santa misa, oficiada ese día por el referido obispo, con trabajo y dificultad se le podría aplicar el dato de “celebración eucarística”, algo que no ocurre con las misas celebradas, por ejemplo, por el papa Francisco, cuya sola presencia, gestos, figura, ceremonias y ritos ya son y se presentan de por sí, sagrados, aunque todas ellas demanden una buena revisión y reforma, en conformidad con el Vaticano II y las exigencias de los tiempos nuevos.

El señor obispo de mi santa misa dominical actuó como todo un pontífice de los rituales antiguos, aunque “en castellano”. En la homilía, por más señas, leída, no hizo alusión alguna a los “coranovirus”, como si estos no existieran y no estuvieran causando tantas lágrimas y tantos dolores en el mundo católico y no católico, con sus consecuencias nefastas patológicas, civiles, religiosas, políticas, económicas… Algo así como si viviera, o quisiera vivir ya, en el mejor de los mundos, lo que, por lo visto, es la hospedería preferida también por miembros de la jerarquía eclesiástica… La altisonancia de la voz, el tono adoctrinador y “doctoraloide”, el cambio de la mitra y del solideo, el acento con el que intentaba subrayar las más sacrosantas palabras consagratorias del Cánon … aparentaban corresponderse más con las propias de una “función”, que con las amistosas de una reunión - “Ecclesía”- conmemorativa de la Santa Cena, en la que se parte, reparte y comparte el pan de la Eucaristía..

Misa 26 de abril

Y, además de insistir un servidor una vez más, en la necesidad de reformar la liturgia me formulo, aquí y ahora, entre otras, las siguientes preguntas que se harían los “televidentes” asistentes (¿?) a esta misa:

¿Por qué siempre, o casi siempre, serán los obispos y arzobispos, y más si son cardenales, sus celebrantes o presidentes de la ceremonia? ¿Por qué no los curas, y más los de los pueblos, con inclusión de aquellos que tienen otra carrera, profesión u oficio, de los que precisamente viven? ¿Por qué, aun en tiempos del papa Francisco, todavía los obispos “oficiantes” han de ser de la misma “cuerda” pastoral y teológica? ¿Por qué dicen siempre lo mismo, tardan tanto en “predicar” la homilía y riñen y condenan, mucho más que alaban y salvan? ¿Qué actualidad “homilética” tendría la descripción de los santos personajes que componen el “retablo” de la capilla de la CEE. en la que celebraba la misa el obispo?. Por cierto, y solo por curiosidad de la buena y con la mejor de las intenciones, ¿cobran las misas los celebrantes de las “televisadas”? ¿Cuál es su estipendio?

Otra pregunta que se formularían los “televidentes” castellano y leoneses, sería la siguiente: ¿Por qué, a su tiempo, rechazó este obispo el nombramiento para presidir las diócesis de Segovia, de Zamora o de Palencia? ¿Fue por humildad o fue por soberbia?.

El Camino de la reforma litúrgica que lleva y hace “misas” a las misas, está por recorrer todavía. Es largo, molesto y tedioso para muchos. Es ritual. Y lo ritual imprime carácter y es lo que salva, en conformidad con lo que aún se nos predica en buena parte de la Iglesia triunfante.

Desdichadamente, una vez más y por televisión, la misa no es MISA, ni camino el CAMINO.

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