"La todopoderosa Curia, objetivo en el horizonte renovador del Francisco" Aradillas: "A los laicos y laicas deberían abrírseles ya las puertas del cónclave"

Puertas del cónclave
Puertas del cónclave

"La Iglesia resulta ser la entidad en la que la mujer habrá de sentirse postergada, minusvalorada y además, avalada tal situación con razonamientos que se dicen 'sagrados'"

"El colectivo de los obispos no es hoy respuesta de salvación, de luz y de evangelio para sus diocesanos, con inclusión de su clero 'secular' o 'regular'"

Con humildad, decencia y sentido de Iglesia puede asegurarse que, de los muchos y graves entuertos que definen institución tan sagrada, el papa Francisco está siendo su desvelador y purificador. “Iglesia” y “entuertos” jamás debieran haber establecido el contumaz contubernio que en la actualidad se registra. Pero, como nadie es perfecto, y de tal pronombre indefinido –“nadie”,- ni el mismo Bergoglio, está exento, probablemente no estarán de más estas sugerencias.

La política eclesiástica jamás decidirá el nombramiento de nuncios y obispos, estos, a veces en contra, y siempre, sin intervención alguna del pueblo y de sus sacerdotes, tal y como hoy acontece y sin que en el horizonte de la gracia de Dios se vislumbre solución, que de alguna manera pudiera adjetivarse de democrática. El colectivo de los obispos no es hoy respuesta de salvación, de luz y de evangelio para sus diocesanos, con inclusión de su clero “secular” o “regular”.

El entuerto –“desaguisado referido a una acción hecha contra la ley o contra la razón”- con la mujer, respecto a la Iglesia, es indefectible e indecentemente frágil. La Iglesia resulta ser la entidad – colectividad o empresa-, en la que la mujer habrá de sentirse postergada, minusvalorada y además, avalada tal situación con razonamientos que se dicen “sagrados”.

Cónclave
Cónclave

(Redacto estas líneas bajo la influencia adoctrinadora de dos “ilustrísimos” jerarcas, que fundamentan la discriminación femenina, uno a consecuencia de su relación directa con Satanás, y otro, con la ausencia del “devoto sexo femenino” en los cuadros de la Santa Cena, con olvido reiterado de admitir y justificar su presencia al menos en la preparación de los platos y en la limpieza de la mesa…)

Aún reconociendo los esfuerzos encorajinados del papa Francisco a la total observancia de “tolerancia cero”, católicos y no católicos les exigen bastante más ante el desolador panorama de la pederastia, de abusos y abusadores eclesiásticos, aún del alto –“bajo” y deprimente- rango en la escala de los títulos y capisayos “principescos” del colegio cardenalicio.

Por cierto que, debiendo pensar también ya en la temporalidad de su actividad pontificia, por vitalicia que canónicamente esta sea, en la renovación del sacro colegio en cuyo conclave se elegirá su sucesor, se esperaba que el papa renovara con más acentuada proyección de futuro a sus miembros, facilitándole así el camino al mismísimo Espíritu Santo. A los laicos, laicas, sacerdotes, monjas y monjes… podrían – deberían- abrírseles ya las puertas -cum clave”-, e instarles a participar en misión tan sagrada.

Por el momento, y con la mayor presteza posible, el celibato opcional y otros “peccata minuta” para el clero y obispos, con su habitual residencia palaciega, no debiera seguir siendo todavía cuestión decisiva en el organigrama de la Iglesia, de cuya existencia están impasiblemente pendiente la fe de algunos cristianos y hasta colectivos piadosos y “espirituales”.

El entuerto de la “Iglesia pobre y de los pobres”, y su triste contra- testimonio de “rica y de los ricos” merece por sí solo, larga profunda y comprometida reflexión, al igual que el de la liturgia y el catecismo oficial en su vertiente dogmática y ético- moral. Equipados hoy con tales enseñanzas, difícilmente será posible ejercer de ciudadanos y de cristianos de a pie.

El entuerto al que se ve obligado el papa Francisco a afrontar cuanto antes se concentra en todo lo que significa el padre Arrupe, que fuera Superior General de la Compañía de Jesús, hoy, y por fin, feliz referencia de su misión pontificia. En la misma caben –y cabrán- los nombres de tantos y tan eximios teólogos y pastoralistas sacrificados por aquellos a quienes se les indigestó el concilio Vaticano II, valiéndose hasta de la inmisericorde  xpulsión anti laboral e injusta de sus cargos, ministerios y oficios, sin posibilidad de recursos legales y de los otros.

La todopoderosa Curia romana, corruptible y corrupta, y el mismo estatus y pervivencia de los Estados Pontificios, comienzan ya a presentarse evangélicamente como objetivos en el horizonte renovador del papa Francisco. ¡Que así sea¡

Las urnas del cónclave
Las urnas del cónclave

Volver arriba