"A la mayoría de ellas les faltan piedad y les sobran vanidades" Antonio Aradillas: "Las Primeras Comuniones precisan reforma urgente para ser mínimamente religiosas"

Llegan las Primeras Comuniones
Llegan las Primeras Comuniones

"Deja automáticamente de ser comunión cualquier representación de rito litúrgico en la que los gastos excesivos se justifiquen como algo normal"

"Capítulo aparte, por lo esperpéntico, significativo, irreal y anti litúrgico, es el relativo a los trajes y vestidos de los niños y de las niñas comulgantes..."

Vaya por delante, y sin excusas ni pretextos, que  el título de mi reflexión no es otro que el de lisa y llanamente el de “Las Primeras Comuniones por lo civil”. Y es que, a punto ya de clausurarse el ciclo de las Primeras Comuniones celebradas en parroquias y en capillas de colegios llamados religiosos, considero tarea ineludible aportar algunos elementos de juicio que contribuyan al examen de conciencia necesario en hechos y en acontecimientos de tanta relevancia en la educación de la fe. Ni es, ni podría ser otra mi intención.

En general, y reconocidos los esfuerzos de determinados padres, padrinos y educadores en la correcta orientación y dirección cristiana, la conclusión a la que se llega respecto a las Primeras Comuniones, es la de que estas precisan reforma substantiva y urgente para ser, y poder considerarse, como actos mínimamente religiosos. Tal y como hoy se programan y realizan, bien pudieran borrarse sus fechas del calendario de actividades catequísticas.

A la mayoría de ellas les faltan religión, piedad, liturgia y aún comunión. Les sobran, por supuesto, sociología, vanidades, ritualismos y serias y efectivas intenciones por epatar, y aún superar, abrumadoramente al resto de los/as comulgantes.

Deja automáticamente de ser comunión cualquier representación de rito litúrgico en la que las vanidades , los gastos excesivos -hasta tener que endeudarse las respectivas familias-, los convites y consiguientes convocatorias de payasaderías infantiles y demás parafernalias se justifiquen como algo normal, para cuyo reparto equitativo económico que supone, sea explicable subrayar en la invitación el número de la cuenta corriente bancaria de los padres…

Niños vestidos de marinero para su primera comunión
Niños vestidos de marinero para su primera comunión

Capítulo aparte, por lo esperpéntico, significativo, irreal y anti litúrgico, es el relativo a los trajes y vestidos de los niños y de las niñas comulgantes. ¿Pero cómo es posible, y en qué cabeza cabe, que educadores y sacerdotes sigan consintiendo, y aún fomentando, el uso en los niños de trajes de marineritos, Almirantes, Capitanes Generales, Grandes Maestres de las Órdenes Militares… y, en niñas, de estrellas rutilantes de las señoritas habituales en las pantallas del cine o de las televisiones, en programas de grandes audiencias?

¿En cuantas sesiones de Primeras Comuniones se optó ya por su re-cristianización y sensatez, celebrándose en familia, sin misas-espectáculos  y con obsequios que jamás suplanten el recuerdo y la sagrada sensación que proporciona el primer encuentro eucarístico, en la común unión efectiva de familiares, conocidos y desconocidos, sin olvidarse de los más pobres, haciéndolos también a ellos partícipes de las alegrías y regalos?

¿Cómo es posible que el destino para tales trajes  y vestidos, caros –carísimos- sea tan solo el de su conservación en el baúl de los recuerdos, sin posibilidad de uso ulterior? ¿Qué sensación de fracaso pastoral percibirán sacerdotes y educadores-catequistas al comprobar que mayoritariamente la Primera Comunión será también, y a la vez, la última, por y para los/as comulgantes? ¿Puede mantenerse una catequesis  -también para los padres-, que no entrañe el compromiso de comulgar con cierta frecuencia, tal y como lo aconseja y exige Nuestra Santa Madre la Iglesia?

Aunque a algunos les parezca una exageración o un atrevimiento “inmoral”, así las cosas, me muestro partidario de las llamadas “Primeras Comuniones por lo civil”, que ya se imponen en determinados lugares, situaciones  y circunstancias, que fundamentalmente responde al deseo- necesidad de familiar y social de celebrar festivamente el paso  de la niñez a la edad infantil, propio de cristianos y de no cristianos. Tal comportamiento familiar y social puede ser –y es- tanto o más honesto que el justificado por motivaciones hipócritas, seudo religiosas y hasta profanas?

Las Primeras Comuniones no merecen  el trato y los dispendios que las definen en la actualidad. Es tarea eminentemente pastoral la que  la que han de ejercer los responsables de velar por su religiosidad, como celadores y ministros sagrados y aún consagrados.  Al índice de bodas “por lo civil”, hasta límites insospechados que hacen estar a punto de desaparecer las celebraciones “por” –que no “en”- los templos,  se equiparará bien pronto el correlativo al de las Primeras Comuniones. Es –será- algo tremendamente triste. Pero esta, y no otra, es la verdad.

Niñas en su primera comunión
Niñas en su primera comunión

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