"Las raíces quedan para brotar nuevamente algún día" Carta al Padre Rafael Aragón: "No fue un sueño, sino una realidad que, como toda obra humana, se deteriora"

Revolución sandinista
Revolución sandinista

"P. Rafael, no fue un sueño. Fue una realidad que, como toda obra humana, se deteriora, la deterioran, la atacan, quieren destruirla, a veces lo logran. Pero las raíces quedan para brotar nuevamente algún día"

"De esto sabemos mucho los cristianos. Lo sabe nuestra Iglesia, que siempre se está Reformando porque siempre se está Deformando"

P. Rafael: he leído hoy su artículo NO TODO HA SIDO UN SUEÑO, que publica RELIGIÓN DIGITAL. Y me han venido al mente montones de recuerdos.

 Por eso, le invito a recordar: un 19 de julio. La Iglesia de su parroquia, esa tarde, estaba llena a rebosar de música, cantos, oraciones. Era un momento especial: se hablaba insistentemente de que iba a producirse una invasión a Nicaragua por parte de Estados Unidos para acabar con el gobierno y la revolución.

El P. Miguel D'Escoto, sacerdote de la Congregación de Maryknoll, Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, había comenzado un “ayuno penitencial” y una invitación a todos a unirse al pedido. El estaba presente en esa celebración eucarística, sentado por su ya debilidad del ayuno. Y presidía la Eucaristía Mons. Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, México. Estaba también un obispo católico de rito oriental.

Miguel D'Escoto

Había otro signo muy interesante e importante: el obispo de la Iglesia Luterana con residencia en Panamá, de nacionalidad norteamericana, había trasladado la sede de su episcopado a Nicaragua para “dar testimonio contra la invasión pretendida, Y que si se producía, él, obispo y norteamericano quería dar testimonio de su oposición a tal aventura”. “Quiero estar junto a mi pueblo, si se produce la invasión”.

Recuerdo otra anécdota: en el momento del ofertorio se acercó una mujer con su hija pequeña y con una corona de espinas en la mano. Le pidió al P. Miguel que la dejara ponerle la corona porque quería expresar el sufrimiento que él debía de tener en esos momentos. Y le presentó a su hijita que se llamaba VICTORIA, porque nació el día 19 de julio de 1979, triunfo de la revolución.

En la comida del mediodía, de dos días antes, el cardenal Obando y Bravo había sido invitado y en la conversación de sobremesa, como era de esperarse, salió el tema político y se produjo un diálogo muy sabroso. Para terminar la charla, Mons. Obando y Bravo dijo estas palabras: “Yo no acepto ni admito ningún “ismo”. Sorprendió a los presentes hasta que uno de ellos le dijo y preguntó con una cierta sonrisa irónica: “¿ni el cristianismo, Monseñor?”. Ahí terminó la conversación.

Cardenal Obando

Eran días en los que casi cada noche asistíamos a velorios de “muchachos” muertos por la “contra”. Una de esas noches, en un velorio, la mamá del difunto se dio cuenta de que el cadáver no era el de su hijo. Pidió a todos que saliéramos a indagar por la familia, que era de cerca del barrio, y le entregó el cadáver a su familia. Y ella fue a buscar el suyo. Era una familia, miembro de una iglesia evangélica.

Podía seguir hablando desde el trabajo del P. Xabier Gorostiaga, jesuita panameño de origen vasco; del también jesuita P. Fernando Cardenal, que fue ministro de educación, organizador de la campaña de alfabetización, que fue obligado a salir de la Compañía, a la que regresó haciendo nuevamente el noviciado, pero que contó con la solidaridad de sus hermanos jesuitas. Y, sobre todo, de tantas comunidades eclesiales de base, regadas por todo Nicaragua.

P. Rafael, no fue un sueño. Fue una realidad que, como toda obra humana, se deteriora, la deterioran, la atacan, quieren destruirla, a veces lo logran. Pero las raíces quedan para brotar nuevamente algún día.

De esto sabemos mucho los cristianos. Lo sabe nuestra Iglesia, que siempre se está Reformando porque siempre se está Deformando. Y si no, que lo digan desde Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Teresa de Jesús, Juan XXIII y todos los mártires de América Latina.

Por ello. P. Rafael, que bueno que escribió lo que ha escrito. Lo que vivimos no fue un sueño.

Mi hija nació el 13 de julio de 1979 con alegría para los que seguimos soñando.

Triunfo de la revolución sandinista

Volver arriba