"Os deseo un año en el que vivamos despiertos a la realidad de nuestro mundo" Carta esperanzada en medio de la desesperación

Sor Lucía Caram en Odesa
Sor Lucía Caram en Odesa

“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nada como los peces, pero aun no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”

Ldigo alto y claro sin tener miedo a parecer catastrofista, simplemente quiero ser realista e invitar a todos a que nos despertemos de una vez por todas, porque a esto -a este mundo- o lo salvamos todos, o se va al carajo en un telediario

En este año que vamos a comenzar, me gustaría que tengamos un único pensamiento: Voy a ser mejor y voy a ser feliz. Me voy a implicar para que a otros les vaya también mejor y para que la felicidad, la vida digna y los derechos, sean el patrimonio de todos y no de unos pocos

Se agotan los días del 2023 y parece que no lo acabamos mejor que el 2022, 2021 y muchos otros. Y cada año nos deseamos lo bueno y lo mejor y hacemos nuevos propósitos, pero el resultado es que parece que la humanidad: ¡no va bien!

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Martín Luther King lo decía de forma franca y humilde, pero fulminante: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nada como los peces, pero aun no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos” Y si, parece que tenemos cada vez más recursos para vivir incomunicados, para encerrarnos en nuestro mundo y para no salir por nada de nuestra zona de confort.

Globalizar la indiferencia

Hemos perdido la pasión por la vida y por las personas y como decía el Papa Francisco, hemos globalizado la indiferencia, que es como congelar el fuego y extinguir los vínculos que nos hacen ser humanos y sentirnos corresponsables los unos de los otros.

Se avivan los focos de guerra, crece la violencia y la intolerancia, y eso a lo lejos y en nuestro Km cero. Siempre tenemos motivos para quejarnos, para ir en contra de…. O lo que es peor, para vivir en el pasotismo del que vive “en su mundo” en el que sólo entra uno y sus intereses personales y mezquinos y aquellos que configuran su entorno, mientras éstos no alteren las necesidades del ego complaciente hedonista en el que nos hemos instalados.

Pero la evidencia nos grita y ojalá nos despertara. Y lo digo alto y claro sin tener miedo a parecer catastrofista, simplemente quiero ser realista e invitar a todos a que nos despertemos de una vez por todas, porque a esto -a este mundo- o lo salvamos todos, o se va al carajo en un telediario.

Decíamos que de la pandemia saldríamos mejor, que habíamos tomado conciencia de nuestros límites y que sería os más cuidadosos los u os de los otros, pero yo creo que quien era solidario, humano y sensible lo sigue siendo, y el que no lo era, sigue igual. Hasta que el dolor, la pobreza o las pérdidas no nos muerden personalmente, no nos tocan el bolsillo o nos arrebatan lo que es  “es mío” de “los míos” y de “mi entorno” es como si no fuera conmigo.

Estoy viendo y tocando el dolor de cerca y veo cómo los voluntarios y colaboradores siguen, y las empresas se implican y hay mucha gente maja y buena que sigue. Pero también me cuestiona y me da pena que tantos otros no hayan reaccionado, o que algunos hayan decidido “vivir su vida” y salvar su pellejo y su bienestar “cansados de ayudar”, de “dar tiempo” o simplemente tranquilizando su conciencia diciéndose: “yo ya cumplí, eso no es problema mío”.

Sor Lucía Caram, con el Papa Francisco
Sor Lucía Caram, con el Papa Francisco

Nada de lo que es humano y afecta a las personas es ajeno a cada uno de nosotros, y por eso en este año que vamos a comenzar, me gustaría que tengamos un único pensamiento: Voy a ser mejor y voy a ser feliz. Me voy a implicar para que a otros les vaya también mejor y para que la felicidad, la vida digna y los derechos, sean el patrimonio de todos y no de unos pocos.

Os deseo un año en el que vivamos despiertos a la realidad de nuestro mundo y en el que aprendamos a compartir dando siempre nuestra mejor versión humana y solidaria

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