Congregaciones Generales 31-36 de los jesuitas 1965-2016 La Congregación General 31 (1965-66): Del 'convento' a la plaza (I)

Congregación General 31 de los jesuitas
Congregación General 31 de los jesuitas

"Estas Congregaciones Generales 31-36 fueron orientando las pautas a tenerse en cuenta y marcando la ruta y el ritmo"

En esta serie, el hilo conductor y el intento de una visión de conjunto vienen dados por el subtítulo de la misma: “Un nuevo hoy con mucho ayer ignaciano”

El P. Arrupe consideró a la CG 31, con razón, como “la más singular” de todas las Congregaciones Generales realizadas por los jesuitas hasta el momento

La compleja, abarcadora y renovadora Congregación General 31, ¿puede, en qué y cómo, seguir iluminando, orientando y renovando el vivir, el convivir y el obrar apos-tólico post-Vaticano II de los jesuitas, hoy y en todas partes?

En la anterior serie de cinco pequeños artículos sobre Los Jesuitas. De Pedro Arrupe a Arturo Sosa, publicados en Religión Digital, mencionamos la conveniencia de enriquecer y profundizar esa serie con esta que ahora estamos comenzando sobre Los jesuitas. Congregaciones Generales 31-36: 1965-2016. Un hoy nuevo con mucho ayer ignaciano.

La CG 31 (1965-66): Del “convento” a la plaza
La CG 32 (1975): De la “sacristía” al foro
La CG 33 (1983): Del “combatir” al dialogar
La CG 34 (1995): Del “mundito” a la Casa Común
La CG 35 (2008): Del “personalismo” a la comunidad
La CG 36 (2016): De lo “particular” a las redes
El gobierno jesuita de la CG 31 a la CG 36: ¿Cómo practicarlo hoy?
La vida comunitaria jesuita de la CG 31 a la CG 36: ¿Cómo vivirla hoy?

Estas Congregaciones Generales 31-36 fueron orientando las pautas a tenerse en cuenta y marcando la ruta y el ritmo, con errores, retrocesos y conflictos, internos y externos, que hemos seguido los jesuitas en el complejo, difícil y muy necesario proceso de nuestra renovación y actualización a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), en medio de tan diversos y, a veces, contra-dictorios signos de los tiempos: creatividad y estabilidad, libertad y disciplina, costumbres establecidas y nuevas realidades, lo local y lo universal…

De Pedro Arrupe a Arturo Sosa
De Pedro Arrupe a Arturo Sosa

Para acercarnos con suficiente validez histórica a tan complejo y prolongado proceso de renovación y actualización en el vivir, convivir y obrar apostólico de los jesuitas, nos iremos auxiliando de:

1. El texto producido por cada Congregación General (31-36).

2. John W. O’Malley, S.J.: Los Jesuitas. Una historia de Ignacio al Presente.

3. Urbano Valero, S.J.: El Proyecto de Renovación de la Compañía de Jesús (1965-2007).

4. Gianni La Bella: Los Jesuitas. Del Vaticano II al Papa Francisco y

5. Lo vivido por mi desde mi entrada a la Compañía en 1957 hasta hoy.

Esta nueva y complementaria serie de pequeños artículos sobre el proceso de renovación y actualización de los jesuitas nos permitirá seguir profundizando en el esperanzador objetivo del Año Ignaciano que estamos celebrando del 20 de mayo del 2021 al 31 de julio del 2022: “Ver todas las cosas nuevas en Cristo” que “hace nuevas todas las cosas”.

También este pequeño esbozo histórico y analítico sobre las Congregaciones Generales 31 a 36, unido al relativo a la labor de los cuatro Superiores Generales (Arrupe, Kolvenbach, Nicolás y Sosa) que desde 1965 hasta hoy se han esforzado por llevar a la práctica las propuestas concretas de renovación emanadas de esas Congregaciones Generales 31 a 36, puede ofrecer algunas sugerencias concretas a la ya en consideración Congregación General 37, y a una adecuada puesta en práctica de la misma.

La mayor fuerza y valor expositivo lo tendrán las citas textuales de lo esencial expuesto y propuesto por cada una de las seis Congregaciones Generales (31-36).

En esta serie, el hilo conductor y el intento de una visión de conjunto vienen dados por el subtítulo de la misma: “Un nuevo hoy con mucho ayer ignaciano”.

“El nuevo hoy” post-Vaticano II de los jesuitas, renovado y actualizado, se relaciona y se nutre, esperanzada y esperanzadoramente, con “el ayer ignaciano”, siempre nuevo y actual para los jesuitas de ayer y de hoy.

Arrupe

 La CG 31 (1965-66): Del “convento” a la plaza

“Ver todas las cosas nuevas en Cristo” que “hace nuevas todas las cosas”

Un hoy nuevo con mucho ayer ignaciano

Visión de conjunto de la Congregación General 31

Gianni La Bella sostiene muy acertadamente que, a lo largo de los siglos XIX y XX, a partir de su “restauración¨ papal en 1814, después de la eliminación borbónica en 1767 y de la casi supresión papal en 1776, la Compañía de Jesùs había ido “conventualizándose” progresivamente: autoritarismo en todo, reglas y cos-tumbres con valor legal universal, horarios, timbres, disciplina, silencio y lectura durante las comidas, casas autónomas y hermetizadas por un bien visible letrero que decía CLAUSURA, las “casas de formación” (noviciado-juniorado, filosofado, teologado y terceronado) situadas fuera de las ciudades y con muy poca, casi nin-guna, relación y comunicación con el complejo, dinámico y cambiante mundo exte-rior y ambiental…

Los 2021 postulados, un número nunca más igualado, que llegaron a la Curia Generalicia antes de la Congregación 31 y durante su desarrollo, manifiestan unánimemente la exigencia de una necesaria y profunda renovación y actualización.

Gianni La Bella dice que La Compañía, que se apresta para acometer esta profunda y transformadora “renovación acomodada”, en su vivir, convivir y obrar apostólico, casi equivalente a una refundación, está en “fermentación, inquieta, marcada por los signos tangibles de una crisis profunda”.

Dentro de los 36.038 jesuitas que, en 1965, al realizarse la CG 31, están presentes en más de cien países, escuelas, parroquias, universidades, seminarios, centros sociales e investigativos, revistas y muchas más actividades y proyectos, conviven, en armonía aparente, dos Compañías: la de los conservadores tradicionalistas, que, encerrados, enclaustrados herméticamente, casi conventualmente, en sus costumbres, en sus quehaceres y diarias rutinas, miraban con añoranza hacia atrás, hacia las glorias, los poderes y los triunfos del pasado, y la de los precursores, que sentían y vivían la urgente e imperiosa necesidad de convivir, dialogar y compartir temas y objetivos con el mundo real, creativo y novedoso, que los estaba invitando válidamente a la participación en sus muchos proyectos y actividades de mejoramiento humano integral, o a luchar de común acuerdo contra todo lo que se opone a la dignidad humana de cada ser humano o al bien común de todos y cada uno, de todas y de cada una.

Libro de Urbano Valero

Urbano Valero, colaborador de Arrupe y de Kolvenbach, plantea, en su muy informado libro El Proyecto de Renovación de la Compañía de Jesús (1965-2007), que la Compañía de Jesús que entra en el aula para celebrar su CG 31, es sentida por una gran mayoría de sus miembros como “anquilosada y desorientada ante la situación que requiere el mundo en evolución”.

Gianni La Bella expresa claramente la fuerza motivadora y orientadora que tuvo el Vaticano II para poner en movimiento este complejo proceso de renovación y actualización de los jesuitas. Los jesuitas, al igual que los demás religiosos y religiosas, vivieron el Concilio en una constante alternancia de sentimientos.

Según este informado autor, “la Congregación XXXI será para los jesuitas su propio Vaticano II, una ´asamblea cuasi-constituyente´ que redefinirá el perfil vocacional, apostólico y misionero de la orden. De la Congregación General XXXI emerge, acertadamente, una Compañía más confiada, optimista; abierta a las exigencias de su tiempo; fortalecida en su esencia, en la vida espiritual; no encerrada en sí mis-ma; menos solemne y formal, menos rígida; más fraternal, con relaciones jerár-quicas más humanizadas”.

El P. Arrupe consideró a la CG 31, con razón, como “la más singular” de todas las Congregaciones Generales realizadas por los jesuitas hasta el momento. El mismo parecer aparece en la Introducción al Decreto 4 de la CG 31: “Este decreto es para algunos el más representativo de esta Congregación, y en cierto sentido de todas las Congregaciones Generales en la historia de la Compañía”. El decreto se titula Conservación y Renovación del Instituto.

Los trabajos se inauguraron el 7 de mayo de 1965, cuando aún faltaban siete meses para la conclusión del Concilio. Debido a la carga de trabajo y al intenso debate que animaba a los delegados, la Congregación tuvo que dividirse en dos periodos: el primero del 7 de mayo al 15 de julio de 1965 y el segundo del 8 de septiembre al 17 de noviembre de 1966, con un total de más de 140 días de trabajo.

La CG 31 reúne a 224 miembros, que aumentarán hasta los 226 en la segunda sesión: de ellos 125 son europeos, 45 norteamericanos y canadienses, 33 latinoamericanos, 6 de la India, 13 del resto de Asia y Pacífico, 2 de África y 1 de Madagascar: una Compañía claramente eurocéntrica.

Por primera vez se debaten con transparencia temas que, hasta entonces, se habían considerado tabú, como la abolición de la diferencia de grados entre sacerdotes profesos y no profesos, el papel de los hermanos coadjutores, la facultad de renuncia del Prepósito General cuando sienta que no puede seguir en condi-ciones de cumplir con su misión, el valor de la cuenta de conciencia, las obligaciones y las funciones de los Asistentes Generales y Regionales.

O'Malley

Según el historiador jesuita John W. O´Malley, la Congregación 31, “con una gran agenda, acometió una completa revisión de cada aspecto de la vida de los jesuitas, iluminada por la profunda transformación social y cultural de nuestros tiempos, como se reconoce en su primer decreto”.

Arrupe, como presidente de la asamblea, pero sin autoridad para gobernarla, dado que la Congregación General es el máximo órgano de gobierno para los jesuitas, desempeña un papel decisivo en su desarrollo. Toma la palabra a título personal para reconducir el debate en los momentos cruciales: su mayor preocupación es que las divisiones puedan dañar a la unión de los ánimos en la Compañía.

Reconoce las dudas y los titubeos que atraviesan el alma de muchos delegados y, a la vez y a pesar de todo, les invita a no dividirse en bandos, pidiendo que todos reconozcan con humildad la validez de las decisiones que se han tomado.

B. Aportes renovadores de la Congregación General 31

Veamos y valoremos a continuación la posible validez y la relevancia de algunas de las decisiones renovadoras que la CG 31, siguiendo lo planteado y propuesto por el Vaticano II e iluminada por los signos de los tiempos, fue tomando, en los 140 días de asiduo trabajo de sus 246 Congregados, a favor de la renovación y actualización de la vida y labor de los jesuitas.

La CG 31 produjo 52 decretos divididos en ocho acápites: I. Misión actual, II. Instituto, III. Formación, IV. Vida espiritual, V. Apostolado, VI. Congregaciones, VII. Gobierno y VIII. Temas complementarios.

Algunos de sus aportes renovadores prioritarios fueron:

Jesuitas

El por qué, el para qué y el hasta dónde de nuestra renovación acomodada
Este importante inicio fue considerado en los decretos relativos al acápite I. Misión actual y acápite II. Instituto:

“Hallándose hoy el género humano en un nuevo período de su historia, la Compañía de Jesús, con el mismo espíritu, con que se renueva toda la Iglesia, trata de volver a un conocimiento más íntimo de su naturaleza y misión; de manera que, con entera fidelidad a su vocación, se renueve y acomode su vida y sus actividades a las exigencias de la Iglesia y a las necesidades de nuestros contemporáneos” (Decreto 1, 1).

“La renovación acomodada de nuestro modo de vivir y de obrar se extiende también al cuerpo de las leyes, que reflejan el espíritu y el fin de la Compañía, y además describen sus estructuras y dirigen la acción apostólica” (Decreto 2, 2)

“Pero, cuando el Concilio y los documentos posconciliares invitan a esta reforma, distinguen con precisión y claridad meridiana entre los elementos fundamentales y los contingentes…” (Decreto 2,1)

“Este decreto abre las puertas jurídicas, cerradas durante cuatro siglos, a las presentes y futuras exigencias de renovación y adaptación del Instituto, pero con la precisa justeza y en la medida exacta que lo permiten el equilibrio de las dos fuerzas que deben entrar en juego a la luz del Concilio: la fidelidad a lo fundamental y permanente, y la necesidad vital de adaptarse” (Decreto 4, Introducción).

En conformidad con lo enunciado en este Decreto 4, la CG 31 revisa los decretos de anteriores Congregaciones que tienen que ver con la conservación y la renovación del Instituto y los va declarando abrogados o en vigor, según promuevan o no la necesaria renovación del vivir, convivir y obrar apostólico de los jesuitas post-Vaticano II.

¿Qué formación se requiere para lograr esta renovación y actualización?
“La formación de los jesuitas sea apta para fomentar y promover un sincero y fraterno estilo de obrar” (Decreto 3, 10).

Jesuitas
Jesuitas

¿Cómo debe de ser nuestro modo de obrar?
“Nuestro modo de vivir y obrar ha de ser completamente sincero, libre de toda especie de soberbia o fingimiento” (Decreto 3, 9)

Hacia el conocimiento adecuado, la justa valoración y la debida promoción de lo humano:

“Se precisan valiosos esfuerzos intelectuales y una cooperación constante entre aquellos que cultivan las ciencias del hombre” (Decreto 3, 14)
“…esforzarse por que resulte claro que la fe cristiana no aparta de la edificación del mundo” (Decreto 3, 7)
“ trabajen los Nuestros para que la fe lleve siempre a un auténtico amor práctico y social del prójimo” (Decreto 3,6)

¿Qué pedagogía espiritual renovadora debe guiar la formación espiritual de los jesuitas?
Bajo el acápite III. Formación, el largo y detallado Decreto 8 ofrece los si-guientes elementos:

“El fin apostólico de la Compañía debe ser considerado como principio que rige toda la formación” (8,4)
“Cooperación de todos al progreso espiritual de los demás” (8,5)
“ Este crecimiento espiritual es un trabajo progresivo” (8, 6)--
“…es preciso formar hombres libres y maduros” (8, 7)
“… la rectitud de intención: sinceridad subjetiva y fidelidad objetiva” (8,8)
“…un fundamento sólido: el Misterio de Cristo” (8.9)
“…gran estima de las virtudes humanas…” (8.10)
“Adaptación a las personas” (8, 12)

NOTA: A partir de este enunciado de los elementos básicos a tenerse en cuenta en la formación espiritual de los jesuitas, el Decreto 8 va especificando lo propio de cada etapa de formación (noviciado, juniorado, filo-sofía, teología y terceronado) y la necesidad de proseguir esa formación espiritual a lo largo de toda la vida.

Bajo el aspecto general de IV. Vida Espiritual, la CG 31 fue planteando y proponiendo decretos renovadores sobre: Vida religiosa en general (13), oración (14), Sagrado Corazón (15), castidad (16), obediencia (17), pobreza (18), vida de comunidad y disciplina religiosa (19).

Hasta la conveniencia de ir eliminando la lectura en el comedor, fue tratada en un pequeño decreto (20).

Jesuitas

¿Qué formación intelectual ha de acompañar la formación espiritual para que la adecuada renovación pueda ocurrir?
En el mismo acápite III. Formación, el Decreto 9, también largo y detallado, se ocupó de este complejo asunto:

“El fin de la formación es apostólico” (9, 1)
“…guárdese la unión orgánica de toda la formación: la espiritual, los estudios y el apostolado…” (9, 2)
“…proseguir con constancia sus estudios…” (9, 3)
“…durante la formación sean instruidos en ejercicios de apostolado…” (9, 4)
“…provéase a la madurez personal singularmente en la vida afectiva,,,” (9, 5)
“…una verdadera responsabilidad…” (9. 6)
“…cada Escolar sea dirigido conforme a sus propios dones…” (9. 7)
“…establecer relaciones con asociaciones universitarias laicales…” (9, 11)
“…informada por el espíritu del Concilio Vaticano II…” (9, 12)

NOTA: Una vez establecidos estos elementos básicos, el Decreto 9 continuó detallando muchos otros aspectos generales y particulares, conducentes a una adecuada formación intelectual-apostólica.

Me parece muy oportuno, recordar aquí dos de esos aspectos:

“…ayudará mucho que los profesores comuniquen sus ideas con sus colegas…” (9, 46)
ii. “…aprendan los estudiantes a leer críticamente…” (9, 47)

¿A qué aspecto de la vida y labor de los jesuitas, dedicó su mayor esfuerzo e intención renovadora la CG 31?

Al ser la Compañía de Jesús una Orden religiosa, radical y constitutivamente apostólica, todo lo relativo al apostolado ocupó el lugar prioritario en el discernimiento y en las propuestas renovadoras de los Congregados en la CG 31.

Bajo el acápite V. Apostolado, la CG 31 dedicó 17 decretos, del 21 al 37, a renovar y actualizar elementos importantes de su vida y labor apostólica. Veamos algo de sus énfasis renovadores:

“…en los ministerios apostólicos nuestros trabajos no han rendido todo aquel fruto…, en gran parte por una adaptación menor de la que fuera menester dado el cambio de condiciones de nuestros tiempos” (21, 1)
“…algunas obras se han envejecido o necesitan una profunda renovación…” (21. 2)
“…nuestros tiempos están pidiendo a la continua una revisión de la selección y promoción de nuestros ministerios…” (21,3)

NOTA: Estos principios fundamentales de renovación apostólica fueron recorriendo las propuestas concretas para renovar y actualizar los ministerios apostólicos jesuitas de entonces.

Hoy esos principios de renovación apostólica siguen teniendo plena vigencia y nuestros ministerios actuales, en su contenido y modo de realizarse, muestran igual o mayor necesidad de revisión y actualización.

Es de esperar y desear que la próxima Congregación General 37, iluminada por el Camino Sinodal, las Preferencias Apostólicas Universales y los signos de nuestros tiempos, ponga toda la labor apostólica de la Compañía en contacto, creativo y fructífero, con las realidades y necesidades prioritarias de nuestros tiempos: justicia estructural y medioambiental, paz, educación liberadora, derechos humanos, promoción y desarrollo humano integral…

Jesuitas

¿A qué otro aspecto le dedicó atención y esfuerzo renovador la CG 31?
Obviamente que el acápite VII. Gobierno ocupó este importante lugar. Todo lo relativo al gobierno (del Superior General, de los Provinciales, de los Superiores locales, de los directores de obras, de las “consultas”…), obvia-mente que es de máxima importancia y actualidad para la vida y la labor apostólica de todos y de cada jesuita.

Tengo la impresión que al llegar a este asunto del gobierno, complejo y de difícil práctica, el proceso renovador y actualizador se encontró con un muro de contención muy rígidamente estructurado y definido: la práctica histórica del gobierno ignaciano, sustentada en los criterios ignacianos sobre la obediencia.

¿Qué mejoras, qué nuevos modos, podían ser incorporados, renovadora, actualizadamente, a un sistema de gobierno tan clara y autorizadamente establecido en las Constituciones y en la práctica del mismo Ignacio y sus sucesores?

Dada la importancia, actualidad y complejidad de este aspecto del gobierno, me ha parecido conveniente tratarlo, en su conjunto y en sus aspectos particulares, en un artículo propio donde aparezca lo planteado sobre gobierno por las Congregaciones Generales 31 a 36.

El contenido de ese artículo sobre el gobierno puede ser una gran ayuda para lo que la Congregación General 37, ya en visible perspectiva e iluminada por la Sinodalidad eclesial, por el proceso seguido por las Congregaciones Generales 31 a 36, por las Preferencias Apostólicas Universales y por los signos de los tiempos, pueda considerar de actual validez y conveniencia para la vida y la labor apostólica de los jesuitas de hoy.

También parece muy conveniente un artículo de conjunto sobre lo propuesto por las CGs 31 a 36 para actualizar, dada su importancia de cada día, la vida comunitaria jesuita.

Estos dos artículos de conjunto, sobre el gobierno y sobre la vida comunitaria, forman parte de la nueva serie Los jesuitas. Congregaciones Generales 31- 36: 1965-2016. Un nuevo hoy con mucho ayer ignaciano.

Jesuitas

Termino, preguntándome y preguntando: La compleja, abarcadora y renovadora Congregación General 31, ¿puede, en qué y cómo, seguir iluminando, orientando y renovando el vivir, el convivir y el obrar apos-tólico post-Vaticano II de los jesuitas, hoy y en todas partes?

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