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Ante el Día de las Fuerzas Armadas que se celebra el 25 de mayo en Oviedo y Gijón
El Día de las Fuerzas Armadas se desarrolla esta semana en Asturias, con numerosos actos en Oviedo y Gijón. Autoridades de ambos municipios y los representantes de la hostelería han mostrado su contento, su confianza en el apoyo de la ciudadanía y las buenas expectativas que ello supone para sus negocios. Jura de bandera popular, exhibición de armamento y desfiles forman parte de las actividades que se han programado. Como complemento, también música militar e incluso una misa.
A la vista del actual contexto internacional, en un momento de guerras atroces y agravamiento de los riesgos de extensión hacia una tercera guerra mundial, consideramos que este tipo de eventos no ayudan a la ciudadanía a una necesaria reflexión crítica sobre las causas y consecuencias de las guerras, el militarismo, el crecimiento del gasto en armamentos, etc. Por cierto, ¿para cuándo unos fastos similares para reconocer públicamente a nuestros “ejércitos” de científicos, sanitarios, docentes y demás profesionales que tanto aportan al bien común y hasta se jugaron -y algunos dieron- la vida en determinadas circunstancias no lejanas en el tiempo?
Como organizaciones y colectivos cristianos y desde la enseñanza moral de la Iglesia, compartimos públicamente nuestra inquietud e invitamos a reflexionar sobre el grave momento que se vive para la paz mundial y a promover respuestas que eviten fomentar el belicismo o alimenten un nuevo ciclo de incremento del armamentismo. Para ello la ética cristiana ofrece elementos que consideramos valiosos para toda persona de buena voluntad:
1. Es sabido que el cristianismo de los primeros tiempos fue eminentemente pacifista, aunque posteriormente se produjo un giro que llevó a justificar la guerra en ciertos casos y se elaboró la denominada “teoría de la guerra justa”. Pero ya en el siglo XX, tras la experiencia de dos guerras mundiales, el desarrollo del armamento nuclear y el escenario mundial de frágiles equilibrios basados en la “carrera de armamentos”, la Iglesia reconoció en el Concilio Vaticano II la necesidad de “examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva” (Gaudium et spes, 80).
2. Esa nueva mentalidad considera la guerra un medio absurdo del que la humanidad debe liberarse, porque la violencia no es digna del ser humano ni el orden internacional se puede fundar en la razón de las armas ni en el afán de dominio, sino que debe ser reflejo del orden justo querido por Dios. Se reconoce el derecho de legítima defensa como una situación provisional, pero sujeta a condiciones éticas: debe encaminarse a la evitación de la guerra, nunca a fomentarla o a provocarla y ser proporcionada a los peligros reales de agresión. Además, la Iglesia condena como un crimen contra Dios y contra la humanidad las destrucciones bélicas masivas y la carrera de armamentos, y propone una nueva mentalidad social a favor de la paz que influya también en las decisiones políticas de los gobiernos (Gaudium et spes 78-81).
3. En los tiempos más recientes, el Papa Francisco advierte que la paz está cada vez más amenazada por un “creciente número de conflictos que avanzan hacia una tercera guerra mundial a pedazos y un verdadero conflicto global” y señala que ya no hay “conflicto que no termine de algún modo por golpear indiscriminadamente a la población civil. Los sucesos de Ucrania y Gaza son una prueba evidente de esto” (Discurso al Cuerpo Diplomático del 8 de enero de 2024).
Y en su última encíclica, expone el Papa Francisco el rechazo a la guerra en estos términos:
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