¿Dónde está la Iglesia en la tragedia que vivimos en Perú? José María Rojo: "Cuando son las mujeres y las familias las que dicen “¡basta!”, no hay marcha atrás"

Protestas en Juliaca. Perú
Protestas en Juliaca. Perú

"17 personas muertas en los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de la policía y el ejército por tierra y por aire, confirmaba en la noche la Defensoría del Pueblo"

"Esta mañana, un policía moría carbonizado dentro de un patrullero quemado en la ciudad de Puno, capital del departamento"

"La protesta no es de ahora, es muy vieja. Y revienta de cuando en cuando. ¿Razones? El secular abandono por parte de los diferentes gobiernos, la marginación y la pobreza de toda la región campesina"

"Yo haría un llamado de atención a mis hermanos costeños -muchos ya hijos y nietos de emigrantes del Sur- a desterrar falsas causas de los levantamientos, a asumir los profundos y justos razonamientos de quienes arriesgan sus vidas no por gusto"

Ayer, 9 de enero, fue un día trágico en la ciudad de Juliaca: 17 personas muertas, confirmaba en la noche la Defensoría del Pueblo. Habían perdido la vida en los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de la policía y el ejército por tierra y por aire. Y en la mañana de hoy un policía moría carbonizado dentro de un patrullero quemado en la ciudad de Puno, capital del departamento. 18 familias y dos etnias -quechuas y aymaras- enlutados y llorando a sus muertos con mucha rabia dentro.

Viví 8 años en la ciudad de Juliaca y pude entender bien cuando un periodista puneño decía hoy -desmintiendo al gobierno y a muchos medios de prensa “nacionales”- que cuando son las mujeres y las familias las que dicen “¡basta!”, no hay marcha atrás. Y esta vez así ha sido. El día de hoy se estaba llenando la Plaza Mayor del Cusco de quechua-hablantes, bajando muchos a pie desde las “provincias altas”, para solidarizarse con sus hermanos puneños ¿Qué puede pasar?

Las quinielas políticas hablan de varias posibilidades, desde las más optimistas a las dos más pesimistas: 1) que sigan las manifestaciones, la represión, los muertos y el luto 2) que los engañen una vez más, se aferren los Congresistas a sus curules y el pueblo vuelva a rumiar rabia y rencor hasta que estalle la próxima vez. No soy político, no entro ni a hacer quinielas ni a apostar públicamente.

Pero quiero centrarme en lo que está significando la protesta. No es de ahora, es muy vieja. Y revienta de cuando en cuando. Mentira gorda lo que se dice por acá, por Lima, responsabilizando a los puneños, como brutos e ignorantes; peor, culpándolos de golpistas y hasta terroristas. Tampoco el tirar “balones fuera”, hablando de manipulación y hasta buscando a chivos expiatorios fuera (en este caso a Evo Morales, vecino boliviano y aymara también).

No, hay razones más concretas y palpables como el secular abandono por parte de los diferentes gobiernos, la marginación y la pobreza de toda la región campesina. Sí, Juliaca -ciudad netamente comercial- y Puno -más residencial y turística- significan, unos cuantos, puntas del iceberg; pero el grueso del bloque helado (nunca mejor dicho pues el altiplano está a 3,825 msnm) del campo y los barrios es secularmente olvidado.

Tampoco se entiende que la gente sigue viviendo fuerte su vida de comunidad y es en comunidad donde deciden las cosas, y es la comunidad la que ahora está apoyando y corriendo con los gastos mayores generados por las muertes. La comunidad grande y, por eso, hay que entender que las “calceteras” y los comerciantes de Juliaca estén todos en pie de lucha, no unos pocos manipulados o engañados (¿por quién?). Difícil entender desde Lima -menos desde los políticos criollos- las decisiones y las relaciones de reciprocidad surgidas entre ellos.

Creo que nadie desea que las cosas continúen igual; nadie, cuerdamente, desea un solo muerto más. Pero ya no hay acuerdo en las salidas concretas. Y ahí yo sí haría un llamado de atención a mis hermanos costeños -muchos ya hijos y nietos de emigrantes del Sur- a desterrar falsas causas de los levantamientos, a asumir los profundos y justos razonamientos de quienes arriesgan sus vidas no por gusto. Ahora los concretan en planteamientos políticos: salida de la presidenta, de sus ministros, de los congresistas y pronto, elecciones generales cuanto antes, etc… Pero sepamos que, debajo, está esa rabia contenida por sentirse “ninguneados” por décadas y siglos.

Y la Iglesia ¿qué? También le preguntaron al periodista puneño hoy la misma pregunta. Y no supo muy bien qué responder. Y es que la Iglesia, los cristianos, no viven en las nubes y tienen, es lógico, posiciones distintas. Tuve la suerte, allá por los 80s, de vivir en una “Iglesia que se sentía pueblo y con un pueblo que reclamaba ser Iglesia”. Fueron años gloriosos, eclesialmente hablando, y ello nos permitió no solo conocer mucho mejor a aquel pueblo “reservado y fiel”, sino vivir junto con ellos la solidaridad y cercanía de las cinco jurisdicciones eclesiásticas de Cusco y Puno, el llamado Sur Andino eclesial (Cusco, Sicuani, Ayaviri, Puno y Juli). Uno de los frutos, en época del terrorismo, el decidir “quedarnos” en los propios lugares y evitar miles de muertes (sobre todo la mayoría de las que en otros lugares causaron las “fuerzas del orden” al haber siempre “testigos incómodos”; a Sendero Luminoso le importaba mucho menos)

Deseamos el mejor y más justo desenlace de la crisis desatada en el Sur de nuestro país.

Primero, Religión Digital
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