Sor Lucía Caram glosa la figura del nuevo presidente de la CEE Don Juan José , “un pastor según el corazón de Dios”

Juan José Omella, en Barcelona
Juan José Omella, en Barcelona

Por fin, la Iglesia española está de enhorabuena y en su horizonte se vislumbra una Iglesia “en salida”,  cercana, dialogante, de “no confrontación”, “no principesca” más social

Por fin la Iglesia española está de enhorabuena y en su horizonte se vislumbra una Iglesia “en salida”,  cercana, dialogante, de “no confrontación”, “no principesca” más social: ¡Una Iglesia más evangélica y parecida al sueño de Jesús! Una Iglesia que sabrá dar al César lo que es del César y a Dios y a la humanidad, lo que les corresponde. Una Iglesia que, en voz del nuevo Nuncio (otra bocanada de aire fresco), “no quiere privilegios, pero tampoco discriminación” y que “ lo único que pretende es un espacio que garantice su libertad de exponer y vivir el Evangelio".

Una Iglesia que irá al fondo en cuestiones como los abusos y que dirá, con Francisco, tolerancia cero a los abusadores y que, desde luego, no permitirá que se deje a las víctimas indefensas. Una Iglesia que se acercará a los más pobres y que trabajará por la justicia social sin rebajas, siendo defensora acérrima de los derechos humanos, porque éstos, son los derechos de Dios que nos creó libres para ser libres.

Llevamos unos años en los que la Iglesia en España tenía una presencia irrelevante y con una valoración negativa por parte de la sociedad. La presidencia de Monseñor Blázquez resultó una transición serena después de la opaca “gestión” y del enfrentamiento frontal con la sociedad de la Iglesia presidida por un Cardenal que amplificaba su voz con un Monseñor de portavoz, que consiguió espantar al personal y hacerla cada vez menos amable y bastante más distante.

Eso, creemos que es historia pasada, y que los martillos de herejes, que se ocultan en cavernas que se “dicen católicas” pero que se mueven con la calumnia, la difamación y bajo el anonimato panfletero, ya no marcarán el rumbo de una Iglesia que se siente urgida por la misericordia, por la sencillez del evangelio, por la acogida de las personas, por la transparencia, por la comunión.

El Evangelio tiene una fuerza imparable

Cuando parecía que la Iglesia tocaba fondo y contra todo pronóstico, la fumata blanca del 13 de marzo del 2013, nos anunció la llegada de un Papa venido del fin del mundo y que se llamaría Francisco iniciando un tiempo de gracias y de restauración renovadora en la Barca de Pedro. Fue entonces cuando palpamos la fuerza del Espíritu y muchos recuperamos la esperanza. El Evangelio es imparable y tiene una fuerza transformadora que es la que nos movía, a pesar de ser censurados y amordazados, a trabajar un instaurar el Reino de Jesús sin rebajas, y que resultaba incómodo a una Iglesia autista, incapaz de comunicar vida, y que se antojaba cada vez menos creíble por los escándalos tapados, por los purpurados llenos de privilegios y por una jerarquía cada vez más lejana a la sociedad y al pueblo de Dios.

Hoy, 3 de marzo del 2020, la Buena Noticia de una renovación a fondo de la Iglesia española, nos llena de alegría. La elección de Don Juan José Omella y de don Carlos Osoro en la Conferencia Episcopal, son un claro signo de que la renovación no se detiene,  que es el Espíritu Santo el que guía, sostiene y empuja a la Iglesia de Jesús, y que no dejará de inspirarla y acompañarla hasta que el mensaje de las bienaventuranzas sea el pan nuestro de cada día de una comunidad que cree y vive desde la comunión y el amor a la verdad y que sabe dialogar con los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

El 7 de noviembre del 2015, al día siguiente del nombramiento de Don Juan José Omella como arzobispo de Barcelona, me encontraba en los estudios de Catalunya Radio en el programa el Suplement de Ricard Ustrell en el que en ese momento colaboraba. Ustrell me jugó una pasada al preguntarme: “Sor Lucía, que opina Vd. del nombramiento de Omella como arzobispo de Barcelona”. Respondí con franqueza: “Es una muy buena noticia. Tengo referencias de él de cuando era cura de pueblo y luego como obispo, Todos hablan de un pastor cercano, que escucha, que acoge, y sobre todo de un hombre que tiene una sensibilidad especial por el mundo de los más pobres y un gran sentido evangélico. Un hombre sin doblez.” Le dije: “Omella conseguirá que Barcelona sea la arquidiócesis más socialmente responsable y comprometida con los más empobrecidos. Creo que es el obispo que más se parece a Francisco y sé que es un creyente creíble”. Al terminar de hablar, Ustrell me dijo: “Tenemos del otro lado del teléfono al nuevo arzobispo de Barcelona que le ha estado escuchando”. ¡Menos mal que dije lo que pensaba y que era muy bueno!

Hoy, después de casi cinco años de tratarle, consultarle y seguir su trayectoria y la vida de la arquidiócesis, suscribo lo dicho entonces. Yo creo que Dios, como dijo en el libro del profeta jeremías, nos dio a todos “un pastor según su corazón”.

Que Dios le bendiga y le dé su fortaleza y su paz, y que encuentre en sus hermanos obispos buenos colaboradores

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