"Han puesto palos en las ruedas de esta Asamblea; estarían felices si fracasara" Iglesia latinoamericana y del Caribe, ¿asaltada en el camino o samaritana?

Asamblea eclesial
Asamblea eclesial

"Hoy, la Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe, que se está celebrando en México, no es noticia en la prensa y por tanto en la sociedad"

"La convocatoria hecha por el Papa Francisco es un verdadero atrevimiento u osadía. Porque no es ya la clásica reunión de obispos y expertos a trabajar sobre un documento precocinado en Roma"

"La Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe, 'como brotes de olivo', es una Iglesia, sueño de muchos y muchas desde el Concilio, pasando por la gran tribulación"

Hoy estaba pensando que en México se está desarrollado la ASAMBLEA ECLESIAL DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE y me vinieron a la mente los recuerdos de una fecha ya lejana: el dia 11 de octubre de 1962. Empezaba el Concilio Vaticano II.

Yo comenzaba mi tercer año de estudios de filosofía. Luego vendrían los estudios de teología al tiempo que se desarrollaba el Concilio. Quien dirigía el filosofado era el P, Anselmo, que luego cambiaría de nombre, o mejor, regresaba al nombre de bautismo: Gonzalo y, pasados los años, se convertiría en Mons. Gonzalo López, Vicario Apostólico de Sucumbíos, sería amonestado por el Vaticano y moriría como misionero en Angola.

Vaticano II
Vaticano II

El nos ayudaba a “vivir” el concilio, la reforma litúrgica, los nuevos estudios bíblicos, teológicos, históricos, de derecho, de moral. Habíamos comenzado a leer a los teólogos y especialistas que estaban en entredicho: Hans King, Congar, Danielou, Rahner, Smaus etc. etc. Ahora estaban casi todos como expertos asesores de los padres conciliares. Habíamos ya iniciado las celebraciones de “paraliturgias”, como llamábamos técnicamente a unas celebraciones “de la Palabra” sin Eucaristía. El común de la gente les llamaba “misas secas”, porque no había comunión.

El día a día del concilio y sus debates y votaciones lo conocíamos por el reportaje que cada día presentaba la GACETA DEL NORTE, escrito por el sacerdote y periodista José Luis Martín Descalzo. Este reporte se titulaba: “Un Cura en el Concilio”. Cuando ya estaba estudiando teología, siempre se apuntaba a leer al “Cura en el Concilio” era nuestro profesor del tratado de Iglesia y experto en historia de la Iglesia. El P. Tarsicio. Lo interesante eran los comentarios que él mismo hacía a algunas de las discusiones.

Pero, vivíamos el Concilio y lo llevábamos a nuestras discusiones de clase.

Era noticia diaria en los periódicos y los noticieros. Además de las tertulias. Eran un refugio “libre” en los tiempos de la dictadura franquista. Y tiempos de experimentación de las nuevas corrientes nos hacían soñar una iglesia diferente, sin misas en latín, viendo la espalda del sacerdote. Pero mucho más que eso: La Iglesia Pueblo de Dios, viviendo los “gozos y esperanzas”; los nuevos ministerios, etc.

Hoy, la Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe, que se está celebrando en México, no es noticia en la prensa y por tanto en la sociedad. La pandemia también ha hecho su parte, al hacerla en una forma híbrida: presencial y virtual.

La convocatoria hecha por el Papa Francisco es un verdadero atrevimiento u osadía. Porque no es ya la clásica reunión de obispos y expertos a trabajar sobre un documento precocinado en Roma. Ya las Conferencias de los Obispos celebradas en Medellín, Colombia, el 1968, luego en Puebla, México, en el 1979, la de Santo Domingo, Rep. Dominicana, en el 1992 y Aparecida, Brasil, 2007, hicieron la “traducción” del Concilio a América Latina.

Ahora, la Asamblea Eclesial es de toda la Iglesia: laicos, laicas, religiosos, religiosas, presbíteros, diáconos, obispos.

Es la Iglesia que ha pasado de la solemnidad del Vaticano II a una sala reducida y ampliada por las redes sociales, el internet, el face book, el zoom. Con muchas comunidades que hace dos años que no se reúnen en el templo, que no celebran la Eucaristía, que no “comulgan”. No hay obispos con mitras, ni capas de colores; hoy hay indígenas, negros, blancos, mestizos, responsables de su comunidad.

Y llegan a México, via zoom o compañías aéreas, a “caminar juntos” trayendo los frutos de la cosecha. “Y después, miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero”…. “esos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del cordero” (Apoc. 7, 9 y ss).

Porque la Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe, “como brotes de olivo”, es una Iglesia, sueño de muchos y muchas desde el Concilio, pasando por la gran tribulación. Una Iglesia que hoy va haciéndose pobre, sencilla, muchas veces no por decisión propia sino también por sus propios errores, que son los que le van despojando de poder, gloria y riqueza, prestigio y honores. Los obispos y pastores que tienen que “oler a oveja”; los laicos/as que asumen que son Iglesia, no ayudantes, monaguillos o sirvientes. Una iglesia que ya acepta que “los últimos serán los primeros”.

Claro que hay quien sueña todavía con Trento, la misa en latín y el sacerdote cara a la pared; que no permiten que una mujer lea las lecturas, mucho menos que asuma una parroquia, sea presbítera. De todo hay.

A México llega una Iglesia herida, más pobre y que no quiere ya “balconear la vida”. Hay quien tira piedras y ruega a Dios que el “error no cunda en la Iglesia”. Han puesto palos en las ruedas de esta Asamblea y su preparación; estarían felices si la Asamblea fracasara y no ven que hoy hay una pléyade de santos y santas, mártires y confesores y confesoras que llegan a México con sus vestiduras blancas, blanqueadas en mucha sangre.

Muchos/as, desde la compañía del Padre, estarán pendientes.

Hace 50 años leía a José Luis Martín Descalzo sus crónicas del Concilio, hoy me conecto las mañanas al zoom y escucho a los padres y madres sinodales compartir los “gozos y esperanzas” de un continente y sus islas, golpeados por la pandemia, millones de muertos; el FMI y sus “recetas” y su seguidores. Han aumentado los pobres y se han multiplicado las cuentas de los poderosos. Pero somos una Iglesia ”en salida y misionera”, pero… “¿de dónde salimos y hacia dónde vamos”?

Por eso estamos haciendo el esfuerzo de “escuchar”

Asamblea

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