"En la pandemia que estamos sufriendo en casi todo el mundo, el tema de Dios apenas se tiene en cuenta" José María Castillo: "Si tomamos en serio aliviar tanto sufrimiento, estamos buscando a Dios"

Cristo de la peste
Cristo de la peste

"Cuando hablamos de Dios, ¿estamos seguros y sabemos precisar de qué o a qué nos referimos?"

"Hablar de 'trascendencia' es hablar de 'incomunicación'...la solución que el cristianismo le ha dado a esta pregunta ha sido la 'encarnación', es decir, la 'humanización' de Dios en Jesús de Nazaret"

"A Dios no lo conocemos en su “ser”, sino en su 'actividad'. Que es una actividad liberadora del sufrimiento y la opresión. Y a eso exactamente es a lo que se dedicó Jesús"

Me llama la atención que, en la pandemia que estamos sufriendo en casi todo el mundo, el tema de Dios apenas se tiene en cuenta. Por lo menos, de la relación, que tenga o no tenga Dios con la pandemia, es un asunto que, por lo visto, a poca gente le interesa. Y a quienes les interese, lo más seguro es que se pregunten: si Dios lo puede todo, ¿por qué no resuelve este problema?

Como es lógico, quien se haga esta pregunta, lo primero que tendría que pensar es si, cuando pregunta por lo que resuelve o no resuelve Dios, en realidad, ¿sabe de quién está hablando? Y en general, cuando hablamos de Dios, ¿estamos seguros y sabemos precisar de qué o a qué nos referimos?

Es indispensable hacerse esta pregunta porque, si hablamos de Dios, por eso mismo de lo que estamos hablando es del Trascendente. Ahora bien, hablar de “trascendencia” es hablar de “incomunicación”. Esto exactamente es lo que define y precisa la trascendencia. Pero, entonces, cuando hablamos de Dios, ¿de qué estamos hablando?

La solución que el cristianismo le ha dado a esta pregunta ha sido la “encarnación”, es decir, la “humanización” de Dios en Jesús de Nazaret. De forma que, en aquel modesto y sencillo galileo, de hace cerca de dos mil años, que fue Jesús el Nazareno, se nos hizo presente y se nos comunicó Dios, “el Padre”, como le designan los Evangelios. Por eso, el mismo Jesús pudo decirle a uno de sus discípulos: “Felipe, el que me ve a mí está viendo a Dios” (Jn 14, 10). De la misma manera que, en el anuncio de lo que será el juicio final, Dios, por boca de Jesús, dirá: “lo que hicisteis con uno de estos… a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).

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Pero, sin duda alguna, el Evangelio de Juan es el que habla con más claridad de este asunto. Ya, en el prólogo del IV Evangelio, se dice; “A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo Único de Dios, … nos lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Es Jesús, en su forma de vivir y en su actividad, quien nos ha enseñado cómo es Dios y lo que quiere Dios. Por eso, en el Evangelio de Juan, se repite forma insistente el nombre de Dios, tal como el mismo Dios se lo reveló a Moisés en la teofanía de la zarza ardiendo (Ex 3, 6-8). Teniendo en cuenta, sobre todo, que Jesús se apropia la extraña definición que Dios le dio de sí mismo a Moisés: “Yo soy” (Ex 3, 14). Es el Dios, que “ha visto la opresión de su pueblo… y baja a liberarlo” (Ex 3, 7-8).

La definición que Dios le dio a Moisés no es una definición del “ser” de Dios (G. Von Rad), sino de la “actividad” de Dios (cf. Jn 8, 24. 28. 58). Por eso los fanáticos dirigentes del judaísmo decían de Jesús que blasfemaba y querían matarlo.

Verónica en el coronavirus
Verónica en el coronavirus

En definitiva, a Dios no lo conocemos en su “ser”, sino en su “actividad”. Que es una actividad liberadora del sufrimiento y la opresión. Y a eso exactamente es a lo que se dedicó Jesús, liberando a los enfermos y a los que sufren de sus penalidades.

Pues bien, si el tema de Dios se piensa y se aplica, a la realidad de la vida, tal como lo hace la Biblia y tal como lo presenta concretamente el Evangelio, se puede (y se debe) asegurar que la pandemia nos enfrenta cada día al tema de Dios, al problema de Dios y, sobre todo, nos está diciendo a todas horas dónde y cómo tenemos que encontrar a Dios.

Cuando hay más confinamiento y más amenaza de sufrir y peligro de morir, entonces y en eso es donde, sean cuales sea nuestras ideas, si tomamos en serio aliviar tanto sufrimiento, ahí y en eso es dónde – lo sepamos o no lo sepamos – en su sentido más profundo, estamos buscando a Dios, tratando el tema de Dios y palpando el significado que tiene en nuestras vidas.

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