El pederasta y los Legionarios de Cristo (¿Rey?) Aradillas, sobre Maciel: "Los Papas lo sabían. La Curia romana estaba y está al corriente"

Juan Pablo II, bendiciendo a Marcial Maciel
Juan Pablo II, bendiciendo a Marcial Maciel

Gritos de repulsa, de asco, de desprecio, de ira,  de condena enérgica,  de repugnancia y, en algunos –pocos-  casos, de inmisericorde compasión  y lástima…

Refugiarse en la excusa de que su conocimiento  no era tan pleno como el que ahora se tiene, es empeño  vacuo e inane

En lo más alto del cielo, y hasta más allá del infierno, se están oyendo, y se oirán, los gritos de multitud de cristianos, o no tan cristianos, con ocasión de las noticias  recientemente hechas públicas, a consecuencia de los “devotos” pederastas , equipados con los hábitos talares  de la Congregación Religiosa de los Legionarios de Cristo Rey. Gritos de repulsa, de asco, de desprecio, de ira,  de condena enérgica,  de repugnancia y, en algunos –pocos-  casos, de inmisericorde compasión  y lástima…

La interpretación  de tales gritos demanda  reflexión humana y cristiana mi parte, que es lo que pretenden estas sugerencias:

Los papas –uno ya canonizado y otro por canonizar-,  lo sabían. Ni a uno ni a otro  les eran desconocidos  los hechos referidos. (No obstante, al primero de estos papas  pretenden ahora oficialmente  declararlo “doctor de la Iglesia universal” y co-patrono de Europa) Refugiarse en la excusa de que su conocimiento  no era tan pleno como el que ahora se tiene, es empeño  vacuo e inane.  Para eso están los ojos, los documentos, las denuncias  a las que no se les  hacía caso, los oídos,  los Nuncios  y los observadores, tanto religiosos como laicos.

La Curia romana estaba y está al corriente. De bastante mas que de rumores  clericales  había, y hay, que calificar  los “dimes y diretes”  de ociosos monseñores  que se enseñorean por despachos  y claustros de las instalaciones  curiales correspondientes  a los dicasterios de los que, por propia definición y nombramiento  “divino”, les correspondía tal ministerio, oficio o tarea.

Maciel y Juan Pablo II
Maciel y Juan Pablo II

En la Curia romana  se sabe todo –casi todo- y, lo que no se sabe, se inventa, se sospecha  y se acierta, solo  tirar del hilo  de algunas de las piezas que componen el entramado de las reglas, normas y silencios…

Los signos externos de la vida y comportamientos  de los legionarios aludidos, proclamaron siempre y con sus sola presencia en los círculos vaticanos, diocesanos o archi-diocesanos, con la generosidad de sus aportaciones económicas y capacidad de gestión,  que algo grave, muy grave,  escondían –“poner en un lugar secreto”- o tapiaban. (Tapia: “muro o pared que separa o aísla un terreno”)

De por sí, y por el hecho  de haber aceptado en su día la “Santa Sede” la calificación de “Legionarios de Cristo Rey” para distinguir a una Congregación Religiosa,, sobre los responsables “piadosos”  de tan desafortunado reconocimiento, habría de recaer una buena parte de culpa  de lo que acontecería después. Y es que los “legionarios”, sean  del tipo que sean, jamás dejarán de ser  “cuerpo  de ejército formado por soldados profesionales especialmente adiestrados para actuar como fuerzas de choque” y, por tanto, con infinidad de artes, privilegios y al margen, o casi al margen,  de las leyes que regulen  guerras y batallas.  Invocar en estas circunstancias “derechos humanos  y divinos”, es pura entelequia.    

El ser, o haber sido, “legionario” por vocación, profesión u oficio, en la práctica imprime carácter  y confiere plenitud de “derechos”.  Las legiones romanas, con excepción tal vez de  una de ellas – la tebana, del mártir san Mauricio, de quien el Greco dejó tan impresionantes recuerdos pictóricos- , no deja de ser una excepción  gloriosa, del himno militar  por antonomasia del “Soy valiente y leal legionario…”

Obispos “ad tempus” o “ad interim”
Obispos “ad tempus” o “ad interim”

Del Cristo Rey, al estilo de las monarquías históricas, no  puede ser, ni  ejercer, ni actuar como legionario, por muy fraile, o  educador “religioso” que uno se crea. Todos quienes de alguna manera estén a las órdenes  de los “legionarios”,  llegan a la triste e insolente conclusión de que, por lo que respecta tanto al cuerpo como al alma, habrán de estar listos para todo. Y cuando digo todo, es todo. Es esta la posible explicación originaria y radical, y del más impuro clericalismo, de la que han hecho y hacen uso los “legionarios” para justificar los viles comportamientos pederastas y de los otros.

Pero, pese a los buenos modales  de la dirección de los Legionarios de  Cristo Rey, reconociendo sus fechorías,  y pese  a la petición de  perdón a las víctimas y a sus  familiares y al intento de resarcirlas  humana y divinamente, están obligados a pedirle perdón a toda la Iglesia, cuyo nombre, y el de Cristo,  han profanado con  perseverante y perversa gravedad.

Con humildad, pero con realismo, creo honradamente que “las campanas tocan a muerto”, y que, aunque despojados del apellido de “Cristo Rey”,  quienes lo ostentan y su institución, debieran desaparecer, inventándose otros negocios que no sean precisamente “colegios “religiosos” , pero todos ellos sin bendiciones, indulgencias, audiencias pontificias especiales y hasta con el elogio para su fundador de ser oficialmente presentado como “modelo de educador”, a las puertas  de una posible beatificación…..

¡Gracias, papa Francisco, por contribuir tan decisivamente, con sus últimas decisiones pontificias acerca de los secretos curiales,  a abrirnos puertos y puertos de luz y de esperanza…Y, por amor de Dios,  no ceje en la total renovación de la Curia…¡

Nosotros aquí en España, preparamos ya los gritos a dar, cuando se vayan desvelando algunos secretos que, a cal y canto, se han celado y que son  iguales o muy  parecidos a los que hemos lamentado..…         

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