"La nueva encíclica del Papa nos va a orientar sobre cómo curar a este mundo herido" Jesús Fernández González : "En Astorga he encontrado una diócesis muy solidaria"

Monseñor Jesús Fernández González
Monseñor Jesús Fernández González

El obispo de Astorga, Mon. Jesús Fernandez Gonzáles, nos cuenta las primeras impresiones en esta diócesis a escasos tres meses de su toma de posesión, los retos a los que se enfrenta y cómo piensa afrontarlos

También comparte la preocupación general, la temida crisis que tenemos encima y de la cual sadremos con solidaridad, pues 'cada gesto cuenta' como afirma la campaña de Cáritas, de la que es obispo responsable

Sensible y consciente del problema de abusos a menores, pide perdón y suscribe su compromiso de escucha y acompañamiento a las víctimas, así como de prevención mediante la formación de los agentes de pastoral

Jesús Fernández González es obispo de Astorga desde julio de este año. Fue nombrado para sustituir a monseñor Juan Antonio Menéndez, muerto repentinamente, víctima de un infarto. Asegura que ha encontrado una diócesis feliz de recibirle y destaca que 'muy solidaria'.

Consciente de la falta de sacerdotes, los retos que se le presentan son variados: dar una respuesta a la carencia de sacerdotes mediante el diseño de unas nuevas Unidades pastorales desde la comunión, renovación espiritual, pastoral de implicación con familias y colegios católicos, recuperar y fortalecer la conciencia bautismal, vocaciones, jóvenes... Como dijo cuando tomó posesión de su cargo, quiere cambiar el mundo. Ahora, con la pandemia, el reto es mayor.

Como obispo responsable de Cáritas, ve la realidad muy de cerca y afirma que "cada día parece más claro que la remontada económica no va a ser en V, sino en L". La parte positiva en esta pandemia es que ha despertado en la mayoría su lado solidario, necesario para curar este mundo herido y piensa que la nueva encíclica del Papa va por ese camino.

Jesús Fernández González
Jesús Fernández González

Sr. Obispo, ¿Cómo encontró la diócesis de Astorga cuando el día 18 de julio tomó posesión episcopal de la misma?

R.- Ese día me encontré una diócesis en fiesta, feliz al recibir un nuevo pastor después de la prematura muerte de mi predecesor Mons. Juan Antonio Menéndez tan querido y llorado. Lógicamente, a partir de ese día, me ha salido al paso la realidad diversa de personas, instituciones, historias, territorios… Así por ejemplo, al día siguiente, me encontré en Ponferrada con unos niños que recogían la comida en un albergue de transeúntes, con unos políticos y una prensa preocupada por los problemas sanitarios, sociales y económicos que padecemos, con unas monjas de clausura que no solo rezan sino que también trabajan y ayudan a los necesitados, con unos sacerdotes que, aunque mayoritariamente ancianos y con el peso del ministerio sobre los hombros, se preocupan por el desarrollo integral de los feligreses, la edificación de la comunidad y el bien de todos.

Son 1000 parroquias las que forman la Diócesis y no hay sacerdotes para todas, ¿Cómo van a paliar esta carencia?

R.- Buena pregunta. Este problema no nos debería sorprender: cuando no se produce el relevo generacional en forma de nuevas ordenaciones, el envejecimiento y la disminución del clero es imparable. La situación es la que es y hay que afrontarla, y hacerlo usando las herramientas de que disponemos. Desde hace décadas, los Papas vienen insistiendo en la necesidad de una nueva evangelización o una evangelización renovada. En la exhortación Evangelii gaudium, el Papa Francisco ha puesto la guinda hablando de la urgencia de la renovación pastoral que incluye la conversión personal de los evangelizadores, la adopción de un nuevo estilo pastoral y la renovación de las estructuras. En este orden de cosas, ya hace 20 años que nuestra Diócesis organizó los Centros de Atención Pastoral (CAP). Ahora estamos empeñados en el diseño de unas nuevas Unidades pastorales planteadas para responder desde la sinodalidad y la corresponsabilidad al reto del clericalismo, desde la comunión, al reto del parroquialismo.

¿Son varios los retos que se le presentan en la Diócesis de Astorga?

R.- Por supuesto. El primero, la renovación espiritual, pues los creyentes nos estamos contagiando demasiado de los virus de la mundanidad, el hedonismo y el individualismo. También hemos de afrontar la renovación pastoral, dentro de la cual ha de ocupar un lugar privilegiado la iniciación y la formación cristiana. Será fundamental, en este sentido, la implicación de las familias y de los colegios de inspiración católica, sin los cuales, la parroquia difícilmente cumplirá su cometido. Pero, además, es importante recuperar y fortalecer la conciencia de la vocación bautismal: todos somos discípulos misioneros, aunque con distintos carismas y ministerios. Me preocupan también las familias, los jóvenes, las vocaciones… Y, por supuesto, la dimensión social y caritativa de la fe que debe llevar, principalmente a los laicos, a transformar el mundo para que cesen las injusticias, se achiquen las desigualdades, desaparezcan los atentados contra la vida en todas sus fases y manifestaciones, todos puedan acceder a un trabajo digno y estable, desaparezca la trata de personas…

Un problema importante y que está activo son los abusos a menores en el Seminario por parte de algunos sacerdotes y que su antecesor, siempre recordado, D. Juan Antonio Menéndez, de feliz memoria, lo afrontó con la cruda realidad. Precisamente Vd. en su primera homilía apostó por crear un sistema espiritual y pastoral que haga inviable cualquier tipo de abuso. ¿Las víctimas de estos abusos de Astorga ya le han solicitado una entrevista, ya los ha escuchado?

R.- Desde luego, estamos ante un problema grave que afecta principalmente a las familias, a los ámbitos educativos y deportivos y, en general, a la sociedad y a la Iglesia. Como creyentes, nos sentimos abochornados porque un pequeño puñado de sacerdotes haya podido cometer algún tipo de abuso. Como han hecho mis predecesores, pido perdón y condeno en nombre de esta Iglesia particular este tipo de pecados y de delitos. A partir de ahí, le digo lo siguiente: creo que la Iglesia es la única institución que ha pedido perdón multitud de veces, que incluso ha levantado la prescripción de estos delitos, que ha establecido cauces para que las personas puedan denunciar estos abusos, que ha puesto a disposición de las posibles víctimas sus servicios jurídicos y de acompañamiento. Con frecuencia se olvida esto. Por lo que se refiere a nuestra Diócesis en concreto: en el terreno judicial, los casos han sido o están siendo juzgados; en el ámbito de la recogida de denuncias y el acompañamiento a las víctimas, está funcionando perfectamente una delegación compuesta por profesionales que mantiene permanentemente abiertos los cauces de escucha y diálogo con los afectados; y, en el terreno de la prevención, se ha cuidado y se seguirá cuidando la formación de los agentes de pastoral que tendrán siempre en cuenta los protocolos establecidos por la autoridad eclesial.

Sr. Obispo, su lema episcopal es “Evangelizar a los pobres”. Esto es muy consecuente con su cargo en la CEE como responsable de Cáritas

R.- Lo es. He tratado de mantener vivo y presente este lema y este compromiso durante toda mi vida ministerial, primero como sacerdote y posteriormente como obispo. Siempre me ha conmovido la estampa de Jesús en la sinagoga de su pueblo presentándose movido por el espíritu de Dios para evangelizar y curar. Y, por supuesto, me estremece pensar que, por su gracia, participo de esta identidad y de esta misma misión. Por otra parte, el Señor no sólo encarga la misión, también dota de lo necesario para llevarla a cabo; en mi caso, estimo que me ha dado una especial sensibilidad y afinidad con los pobres, los necesitados, los que sufren. Ellos, junto con los niños, eran los preferidos del Señor y cada día intento que sean también los míos.

Sin duda las necesidades que desde Cáritas y en esta situación tan grave que estamos viviendo, estarán desbordados para poder afrontar tantas ayudas a los más débiles y pobres.

R.- En estos momentos, nuestras Cáritas están sometidas a una gran presión por las solicitudes para cubrir necesidades básicas, material escolar, vivienda. Respecto a ésta y a los suministros le comento que, en la época del confinamiento, muchos propietarios dejaron de cobrar el alquiler, pero esa moratoria se ha acabado. El empleo no remonta y la leve recuperación del verano se viene abajo; cada día parece más claro que la remontada económica no va a ser en V, sino en L.

El Sr. Nuncio, en su toma de posesión, le instó a ser “un padre cercano”, “maestro fiel y certero, con un corazón que escucha, compasivo y caritativo.

R.- Efectivamente, Mons. Auza pronunció unas palabras muy atinadas y motivadoras que cada día intento hacer mías y poner en práctica. Este mundo lleno de personas que viven en orfandad necesita y busca padres cercanos, esta cultura contagiada de relativismo echa de menos maestros fieles a la verdad de Dios, del hombre y de las cosas, hombres y mujeres atinados en el discernimiento, este planeta herido en millones y millones de seres humanos grita compasión y pide ayuda. A Dios, Padre cercano, al Señor, maestro fiel, certero y buen samaritano, al Espíritu de Dios, le pido cada día me configure con Jesucristo en el servicio a mis hermanos.

Toma de posesión

D. Jesús, ¿cómo está la economía de la Diócesis de Astorga?

R.- Bien sabe Vd. que la pandemia que estamos padeciendo nos está golpeando a todos, personas e instituciones, también en la vertiente económica. Evidentemente, las parroquias han dejado de ingresar donativos en el intervalo del confinamiento, y han visto muy reducidos los ingresos posteriormente por la reducción del aforo. A pesar de ello, tratamos de que no se resienta el servicio pastoral y de mantener en activo a las personas empleadas en las distintas instituciones diocesanas.

¿La pandemia nos está haciendo más solidarios?

R.- Así es, al menos en una parte importante de la gente. Algunos datos lo confirman: la campaña de Cáritas “Cada gesto cuenta” ha recaudado hasta la fecha catorce millones y medio de euros que se están repartiendo entre las distintas Cáritas diocesanas, ha habido empresas de abogados que se han ofrecido para un asesoramiento gratuito a los necesitados, los sacerdotes diocesanos están aportando sus donativos para un fondo solidario, etc. Por otra parte, a los donativos en dinero se han añadido también muchos en especie: comida, ropa, tabletas, material sanitario, transporte…

¿Qué espera de la próxima encíclica del Papa “Fratelli tutti”, que se firma el próximo día 3 de octubre en Asia?

Monseñor Fernández
Monseñor Fernández

R.- Por lo que sé, esta nueva encíclica va a inspirarse en el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común firmado en febrero del 2019 por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeby. Otra fuente de referencia serán las catequesis que el Santo Padre está impartiendo en sus audiencias de los miércoles. El Papa nos va a orientar sobre cómo situarnos ante la pandemia y cómo curar a este mundo herido, partiendo de la Doctrina Social de la Iglesia.

Sr. Obispo, es Vd. un buen deportista. Fotografías suyas circulan por internet en bicicleta, haciendo el Camino de Santiago y también como capellán de la Cultural Leonesa.

R.- De joven jugué al fútbol, pero hace ya bastantes años que me he pasado al ciclismo, un deporte cuya práctica no precisa del concurso de otras personas y que, además, se puede hacer en un horario absolutamente flexible; en concreto, la bici estática se puede utilizar a cualquier hora del día. Por otra parte, ya que alude Vd. al Camino de Santiago le diré que, hace cuatro años, Astorga fue punto de partida de la etapa que cubrí en bicicleta desde aquí hasta Villafranca. Definitivamente, el deporte adecuado a las propias condiciones es muy sano y debe practicarse siempre que nos sea posible y si, además, se convierte en peregrinación, mucho mejor.

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