Muere Santiago Panizo Orallo, decano emérito de la Rota de España, a los 89 años In memoriam Santiago Panizo: "Bienaventurados los que trabajan por la justicia"

Santiago Panizo Orallo
Santiago Panizo Orallo

El día anterior había dejado escrito —y publicado en su blog en religión digital— su último artículo —«Atisbos propios. 8 de septiembre de 2019. Mis puntos de vista»

"La familia fue para Santiago un ámbito idóneo de crecimiento, una especie de gran tallo, de gran carpa, de chopo afectivo"

"A finales de 1975 fue nombrado Auditor del Tribunal de la Rota Española; en N. Tribunal ha estado 33 años y medio, los últimos cuatro —hasta enero de 2009— como Decano"

"Santiago ha sido un hombre de talento, pero sobre todo de gran disciplina y de trabajo incansable. A poca gente he conocido con tanta capacidad de trabajo como él"

Muchas gracias querido Santiago. Encomiendo tu alma al Señor, que te habrá recibido con estas palabras: «bienaventurados los trabajan por la justicia».

Entrevista con Santiago Panizo: "Somos un país laico y la laicidad es virtud cristiana, lo mismo que exigencia política"

En la mañana de ayer nos sobresaltaba la noticia de la muerte repentina de Mons. Santiago Panizo Orallo, con quien compartimos amistad, y a quien admiramos por su quehacer jurídico y por su brillantez intelectual. Aunque su edad era avanzada (89), lo cierto es que Santiago mantenía una extraordinaria actividad intelectual y física, de hecho se disponía a coger el tren para ir a su pueblo natal de San Miguel de las Dueñas.

El día anterior había dejado escrito —y publicado en su blog en religión digital— su último artículo —«Atisbos propios. 8 de septiembre de 2019. Mis puntos de vista»—, que comenzaba con la conocida cita de Machado —de quien era lector asiduo—: «La verdad es la que es, y sigue siendo verdad aunque se cuente al revés»; ciertamente, todo un epílogo de lo que ha sido su vida: buscar la verdad a nivel intelectual, y la verdad material a través de la indagación jurídica en los miles de procesos jurídicos en los que actuó como juez.

Es mucho lo que se debería decir de Santiago, y siempre es muy difícil condensar en unas líneas toda una vida, sobre todo si ésta es tan poliédrica como la de Panizo. Permítaseme unas líneas a modo de esbozo de su personalidad y figura.

Nacido en 1930, en San Miguel de las Dueñas —en el Bierzo leonés—, en el marco de un hogar humilde, bueno, familiar, con un padre trabajador durante 34 años en el lavadero de las minas de carbón en la Minero Siderúrgica de Ponferrada, y también labrador de la tierra, junto con su madre. Un hogar intensamente cristiano, en el que la presencia de Dios marcaba el día a día de la familia, como ocurría en tantos millones de hogares de esta bendita tierra que llamamos España. Esfuerzo, trabajo, sacrificio, autenticidad y verdad, entrega y lucha, fe, Dios, marcaron el despertar a la vida y en afianzamiento en ella de Santiago, y también de su hermano Ángel; su padre murió en diciembre de 2003, su madre sobrevivió unos años, cuidada, mimada por sus hijos, su cuñada Carmina, que ha sido como una hija, y por sus dos sobrinos y tres resobrinos. Todo muy normal, todo muy extraordinario.

Sin duda alguna, en esos jacales primitivos, porque la época no daba para tanto, empieza a escribirse una palabra tan sencilla como todo lo hermoso: la familia. La familia fue para Santiago un ámbito idóneo de crecimiento, una especie de gran tallo, de gran carpa, de chopo afectivo, de celaje de hojas que cubrieron y permitieron su desarrollo como persona. Frente al trasterramiento y desarraigo de tantos coetáneos nuestros, Santiago Panizo fue de esa generación de hombres arraigados, enraizados, religados.

San Miguel de las Dueñas

Llevado pronto fuera de su tierra y de su suelo, y de su casa, primero a Astorga —en cuyo seminario diocesano realizó los estudios eclesiásticos, la filosofía y la teología—, después a Comillas —en cuya universidad pontificia cursó la licenciatura y el doctorado en derecho canónico—, siguió Madrid —para estudiar en la universidad complutense la licenciatura y el doctorado en derecho—, y después, ya desempeñando diversos ministerios canónicos, Sigüenza-Guadalajara, San Sebastián, y de nuevo Madrid, hasta el día de hoy.

No es posible entender la defensa que Panizo ha hecho de la familia, del matrimonio, de la verdad del hombre, sin tener presente sus raíces, sin el buen olor y el bálsamo de su familia. Decía Borgese que basta ver a uno rodeado de sus parientes para comprobar que su voz, su fisonomía, todo, le pertenece nada más que hasta cierto punto. La familia, la casa paterna, es como una iglesia de orden natural, que rara vez niega un alivio y que prepara el alma a consuelos mayores. Y es que en la paz del hogar la imaginación se purifica y al mismo tiempo se templa el desorden de los sentimientos.

En alguna ocasión él citó estos versos del poeta vasco Gabriel Aresti: —«Defenderé la casa de mi padre,/ contra los lobos,/ contra la sequía, /contra la usura, / contra la justicia, /defenderé la casa de mi padre. / Perderé los ganados, /los huertos, / los pinares; / perderé los intereses, / las rentas, / los dividendos, /pero defenderé la casa de mi padre…». Así lo hizo Panizo con la familia, con el matrimonio: defenderla; lo hizo con sus escritos, y sobre todo, lo hizo con sus sentencias.

Ordenado sacerdote en junio de 1953 en Ponferrada, en la Iglesia de San Ignacio, el julio de 2003 celebró sus bodas de oro sacerdotales; llevaba 66 años de sacerdote.

Adentrándonos en el capítulo de servicios en la Iglesia, y de títulos, muy joven —con 25 años— fue nombrado Vicario General de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara y Vicario Judicial en la misma Diócesis durante seis años. A partir del año 1961, y durante casi 15 años, desempeñó esos mismos cargos en la Diócesis de San Sebastián, siendo nombrado también canónigo Maestrescuela de la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián.

Libro de Panizo

Con estas palabras él mismo valoraba aquellos años:

«Especialmente en mis años de estancia en San Sebastián se definieron mis horizontes, en proyecciones tan concretas y vanguardistas como la del pluralismo político y religioso —con el Concilio Vaticano II en la proa de mis preocupaciones e ilusiones como sacerdote—, la de la lucha política —con el surgir de la ETA cuyos primeros pasos y activismo seguí muy de cerca por mis cargos de San Sebastián, el franquismo incidiendo sobre las tesis nacionalistas vascas, el catolicismo en primera línea de compromiso— y lucha contra la injusticia, así como la influencia del catolicismo francés en su lucha secular por la sana autonomía de los dos Poderes, civil y religioso».

A finales de 1975 fue nombrado Auditor del Tribunal de la Rota Española; en N. Tribunal ha estado 33 años y medio, los últimos cuatro —hasta enero de 2009— como Decano. Por sus manos de juez habrán pasado miles y miles de personas. Él mismo resumen esta tarea importantísima de su vida de la siguiente manera: «a partir de diciembre del año 1975 me incorporé al Tribunal de la Rota. Desde ese momento, tres problemas humano-cristianos pivotan de manera relevante en mi vida profesional, marcando con relieve casi toda su actividad: el drama actual del matrimonio; la obligada justicia de la Iglesia con el matrimonio; y la formación de buenos profesionales —abogados y jueces eclesiásticos principalmente- para las cuestiones canónicas y civiles del matrimonio. Mi experiencia en esta enorme y rica problemática conyugal ha sido y es muy viva y es aún base no sólo de mis inquietudes sino también de bastantes de mis rebeldías».

Prelado Doméstico de S. Santidad en 1.994, Protonotario Apostólico Supernumerario en mayo de 2.007, distinguido con la Cruz de Honor Fidelitas del Arzobispado Castrense, Académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación desde junio de 2.005 —su discurso de ingreso fue Raíces cristianas de la democracia moderna—, miembro permanente del Comité Asesor del Congreso «católicos y vida pública», una faceta muy importante de Santiago ha sido su tarea como profesor, siendo muchos los beneficiarios de su magisterio y docencia.

Santiago Panizo
Santiago Panizo

Así, fue profesor de Derecho Canónico en los Seminarios de Sigüenza y de San Sebastián, profesor encargado de la cátedra de Derecho Canónico en la Facultad de Derecho de La Universidad del País Vasco-San Sebastián desde su fundación hasta el año 1.975; durante dos años fue profesor adjunto de Derecho Procesal en la cátedra del Prof. Prieto Castro —en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense—, profesor adjunto de Derecho Procesal en la Autónoma de Madrid, en la que también fue profesor titular de Derecho Canónico hasta el año 1.984, en que pidió la excedencia voluntaria por imperativo de la Ley de Incompatibilidades.

Desde el año 1985 fue profesor de Derecho Normativo, Procesal, Administrativo y Constitucional de la Iglesia en la Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad de Comillas. Durante años fue también profesor y director en el Estudio Jurídico Rotal del Tribunal de la Rota Española, así como profesor de de Derecho Canónico y Eclesiástico del Estado en la Fundación-Colegio Universitario Cisneros.

Decía W. Faulkner que «para ser grande se necesita un 99% de talento, un 99% de disciplina y un 99% de trabajo». Santiago ha sido un hombre de talento, pero sobre todo de gran disciplina y de trabajo incansable. A poca gente he conocido con tanta capacidad de trabajo como él. Sólo así se explica, además de su trabajo como Juez, de las horas dedicadas a la docencia, tuviera tiempo para producir científicamente las obras que producido. Sin ánimo de ser exhaustivos, en el capítulo de monografías hay que citar las siguientes:

Naturaleza de la persona jurídica-Persona jurídica y ficción, que es su tesis doctoral civil, publicada por la Universidad de Navarra en 1975 a instancias del profesor Pedro Lombardía.
Nulidades de matrimonio por incapacidad, publicado por la Universidad de Salamanca en 1.982. Alcoholismo, droga y matrimonio, Salamanca 1984.
La inmadurez de la persona y el matrimonio, Salamanca 1996,
Temas procesales y nulidad matrimonial, Madrid 1999. Esta obra es magistral, y quedará como referencia de la ciencia procesal canónica.
El matrimonio a debate hoy. Nulidades en el dos mil, de la editorial Trivium Madrid 2001.
Claroscuro conyugal, La Coruña 2002.
La intimidad a prueba. Estudios de la personalidad y prueba de los hechos internos y de intimidad en los procesos en general y especialmente en los de nulidad conyugal, de la editorial Colex, Madrid 2003.
Matrimonio civil desmitificado. En la coyuntura de una boda, publicado por la Universidad Complutense, Madrid 2004.
¿Crisis del sistema matrimonial? Sobre el futuro del matrimonio y la familia, editado por el Ceu, Madrid 2009, texto que fue primer Premio de investigación Balbuena-De la Rosa-CEU en 2006.
La trilogía Humanismo siempre a la vista, Humanismo cristiano en voces de tiempo presente, y Los católicos y las izquierdas, publicados por el obispado de Astorga respectivamente en 2006, 2008 y 2010, textos que recogen algunas de sus colaboraciones de la revista Día 7, que edita el citado obispado.

A todo lo anterior hay que añadir toda una serie de artículos de revista, voces de diccionarios, sobre temas muy variados y cuyo número no baja del centenar. Estos estudios, en general, apuntan hacia una triple temática: la matrimonial, la procesal canónica y civil y la del lugar de la Iglesia en el mundo y en la política actuales. Entre éstos últimos, me permito citar tres estudios muy interesantes:

La Iglesia y la política, pp. 555-583 del libro Estudios de Derecho Canónico y Eclesiástico del Estado en homenaje al profesor Maldonado, Madrid 1983.
Objeción de conciencia. Notas sobre la objeción de conciencia (al servicio militar), conferencia pronunciada en 1986 la Facultad de Derecho de la universidad de Málaga dentro del ciclo «Estado y Religión».
Iglesia libre en Estado libre, conferencia impartida en el pueblo minero de Toreno (Bierzo-León) en la II Semana de la Justicia 2007.

Además de sus escritos y publicaciones, y durante años, Santiago Panizo fue conferenciante habitual en los principales Congresos de Derecho Matrimonial y Procesal Canónicos celebrados en toda la geografía española, y fuera de España.

Toda esta producción científica nos sitúa ante un hombre culto, trabajador incansable, muy buen lector —era muy difícil no verlo con un libro—, bibliófilo empecinado, dotado de buena mano para la descripción de la vida afectiva e interrelacional, parar la mirada introspectiva, para el juicio crítico.

Estos datos curriculares que acabo de apuntar son tan objetivos como fríos a la hora de dejar constancia de la biografía judicial, y de la trayectoria humana que Santiago Panizo ha trazado al servicio de la Iglesia y de las almas.

En 1968, Pablo VI, haciendo una mirada retrospectiva a la historia de la Rota Romana, decía que habían sido muchos los jueces que habían destacados por sus méritos al servicio de la Iglesia: «esta acrisolada probidad de vida que informaba la vasta ciencia de lo equitativo y de lo justo de aquellos auditores —escribía el Papa— hizo brotar en ellos como la personificación misma de la justicia: iustitiam animatam, lo cual —como afirmaba santo Tomás, repitiendo el pensamiento aristotélico— expresa precisamente el ideal del juez conforme al sentir del pueblo (Suma Teológica, II-II, q. 60, art. 1)» (n. 7 del Discurso de 1968). Santiago, con su quehacer jurídico durante estos largos años, ha sabido hacer de la justicia, no una entelequia, sino una verdadera vocación, a la que se dedicó por entero en sus innumerables y trabajadas sentencias y decretos, labrados todos ellos con un estudio minucioso de los autos, y con la base de una jurisprudencia que para él sobradamente conocida. Nos quedarán para siempre. Muchos —yo entre ellos— aprendimos mucho leyendo sus sentencias, algunas de la cuales guardo encuadernadas en varios tomos en mi biblioteca; las leeré y recordaré siempre.

Rota española

Hablando de la fidelidad a la Ley que debía tener todo Juez, Cicerón se atrevía a decir que «el juez es la misma ley hablando» (De Legibus, L. 3, n. 1,2). Como los defectos de los hombres, defectibles, siempre perfectibles, Santiago Panizo ha sido fiel a las directrices de la jurisprudencia rotal, ha tenido un gran sentido del deber en general, y del deber jurídico en particular.

En el Discurso a la Rota de 1998, el Papa Juan Pablo II indicaba que «el juez eclesiástico, auténtico sacerdos iuris en la sociedad eclesial, no puede menos de ser llamado a realizar un verdadero officium caritatis et unitatis. —y continuaba diciendo el Santo Padre— ¡Qué delicada es, pues vuestra misión y, al mismo tiempo, qué alto valor espiritual tiene, al convertiros vosotros mismos en artífices efectivos de una singular diaconía para todo hombre y, más aún, para el christifidelis¡» (n. 2). Así fue como vivió su ministerio como juez: como verdadero sacerdos iuris, como un oficio de caridad, de unidad y de verdad, como una auténtica diaconía.

Si algún error existió quedó escrito en arena; en mármol, en cambio, han quedado escritos los beneficios que tantos fieles de España, que tantos abogados y jueces hemos recibido. Muchas gracias querido Santiago. Encomiendo tu alma al Señor, que te habrá recibido con estas palabras: «bienaventurados los trabajan por la justicia».

Carlos M. Morán Bustos

Decano del Tribunal de la Rota de España

CVarlos Morán

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