El reciente afer polifacético del ex -obispo de Solsona debería ser referencia para serias reflexiones Obispos enamorados

Obispos enamorados
Obispos enamorados

"El ex monseñor se ha enamorado. El deseo de que 'sean felices, coman perdices' deberá prevalecer sobre cualquier otro tipo e intenciones de los 'católicos de toda la vida'"

"Pero la reflexión de esta noticia debería centrarse también en principios como el de que el pueblo-pueblo debe ya intervenir en los nombramientos. A los obispos no deben nombrarlos los Nuncios, ni sus allegados"

"Obispos 'porque sí' hay muchos. Casi todos. Lo que no deja de ser una profanación y un acto de incultura 'religiosa' ¿Pero quien nombra de verdad y personalmente a los obispos hoy en España?"

"Los 'viveros' episcopales están a la vista. Algunos siguen todavía a la sombra de la Denominación de Origen, con marca 'rouconiana'. Y conste que la del santo Evangelio no es la prevalente"

"Que en Solsona, Manresa o donde sea y estimen oportuno y decidan residir, el ex-obispo y su señora 'sean felices y coman perdices' ¡Que Dios nos coja confesados, Amén.!"

De entre los capítulos de la historia de la Iglesia a los que se tuvo, y se tiene acceso con libertad y documentación, no pocos de los más tristes y dolorosos que se registran son los relacionados con los señores obispos.

Por acción, omisión, Teología, Derecho Canónico, comportamientos pastorales, o no, por lo que sea, los obispos, a quienes por otra parte identifican propios y extraños de modo eminente y casi en exclusiva, como la única y verdadera Iglesia, escriben y configuran episodios “ eclesiásticos “, dignos de reflexión, de penitencia, corrección y, en ocasiones, de retiro y jubilación forzosa, anticipada y precoz.

La luz de la fe y del Evangelio, con la consabida necesidad de prescindir de los cánones en la mayoría de los casos, será lo único que ilumine la “vía sacra” que se les hizo recorrer a los “episcopables” hasta alcanzar la meta de la “toma de posesión” (¡¡), o “entronización”, términos y posicionamientos que siguen definiendo con bárbaros caracteres, semi-dogmáticos, a este colectivo del “Alto Clero”.

Silvia Caballol y Xavier Novell
Silvia Caballol y Xavier Novell

Y el reciente afer polifacético - “negocio o asunto”- del ex -obispo de la diócesis de Solsona, da mucho de sí y debiera ser referencia para serias reflexiones sobre un problema y sus circunstancias humanas y cristianas, de excepcional importancia, inédito para muchos.

El ex monseñor se ha enamorado, ha decidido desechar por inservible, la mitra y otros signos prelaticios y, por caminos de la legalidad y cordura, con las debidas licencias y explicaciones “a quienes corresponda”, inicia su nueva vida en pareja, con una señora más joven con dedicaciones literarias y profesionales que a algunos pueden parecerles un tanto extrañas, pero que, al parecer, a nuestros protagonista no les han significado obstáculo alguno, sino todo lo contrario, en la búsqueda de la felicidad compartida, y no sabemos si sacramentalizada, cosa íntima en la que a nadie le estará permitido inmiscuirse. El deseo de que “sean felices, coman perdices” y sea para muchos años y ejerzan de ejemplos para familias católicas o no, deberá prevalecer sobre cualquier otro tipo e intenciones de los “católicos de toda la vida”.

Obispos
Obispos

De todas maneras, tema-eje de la reflexión de esta noticia, podría y debería centrarse también y con urgencia en principios como estos:

El pueblo-pueblo debe ya intervenir efectivamente en los nombramientos de los respectivos obispos. La democracia es un don -gracia- de Dios y jamás podrá desterrarse de acontecimientos eclesialesde tan colosal importancia como el de la elección de sus pastores. Aún más, en ocasiones, se da la infeliz ocasión, testificada por tantos, de que se efectuaba con conciencia de que tal nombramiento se llevaba a cabo en contra de los criterios de los propios sacerdotes y de buena parte del pueblo.

A los obispos no deben nombrarlos los Nuncios, ni sus allegados y “¡sea lo que Dios quiera, pese a quien pese y sanseacabó!”, siempre y cuando el episcopable se haya distinguido por ser dócil y por no plantear problemas de tipo civil y, por supuesto, “religioso”. Su relación y vivencia del Evangelio apenas si cuenta en tal operación administrativa canónica. A veces, hasta significa un obstáculo consciente.

Obispos “porque sí”, aun cuando en el documento oficial de su nombramiento para la sede a la que se destina, se cite expresamente al papa, con su firma y sello, y se simule la presencia del Espíritu Santo, hay muchos. Casi todos. Lo que no deja de ser una profanación y un acto de incultura “religiosa”.

¿Cómo y por qué se le ha de culpar nada menos que al Espíritu Santo en relación con las “metiduras de pata” –“ hacer o decir algo poco acertado”-, y sobresalientes comportamientos episcopales, revestidos de paganos e imperiales ornamentos “sagrados”, y convencidos de que son y actúan “por la gracia de Dios”, sin que ni al pueblo ni al clero tengan por qué darle explicación alguna?

¿Pero quien nombra de verdad y personalmente a los obispos hoy en España? ¿Cuáles son los méritos principales que motivaron la activa presencia de la firma papal a favor, en el documento oficial? La repuesta a estos y otros interrogantes “episcopables” no resulta difícil. Hoy se sabe todo o casi todo. Hasta el mismo papa Francisco repetidamente ha condenado el “chismorreo”, verbo que se conjuga y practica en demasía en la Curia Romana… Además, los “viveros” episcopales están a la vista. Algunos siguen todavía a la sombra de la Denominación de Origen, con marca “rouconiana”. Y conste que la del santo Evangelio no es la prevalente. Es la estrictamente indispensable y sin que registre y dé ocasión a la creación de problemas...

Ronda aún por las Comunidades Autónomas, y Provincias Eclesiásticas, la sombra de un “SÍ” colectivamente episcopal a determinado comportamiento político. De obispos “prohibidos” –“traviesos”- nada de nada. Ellos, que sigan con sus báculos, sus festivales y festejos litúrgicos o para- litúrgicos, procesiones y “Cartas Pastorales” con el “Nihil Obstat” canónico y aún político, y ¡basta!.

Hubo tiempos en los que las sedes episcopales, con inclusión de la de Roma, con sus rentas, suntuosidades y poderío, se compraban -sí, se compraban- (o se heredaban) por los potentados de siempre y aún de padres a hijos. Ahora, los comportamientos episcopales son otros, pero con efectos similares. Se heredan las ideas. No pocos hechos saltan a la vista y a los noticiarios informativos de toda clase de medios de comunicación, con nombres y apellidos episcopales impensables, reprobables y delictivos en determinados casos.

El feudalismo, también en sus formas palaciegas, no se cultiva con tanto rigor y vigencia sociológica, como entre el “Bajo y Alto Clero” y más con la pagana añadidura de que se hace “cumpliendo la voluntad de Dios, así en la tierra como en el cielo”. En las “Bulas Alejandrinas “Inter caetera”, del papa Alejandro VI, que prepararon el Tratado de Tordesillas, firmado el 2 de junio de 1494, por los Reyes Católicos Isabel y Fernando, y por Juan II, rey de Portugal, el citado papa “dueño y señor del mundo”, decidió dividirlo en dos partes, una para España y otra para Portugal, con lo que, bajo pena de excomunión, se solucionaron los pleitos internacionales…

Que en Solsona, Manresa o donde sea y estimen oportuno y decidan residir, el ex-obispo y su señora “sean felices y coman perdices”, con conciencia de que posiblemente, con el explicable desconcierto de algunos, sean los primeros en haber dado los pasos debidos para que también actúen los matrimonios episcopales en la Iglesia que se nos avecina…

¡Que Dios nos coja confesados, Amén.!

El obispo de Solsona
El obispo de Solsona

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