En Perú, octubre es el mes mes penitencial Paseando entre nazarenos: Octubre, mes morado en Perú y mes morado en Ayabaca

El Señor Cautivo de  Ayabaca
El Señor Cautivo de Ayabaca

"Para muchos es conocido que, en Perú, desde el punto de vista religioso, octubre es el mes morado, es decir, mes penitencial.  Y, dependiendo de lugares, hasta en el exterior se nota: por doquier vemos gente con hábito morado puesto"

"He estado trabajando, pastoral y sucesivamente, en los tres lugares que albergan la devoción a tres Cristos distintos: el Señor de Luren, en Ica y la costa sur, el Señor de los Milagros (en Lima, a nivel nacional e internacional) y, ahora, el Señor Cautivo de Ayabaca, en todo el norte del país"

"Ahora estoy en Ayabaca, capital de la provincia serrana del mismo nombre en la diócesis de Chulucanas-Piura. Y si por algo se conoce a Ayabaca en el país, es por su 'Señor Cautivo'"

"El Señor Cautivo ¡es mucho Señor Cautivo! Las estadísticas hablan de que el pueblo-ciudad puede pasar de 7.000 personas a albergar 200.000. No hay otra explicación: el Señor Cautivo es un imán, pata todos, incluido el que firma esta nota"

Para muchos es conocido que, en Perú, desde el punto de vista religioso, octubre es el mes morado, es decir, mes penitencial. Es lo que propiamente podríamos llamar, nosotros, “la cuaresma”. Y, dependiendo de lugares, hasta en el exterior se nota: por doquier vemos gente con hábito morado puesto.

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Da la casualidad de que he estado trabajando, pastoral y sucesivamente, en los tres lugares que albergan la devoción a tres Cristos distintos: el Señor de Luren, en Ica y la costa sur, el Señor de los Milagros (en Lima, a nivel nacional e internacional) y, ahora, el Señor Cautivo de Ayabaca, en todo el norte del país. En los tres lugares en el mes de octubre todo se tiñe, podríamos decir, de morado.

Los tres cristos, concentran la fe y la religión de chicos y grandes, de ricos y pobres, hombres y mujeres…unifican al pueblo entero. Y, sobre todo la devoción al Señor de los Milagros, ha logrado saltar las fronteras. Así tenemos “hermandades” del Señor de los Milagros en distintos países y en distintas ciudades de los mismos. En Madrid, sin ir más lejos, hubo por bastante tiempo una hermandad ubicada en la parroquia del Henar, zona Diego de León, que se ponía sumamente activa en el mes de Octubre y organizaba sus procesiones por la calle.

Recuerdo en Ica el Señor de Luren -Cristo Crucificado-, además de octubre, salía en procesión el jueves santo en la tarde (¡lo mataban antes de tiempo, el jueves!). Esa era la tradición y se hacía respetar hasta que la Conferencia Episcopal (porque el problema no era solo en Ica) cambiaron por decreto esa salida el jueves retrasándola para el viernes, como era lógico y normal. Con el final de la procesión, el viernes al mediodía, se acababa la semana santa (ya no había ambiente de Resurrección). Salía también siempre, por supuesto, en el mes de octubre. En ambas ocasiones, tanto en Semana Santa como en octubre, la noche de la procesión, si querías ver o encontrar a alguien, ya sabías: ¡a la procesión a media noche! Difícil entre tanta gente, pero, al final, encontrabas a la persona que buscabas.

De Lima, de la procesión (los 18 y 28 de octubre) se dice que es la concentración sistemática (es decir, siempre, todos los años) más grande del continente: unos 2 millones de personas cada vez. El color morado se impone detrás de la imagen pintada en una hermosa tabla. Lo que comenzó siendo una devoción clandestina -al margen del estado y de la iglesia- a un Cristo pintado en una pared por un esclavo angoleño, ha llegado a convertirse en la mayor devoción nacional (ningún presidente del país osará despreciar el rendir homenaje al Señor de los Milagros; cierto que todos los “morenos” le tienen una devoción especial).

El Señor de los milagros

Ahora estoy en Ayabaca, capital de la provincia serrana del mismo nombre en la diócesis de Chulucanas-Piura. Y si por algo se conoce a Ayabaca en el país, es por su “Señor Cautivo”. Ayabaca en torno al 12 de Octubre es desconocido hasta para los mismos ayabaquinos. Las calles del centro multiplican por miles los puestos de ventas de todo tipo y, en especial, de dulces ayabaquinos y recordatorios para los devotos y peregrinos que inundan la ciudad.

Se llenan a tope los restaurantes y los pocos hoteles de la localidad y todo el mundo convierte sus casas en pequeños lugares de hospedaje, alquilando cuartos y baños (por todos lados se ven letreros escritos a máquina o a mano alquilando cuartos y baños). Y está lleno -sobre todo y a todas horas- el santuario del Señor Cautivo (única parroquia del lugar). Y es que el Señor Cautivo ¡es mucho Señor Cautivo! Las estadísticas hablan de que el pueblo-ciudad puede pasar de 7.000 personas a albergar 200.000 en todo el mes de octubre, concentradas en los días centrales (en torno al 12). Al ser el primer año que estoy, no me canso de dar vueltas por las distintas calles tomando fotos de “todo lo extraño o chocante”, que es mucho.  

No hay otra explicación: el Señor Cautivo es un imán que atrae a los peregrinos y devotos irresistiblemente. Casi todos vienen con su cruz a cuestas: problemas familiares (infidelidades y otros), problemas de salud (de todo tipo), de trabajo u otros económicos, además de las cruces físicas que arrastran por varios días de camino. Impresionante ver los grupos, hermandades y asociaciones de peregrinos llegar con sus instrumentos musicales y cantando al cruzar la ciudad hasta el santuario.

Ni qué decir de las inmensas colas que se forman a diario por cuadras y cuadras para poder entrar, al final, a encontrarse con “su Señor Cautivo”. Y a nadie ese Cristo con los brazos cruzados, atados, despide. A todos acoge y a todos escucha.

Dicen que es milagroso, sí, pero aún sin milagros sus devotos vienen y vuelven muchos años para agradecerle su acogida y su escucha. Definitivamente, el Señor Cautivo es mucho Señor Cautivo y todos le pedimos que nos eche una manito -o las dos- para que en nuestra vida podamos ser sus seguidores y parecernos un poquito a Él en la acogida y el servicio a los demás. Todos…incluido el que firma esta nota.

El Señor Cautivo de Ayabaca

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