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"Las palabras de Rosalía tocan algo profundo que vibra con lo que todos sentimos"
En un tiempo dominado por la prisa, la imagen y la apariencia, Rosalía ha pronunciado palabras que suenan extrañamente luminosas:
“Dios es el único que puede llenar los espacios si tú tienes la predisposición, la actitud y la manera de abrirte para que eso pueda pasar.” (La Vanguardia, 17 de octubre de 2025, recogiendo la entrevista de podcast de la cantante).
En esa frase —tan sencilla como radical— hay una intuición espiritual profunda. El alma humana está hecha para abrirse, no para cerrarse; para confiar, no para controlar. Solo cuando hacemos espacio dentro de nosotros puede irrumpir algo mayor, algo que no viene de nuestras fuerzas sino del Misterio que nos habita.
“Como artista, hay una conexión entre el vacío y la divinidad”, confiesa Rosalía. Ese “vacío” del que habla no es desolación, sino apertura.Vivimos tan llenos de ruido, de tareas y de pantallas, que olvidamos la posibilidad del silencio. Pero el silencio, en la tradición mística y en toda auténtica vida espiritual, es el lugar donde Dios habla.
Vaciarse, dejar pasar la luz, no huir del propio interior: eso es también oración, incluso sin palabras.
Otra de sus frases resuena con fuerza:
“Hay dos maneras de tener confianza. Una está basada en la creencia de que tendrás éxito, y la otra en no tener miedo al fracaso”.
Esa segunda forma de confianza —más honda y liberadora— se acerca mucho a la fe. No una fe ciega o mágica, sino una fe que acepta la fragilidad y confía en que todo puede tener sentido, incluso lo que no entendemos.
El miedo nos encierra; la confianza, en cambio, nos abre al misterio.
Rosalía habla también de su regreso a Barcelona: “Es casa. Está donde recuerdo de dónde vengo y aquí vuelvo a ser yo misma”. La espiritualidad siempre comienza por un “volver a casa”: volver a lo esencial, a la verdad de lo que somos. En ese regreso interior nos reencontramos con nuestras raíces, con lo sagrado que nos sostiene.
La artista se define como “una especie de monja contemporánea”. No se trata de una metáfora vacía: expresa una manera de vivir centrada en la paz interior, en el recogimiento y la creación. Es una espiritualidad abierta, sin etiquetas, pero no por ello superficial.
Tal vez ese sea el signo de nuestro tiempo: una fe más libre, menos institucional, pero todavía sedienta de trascendencia.
“Dios es el único que puede llenar los espacios”, nos dice la cantante. Aceptar esta frase no exige dogmatismo, sino humildad. Significa reconocer que el corazón humano tiene una hondura que nada material puede saciar. Y que el sentido último de la vida no se conquista, sino que se recibe.
Quizá por eso las palabras de Rosalía tocan algo profundo que vibra con lo que todos sentimos. Nos recuerdan que el alma no está hecha solo para producir, sino para acoger. Que hay una comprensión que nace del silencio, una confianza que vence al miedo, y una presencia —llámala Dios, Vida o Misterio— que solo puede entrar si abrimos la puerta.
“Dios no está lejos: espera el instante en que dejes espacio”.
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