"En Colombia contamos con algunos obispos de talante profético que caminan con el pueblo" Situación en Colombia: Nos están Matando

Mural en Bogotá
Mural en Bogotá

"En Colombia todo va cambiando, nacimos a un despertar popular de marca mayor, a unos niveles de conciencia de la eficacia de la protesta para lograr unos mínimos económicos y democráticos"

"Y del otro lado, un gobierno avestruz que desconoce todo, dilata y niega entrar en diálogo y/o negociar, esto lo ha dejado desnudo en su fragilidad"

"Los colombianos llevamos deseando y anhelando un país distinto donde reine la soberanía, que ninguna otra nación tenga influencia ni monopolice los ciudadanos creándole regímenes opresores"

La situación de muerte nos preocupa a todos, más cuando se habla de muertes en serie y que en medio de la polarización no podemos connotar y lanzar un juicio a priori, lo cierto es que al poder le incomoda el reclamo de los que están bajo su mando, le choca que el pueblo reclame sus derechos…

Vaya de qué manera se le revuelcan las tripas y se le cruzan los cables. Parto de esta frase: “nos están matando”, es un reclamo que está pintada en los muros, los zócalos de nuestras ciudades y es colocada en la picota pública, las redes sociales; y aun así, nadie del gobierno se zambulle en las realidades del pueblo que camina, grita, clama, pinta, escribe; evoca, provoca y convoca estas luchas conniventes de sus vidas.

No es un fenómeno nuevo de un mes largo que inició con el paro nacional y las marchas por las calles que últimamente tienen a las gentes confundidas tildando a todos los que salen a marchar de vándalos, cuando sabemos que dentro de las mismas marchas están camuflados los policías, militares, paramilitares, guerrilleros, bandas urbanas que participan como incógnitas impidiendo la unidad de los que se manifiestan con el propósito sinodal de los buenos ciudadanos que reclaman y claman el cese de la violencia y la represión; sin embargo muchos de los manifestantes caen en el juego de aquellos impositores uniéndose a los disturbios.

Pintada Medellín

En Colombia todo va cambiando, nacimos a un despertar popular de marca mayor, a unos niveles de conciencia de la eficacia de la protesta para lograr unos mínimos económicos y democráticos.

Y del otro lado, un gobierno avestruz que desconoce todo, dilata y niega entrar en diálogo y/o negociar, esto lo ha dejado desnudo en su fragilidad y en el desbarajuste legalizado en medida y contramedidas, cambios que son apariencia y sobre todo en su capacidad de represión y muerte, con avances definitivos y logros importantes, el paro no se detiene, pero paralelamente a estas conquistas queda la estela de sangre y muerte, de heridos y sobre todo desaparecidos. Eso que muchos desconocen y no han hecho mención de la extinción de aves y animales que mueren a causa de los estallidos de los petardos y gases lacrimógenos que los aturden e intoxican. Tanta contaminación ambiental que imposibilita la respiración y estas sustancias más todavía… Impulsan el mercado de los respiradores y oxígenos.

La violencia por parte del gobierno no solo manifiesta bala sino rechazo a la observación y control internacional de sus desmanes. Impedir la visita de la comisión interamericana de los derechos humanos (CIDH) y deportar a una delegación internacional no solo comprueba la barbarie de una política acomodada a su amaño, sino el pánico del gobierno a la verificación internacional de las atrocidades y crímenes cometidos en este país.

Todo este montaje les da tiempo para manipular y barrer todo colocarlo en el socavón o debajo del tapete antes de la visita de la comisión internacional. La presunción de la política Colombia es que la investigación de la CIDH sobre las atrocidades cometidas por el gobierno se reduzca a los informes de la Fiscalía, la Policía y entidades cómplices, queriendo solamente la versión de los victimarios. Seguro le van a poner todo tipo de trabas, trampas y barreras a los enviados de la CIDH que llegarán y que han anunciado que perentoriamente hablarán con las víctimas… Harán hasta lo imposible para tratar de ocultar sus crímenes. Negar la entrada esta comisión que vela por los derechos es costumbre histórica de las políticas fascistas y totalitarias.

El afán del gobierno de colocar a los grupos del control – orden público en estos hechos es con el propósito de desbaratar las marchas, y tener justificaciones con los daños de las diversas infraestructuras del país para subir impuestos, servicios públicos, etc. no les basta a todos los políticos con sus buenos sueldos y con establecer en el país los impuestos más altos de Latino América con una tasa del 19% y la redistribución a los ciudadanos en infraestructura, salud, educación y servicios en general por parte del Estado, es abismal. A sabiendas de esto, más de 21 millones de habitantes son pobres y 7,4 millones viven en la pobreza extrema.

Los colombianos llevamos deseando y anhelando un país distinto donde reine la soberanía, que ninguna otra nación tenga influencia ni monopolice los ciudadanos creándole regímenes opresores. Esto nos lleva a cuestionar lo que se dice que es el país república, si vemos su historia y los mandatarios que han estado a cargo, tendríamos que cambiar la palabra República por dinastía o monarquía.

Colombia “cuenta con más de 50.000 especies registradas y cerca de 31 millones de hectáreas protegidas, equivalentes al 15% del territorio nacional, nuestro país ocupa el segundo lugar a nivel mundial en biodiversidad”, ocupa el primer lugar en especies de aves y orquídeas, cuenta con dos océanos (Atlántico y Pacífico) y con aproximadamente 49 millones de habitantes, cifra que se fue alterando a medida que otros países vecinos caían en las opresiones de sus gobiernos, saliendo a flote el debilitamiento de las democracias; democracias camufladas en las urnas y acuerdos corruptos entre los diferentes bandos e ideologías políticas que hacen ver a las personas que son contrarias, empero al final de cuentas tienen trazados los mismos objetivos… se dan la mano bajo la mesa y tienen comunicaciones internas.

La solución no está en impedir que se monten al poder candidatos impulsados por Uribe o Petro, tampoco la solución está en si sacan o se eliminan algunas leyes, decretos, normas, estatutos y todo lo concerniente al orden social, como ha pensado el presidente de Chile Sebastián Piñera, que reconoce el fracaso de los partidos tradicionales y, tiene la esperanza y la fe intacta que todo cambiará con una nueva constitución.

Se puede escribir tratados de las constituciones muy bien formulados que superen la lex romana, pero si el gobierno no tiene unas intenciones diferentes a las que han marcado de manera denigratoria la historia política, que ha hecho tanto daño hasta el punto en que los mismos ciudadanos desconfían de ellos. Ya lo afirmaba un obispo profético Pedro Casaldáliga “O se sirve al sistema o al pueblo. El capitalismo es intrínsecamente malo. La revolución es integral. La verdadera opción por los pobres. La política como encarnación. No se puede ser cristiano sino se es revolucionario”.

En Colombia contamos con algunos obispos de talante profético que caminan con el pueblo, y son capaces de seguir sus pasos. Es una lástima que al árbol con frutos se le tiran piedras, estos jerarcas de la iglesia se confunde entre la gente, porque saben que su grado como episcopos no los hace superior en dignidad ni como personas, sino en el servicio, en palabras del papa Francisco son pastores con olor a oveja, pero su forma de ser y de ejercer el ministerio de servicio en la Iglesia incomoda a los demás jerarcas, porque su ejemplo de vida los hace comprometer, y lo mejor que pueden hacer los obispos que no compaginan con el ejercicio del profeta es hablar mal de ellos por el mero de hecho de comprometerse con la causa del pueblo, la causa de Dios que invita a erradicar la pobreza, la injusticia social, la opresión, la corrupción y todos aquellos fenómenos que imposibilitan el desarrollo de la nación. La Iglesia como jerarquía institucional (no todos) han olvidado que son parte del pueblo de Dios; los jerarcas tienen un servicio ‘ministerial’ por tener dicha potestad no dejan de ser pueblo.

La Iglesia es para el mundo una misión de salvación. Ella no debe ser para el mundo una fuente de problemas, pero si está llamada a hacer conciencia crítica como lo fue Jesús de Nazaret, el valiente que refutó y refunfuñó contra los poderes que no daban identidad ni dignidad a las gentes menos favorecidas. El mensaje de Jesús fue y debe seguir siendo liberador y radical, no debe claudicar, ni dejarse apabullar, ni echar para atrás, camuflándose en intereses que nada tienen que ver con Jesús. “La extrema derecha política y los movimientos cristianos fundamentalistas han dado lugar al nacimiento de una nueva religión, la internacional cristo-neofascista, que alimenta del odio, cree y disfruta con este, fomentándolo, inoculándolo e inculcándolo en la ciudadanía”. Yo le acomodaría a ello no solo la extrema derecha política, sino que todos los partidarios que buscan el poder en la política que se asocian buscando masas para ser cobijados y protegidos por las mismas.

El debilitamiento político en la mayoría de los países latinoamericanos es netamente por la desconfianza de sus habilidades y capacidades, esto lleva a acoplarse y hasta depender de las potencias mundiales o plagiar los modelos de gobierno, creyendo que así en poco tiempo estarán en las mismas condiciones con los mismos avances y desarrollos que ellos ya tienen. Sabemos por antonomasia de algunos países que sus riquezas aunque estén dentro del territorio nada es suyo, todo tiene dueño.

Nos están matando es un lema que para muchos es ideal, para otros fantasía, falacias y mentiras, pero son escaramucees y certezas; nos matan y no precisamente la pandemia del COVID 19; nos matan y muchos no se han enterado, nos matan con el impuesto tan elevado, los productos de la canasta familiar escasos y costosos difíciles de adquirir para la mayor parte de la población, la educación pésima e índices de analfabetismo en su mayor auge, la desinformación y tergiversación de los medios de comunicación que maneja el país (revistas, canales televisivos y hasta los periódicos). Las oportunidades son pocas y las exigencias muchas.

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