"La teología, que es la del pueblo-pueblo, y no la de la carrera oficial de los eclesiásticos" Teólogos sin teología en los seminarios

Seminarios
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"Teólogos hay muchos. Tantos o más que teologías. En donde hay carreras -también y más en la apodada eclesiástica- hay teólogos y canonistas"

"La manera de presentar el Evangelio desdichadamente no es muchas veces más que una forma sutil de defender el sistema eclesiástico, el poder personal, los privilegios sociales y la superioridad del grupo"

“Desmitologizar” la Iglesia, y los seminarios, y más en su relación con la sexualidad, en la que todo es pecado mortal,  es principio y fin del pensamiento cristiano

Como pasa en no pocas carreras, profesiones, oficios y hasta ministerios, a concesión del título oficial, por elaborada y merecida que sea, se precisa de buenas dosis de experiencias, de las que normalmente no queda constancia en las orlas que decoran de satisfacción los despachos de los respectivos titulares, con firmas y sellos universitarios “cum laude” y otros atributos superlativos.

El caso de los teólogos-teología es bien patente, de actualidad e importancia, que además transciende el marco de lo oficialmente religioso.  Teólogos hay muchos. Tantos o más que teologías. En donde hay carreras -también y más en la apodada eclesiástica- hay teólogos y canonistas

 Hasta el presente, la constancia en su biografía, con los créditos y registros universitarios de su “canonización” universitaria, facilita, prepara, da por supuesta y decide, por ejemplo, que los señores Nuncios de SS.  y sus sumisos consultores enhebren en las ternas episcopales los nombres y títulos de aspirantes a “sentar cátedra”. Por supuesto que siempre, previa la “toma de posesión” -“aposentarse”-,  en la que le confiere nombre y “dignidad”  nada menos que en la “catedral” , con cuanto ella es y significa.

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Pero en la actualidad, y gracias a la gracia de la que es su primer administrador el papa Francisco, la teología al uso escolástico, o semi escolástico, no es la que verdaderamente “episcopaliza”. El paso, sobre todo, por la Universidad Gregoriana de Roma y la instalación durante algún tiempo en cualquiera de los dicasterios· de la Curia por cuya reconversión tanto clama este papa, les supone y supondrá a los antes seguros “episcopables”, un serio óbice en su proyecto como profesionales del carrerismo.

Y es que la teología-teología (y los cánones), que serían patrimonio de los obispos para que lo sean de verdad, tienen hoy otros esquemas de adoctrinamiento y de profesores que imparten las asignaturas y temas de tesis, no solo con sus orientaciones, sino con sus testimonios de vida.

Extracto a continuación algunos de los principios evangélicamente teológicos que Hans Küng redactara antes de que malévola, injusta e impiadosamente le retirara la Curia la “licentia docendi”:

“Jesús no predicó teorías, ni leyes y ni siquiera a sí mismo. No fue un hombre del “establishment” sacerdotal (saduceo). Fue un laico imprudentemente celibatario y predicó no solamente que Dios es desde el principio el dueño del mundo, sino que instaurará su reino futuro al fin de los tiempos”. “No fue tampoco un revolucionario político (zelota). Ni proclamó una teocracia terrestre y nacional, política y religiosa, sino el señorío   inmediato e ilimitado   de Dios. Tampoco fue un religioso asceta (esenio). Viviendo entre los hombres, jamás creyó en un juicio vengador sobre los hijos de este mundo y de las tinieblas.  Anunció el gozoso mensaje de la gracia de Dios precisamente a los pecadores y a los sin Dios. No fue ningún moralista piadoso (fariseo). Vio que el reino de Dios habría de llegar no por el cumplimento fiel de la ley, sino por la acción graciosa del propio Dios que no espera del hombre más que una acogida confiada y el don de sí en la fe y en el amor”.

Hans Küng
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“¿Cuál es la voluntad de Dios, norma suprema e inmediata? Para Jesús la respuesta es bien clara: el bien de los hombres. En lugar del castigo legal, se atreve a predicar el perdón de Dios: un mensaje bueno (“evangelio”) de gracia, de esperanza, de libertad y amor y de alegría, vivido de manera convincente por el mismo que la anuncia”. “Jesús quiere hacer al hombre libre frente a la ley. El mensaje cristiano es este: a la luz y por la fuerza de Jesús podemos en el mundo actual vivir, actuar, sufrir y morir de modo verdaderamente humano, puesto que estamos absolutamente en manos de Dios y comprometidos hasta el fondo por el bien de los hombres”.

Es evidente que la proclamación y vivencia de estos principios teológicamente tan elementales y evangélicos jamás explicarían la decisión de la jerarquía pontificia (Juan Pablo II y Benedicto XVI) de retirarle al teólogo su “licentia docendi”. La explicación habría que buscarse entre los recovecos de la indecencia, alta e interesada, de la política eclesiástica, por llamarla de compasiva y misericordiosa manera.

La teología, que es la del pueblo-pueblo, y no la de la carrera oficial de los eclesiásticos, es y será sede y asentamiento de la que permitirá ser obispos a los obispos y teólogos a los teólogos.

La manera de presentar el Evangelio desdichadamente no es muchas veces más que una forma sutil de defender el sistema eclesiástico, el poder personal, los privilegios sociales y la superioridad del grupo. 

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En este contexto, el tema del sexo, cuyo tratamiento ha sido vedado hipócritamente, es de singular relevancia, merecedor de un manojo de sugerencias, que dejo para otra ocasión. En esta materia ético- moral, los verdaderos y fiables teólogos son y será el pueblo -ellos y ellas- y no los obispos, curas, monjas y frailes, aunque estos detenten y ejerzan en exclusiva la potestad de dirigir y orientar tesis doctorales y libros de texto, con sus respectivos “Nihil Obstat”. 

“Desmitologizar” la Iglesia, y los seminarios, y más en su relación con la sexualidad, en la que todo es pecado mortal,  es principio y fin del pensamiento cristiano. El Evangelio no dividió a la raza humana en dos partes: Iglesia y mundo. El mundo y su historia entran en la misma definición de la Iglesia. 

Y en este contexto del ”Día del Seminario”, ¿qué hacemos con la colecta obligada  que lleva consigo afrontar los gastos de la casa-taller que administrara san José en Nazaret?

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