Los ataques contra el prefecto de los 'perdedores' del Concilio Los dos toques de atención del cardenal Victor Manuel Fernández que irritan a los preconciliares e involucionistas

La reciente publicación de la “Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación”, “Mater Populi fidelis”(octubre, 2025), del Dicasterio para la Doctrina de la fe, ha vuelto a poner en el centro de las iras, al cardenal VíctorManuel, “Tucho” Fernández. Creo que tales iras son, en esta ocasión, consecuencia de ver cómo se cuartea y decae una mariología que, además de preconciliar es doctrinalmente sospechosa.

Pero no solo por eso.

También porque hay grupos preconciliares e involutivos que perciben en él -acertadamente, por supuesto- al continuador de la reforma que, tímidamente iniciada por el Papa Francisco, el cardenal Fernández está implementando con iniciativa y creatividad. Y procede haciendo oídos sordos a los ataques y acusaciones -para nada, argumentos- que se vierten contra su persona.

No está de más recordar que la lectura involutiva y preconciliar del Vaticano II ha estado liderada -desde la segunda mitad del pontificado de Pablo VI hasta la llegada de Francisco a la sede de Pedro- por departamentos vaticanos controlados -en su gran mayoría- por personas y grupos muy vinculados a las teologías y espiritualidades minoritarias en el aula conciliar y, por ello, perdedoras. Son personas y grupos con dificultades para trabajar con otras que, como el Papa Francisco y el cardenalFernández, han estado -y siguen estando- comprometidas en superar la recepción involutiva padecida hasta la finalización del pontificado de Benedicto XVI y con implementar dicho concilio Vaticano II en conformidadcon la lectura y comprensión mayoritaria del mismo.

Conscientes de que empiezan a tener crecientes problemas para seguir controlando la cúpula eclesial, estos grupos y personas se dedican a denigrar desde hace más de un decenio al Papa Bergoglio y al Prefecto del Dicasteriopara la Doctrina de la fe. Es lo que, nuevamente, han vuelto a hacer tras la “Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación”, “Mater Populi fidelis”.

Hay algunos medios centroeuropeos que hablan de “un tercer intento de crear un escándalo contra el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe” por publicaciones antiguas, presuntamente “eróticas”.

Nada nuevo que no haya sido ya “denunciado” y debidamente explicado, hace dos años, por el Prefecto del Dicasterio, sobre todo, tras la publicación de la Declaración “Fiducia supplicans, sobre el sentido pastoral de las bendiciones” (2023) a los homosexuales.

Si se me permite obviar o aparcar la primera tanda de iras y exabruptos (por su nombramiento como Prefecto y cardenal) y la segunda (por “Fiducia supplicans”), detrás de esta tercera tanda se encuentra la no recepción -por parte de tales grupos y personas- de la ya citada “Nota doctrinal sobre la cooperación de Maria en la obra de la salvación”. Y, en concreto, de dos de sus toques de atención.

El primero, dirigido a quienes -descuidando el papel subordinado de Maria a Cristo en la obra de la redención- no están dispuestos a dejar de usar el título de “Corredentora”. Frente a ellos, la Nota explícitamente desaprueba el empleo de tal uso para María porque oscurece “la única mediación salvífica de Cristo”, generando “confusión” (nº 22). 

Y el segundo toque de atención -que tampoco les gusta nada- es que la “Nota doctrinal” entienda que no son de recibo teologías y espiritualidades que centren tanto la mirada en Maria que “nos distraigan de Cristo”, o que acaben poniéndola “al mismo nivel del Hijo de Dios”. Estas espiritualidades y teologías -sentencia el Dicasterio- quedan “fuera de la dinámica propia de una fe auténticamente mariana” (nº 66).

Blanco y en botella.

En definitiva, no les gusta la “Nota doctrinal” porque -recurriendo a expresiones más clásicas y tradicionales- tienen dificultades para no mutar o cambiar la “devoción a Maria” (la llamada “mariodulía” o, si se prefiere, la “superior veneración a María” o “hiperdulía”) en pura y dura “adoración de Maria” o “mariolatría”. Y esta última (la “mariolatría”) aparece cuando la veneración a Maria es desmedida o desorbitada porque la equipara a Jesucristo, descuidando que ella es “refugio, fortaleza, ternura y esperanza”, pero no “corredentora” ni Dios.

Entiendo que haya personas a las que no les gusten estas aclaraciones. Pero -si no se invalidan de manera teológicamente argumentada- son necesarias y también de agradecer. Por ello, todos aquellos que -como los grupos y personas reseñados- salen en tromba y se dedican a matar al mensajero sin prestar la debida atención al mensaje y sin cuestionarlo de manera argumentada, creo que se lo tienen que mirar, cuando menos, teológica y espiritualmente, además, por supuesto, de eclesialmente.

Queda, para otra ocasión el importante papel que también está jugando el cardenal Fernández en el reconocimiento de la responsabilidad y protagonismo de los laicos, laicas, religiosas y religiosos no ordenados no solo en el anuncio o la celebración, sino también en el gobierno de la Iglesia.

Es otro asunto que, sin duda, también está poniendo muy nerviosos -probablemente, mucho más que este mariano- a los colectivos y personas preconciliares e involutivos que están detrás de esta tercera oleada de ataques personales al Prefecto del Dicasterio para la doctrina de la fe.

Es un importante asunto que tiene que quedar para otro momento, aunque puede ser suficiente lo indicado por Berpiztu Kristau Taldea en el comunicado del 11 de diciembre de 2025, publicado en Religión Digital sobre elpapel del Prefecto del Dicasterio en este asunto: “Ha llegado la hora de proponer -y votar- a laicos, laicas, religiosas y religiosos no ordenados para vicarios y vicarías”(https://www.religiondigital.org/opinion/proponer-religiosas-religiosos-ordenados-vicarios_0_2842215773.html)