Desde el Centro penitenciario de Teixeiro (A Coruña) Xaquín Campo Freire: "Teología breve desde un calendario en la cárcel"

"La importancia de un calendario en la cárcel. Leer los signos de los tiempos. La importancia de las pequeñas cosas, de lo insignificante. Ellos se saben insignificantes"

"Al preso se le condena sustrayéndole su tiempo. Ocho años. Veinte años y un día. Perpetua revisable. Contar su propio tiempo es imprescindible. Saber en qué tiempo vive. ¡Duele!"

"El tiempo es de Dios. Tampoco escapa a este señorío de Dios el tiempo de la reclusión. Los poderes públicos que privan de la libertad personal a un ser humano, deben saber que ellos no son señores del tiempo del preso"

"La puerta del chabolo es una puerta santa, dijo el Papa Francisco. Eso es entender de qué se habla"

¿Teología?

Para la Academia es tratado sobre Dios. Para la Biblia es más el relato del encuentro personal con el Dios que se hace próximo y acontece en la historia de las personas y de los pueblos en clave de salvación integral de la persona y de las comunidades. Sería vivir en el hoy y en el aquí de Dios, como dijo el Hno. Roger de Taizé. El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros: Vosotros sois mi familia. “Un ángel del Señor se les apareció y les dijo: Os ha nacido un Salvador. El Mesías. El Señor”. (Lc 2, 10-11)

Noche Buena 2020. 19:00 horas. Recibo una llamada: – Sí. Dígame. – Soy Welly. “As-salāmu ʿalaykum”. ¡FELIZ NAVIDAD! – ¡Que alegría, Welly! ¡Wa-alaykumu s-salām!  Pero tú eres musulmán, ¿no? – Sí. Pero FELIZ NAVIDAD. – Gracias. Qué tal tu familia en Somalia. – Estuve hablando con ellos esta tarde. Están todos bien, gracias a Dios. – Saludos al grupo de la parroquia de Mandiá-Ferrol, que conozco. Vosotros sois mi familia. Se lo digo siempre a los míos y eso les tranquiliza y da paz. Por eso: Wa-ʿalaykumu s-salām, de parte de todos los míos y muy especialmente de mi madre y hermanos – Gracias de parte de todos nosotros: ¡Wa-alaykumu s-salām!

25-12-2020. Navidad. Podemos salir del confinamiento perimetral para ver a las familias. Como capellán-voluntario que soy desde hace once años debo estar con ellos. Con todos los cuidados de rigor prescritos. Sería el primer año que no estoy con ellos. Son de mi familia y están muy solos. Y yo también.

Prisión

16:30.- Módulo nº 7. Sala grande, en el interior. Aparecen todos a saludar. Alegría. – Cura, ¿tienes calendarios? Cada calendario es un diálogo: ¿Cómo estás? ¿Y la familia? ¿Qué tal tu mamá? (La madre en la cárcel es sagrada). Saluda a tu familia de mi parte y de parte de los de mi parroquia. Sabéis que los domingos os recordamos a todos y rezamos por vosotros. Uno de ellos desaparece. Al rato vuelve: “Fui hablar con mi madre y le dije lo que estamos hablando. Se emocionó mucho y me da muchas gracias para todos”. También él nos emocionó a los que estábamos allí. Llega otro. – Dame un calendario para X. – ¡Que venga él!, ¿no?. - No. Dice que es ateo. – Razón de más para que venga. Llega: – ¿Tú eres ateo? – Sí. – Pues coincidimos. Porque el dios en el que tú no crees seguramente que yo tampoco. Y hablamos todos un rato. En el dios de las injusticias, de la mentiras, de los abusos, de la violencia, etc., de ese dios, ojalá seamos todos nosotros ateos. Se pusieron serios. Seguimos hablando en confianza. Luego se fueron a jugar a las cartas y al dominó. Era festivo. Están en un campeonato de tute.

Alguien se acercó y me dijo: “Vosotros sois mi familia. No viene nadie. No somos queridos. Yo nunca fui querido por nadie. Aunque solo sea una visita corta. Es la primera vez que me viene a ver alguien, a mí, como persona. No nos falléis también vosotros ahora”. Y recordé la canción: “Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así. Yo soy rebelde porque nadie me amó. Y quisiera ser...”

La importancia de un calendario en la cárcel. Leer los signos de los tiempos. La importancia de las pequeñas cosas, de lo insignificante. Ellos se saben insignificantes. No tienen derecho a nada: son pobres Todo lo tienen que pedir y la respuesta casi siempre es: ¡No! O tarda en llegar. Y cuando llega ya no lo necesitan.

Al preso se le condena sustrayéndole su tiempo. Ocho años. Veinte años y un día. Perpetua revisable. (Que siempre se revisará al alza, seguramente). Esos años serán para él un solo día que se repite rutinariamente cada 24 horas, multiplicado por los correspondientes factores anuales que darán un resultado de días, horas, minutos contados uno a uno. Contar su propio tiempo es imprescindible. Saber en qué tiempo vive. ¡Duele!
Recuerdo el día, la hora, el lugar dónde y el cuándo. Eran las Jornadas Nacionales de Capellanes de Pastoral Penitenciaria en Madrid. En Santa Engracia. Tenía gripe y 38º de fiebre. Estaba estudiando el Mensaje de Juan Pablo II para el Jubileo del Año 2000. Mucho me impactó este trozo que reproduzco a continuación.

“El tiempo es de Dios. Tampoco escapa a este señorío de Dios el tiempo de la reclusión. Los poderes públicos que, en cumplimiento de las disposiciones legales, privan de la libertad personal a un ser humano, poniendo como entre paréntesis un período más o menos largo de su existencia, deben saber que ellos no son señores del tiempo del preso”.

“Del mismo modo, quien se encuentra encarcelado no debe vivir como si el tiempo de la cárcel le hubiera sido substraído de forma irremediable: incluso el tiempo transcurrido en la cárcel es tiempo de Dios y como tal ha de ser vivido;  es un tiempo que debe ser ofrecido a Dios como ocasión de verdad, de humildad, de expiación y también de fe”.

“No sólo el tiempo es de Dios, sino que los momentos en los que sabemos recapitular todo en Cristo se convierten para nosotros en un «año de gracia del Señor»”. (Juan Pablo, II, Mensaje para el Jubileo en la cárceles, 09-07- 2000. Nº 3).

En el desierto, preparad los caminos del Señor.

“Tratad los presos como como si vosotros mismos estuvieseis encadenados con ellos pues son de nuestra carne.” (Heb 13, 3) Y la carne duele. Cuando no duele es que no es carne nuestra, la hemos hecho carne de esclavizado. Y al esclavo, ¡ni agua! O es que, tal vez, ya está desvitalizado. Muerto. Por eso: ¡Que se pudran en la cárcel!, dicen y decimos con frecuencia. ¡Qué fuerte suena! Vocación de carroñeros. Y tenemos razón: ya los habíamos matado. Solo nos resta aprovechar la carroña.

También se nos llena la boca con la sagrada (?) Constitución. Pues cumplámosla: Art. 25. No somos ni ciudadanos. Nosotros los engendramos delincuentes en la sociedad injusta, los llevamos lejos, al “basurero” penitenciario y luego que allí se pudran. En los años que llevo visitando la cárcel a ninguno de ellos le oí nunca decir esas palabras tan gordas y desmedidas que oigo a políticos y ‘honorables’ ciudadanos. Pero si se trata de alguno de los suyos, ¡ah!, entonces bien que corren a manejar las Instituciones en demanda de subterfugios para salvar a su niño, a sus negocios o a sus tropelías. Quisiéramos un trato más igualitario: como el del señor Urdangarín, como el del ex monarca, como el de D. Rodrigo, doña …, etc.

“Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. La Palabra era la luz verdadera. Vino a su casa y los suyos no la recibieron”. “Que el Señor ilumine los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cual es la esperanza a la que habéis sido llamados”. (Ef 1, 18).El año de la Misericordia nos ha dejado un legado a cumplir y visitar. La puerta del chabolo es una puerta santa, dijo el Papa Francisco. Eso es entender de qué se habla. O Senhor seja convosco. R/: Ele esta no meio de nós. Esa es la respuesta del pueblo en la misa en lengua portuguesa. Y lo es también en el reparto de unos simples calendarios del año 2021: Tiempo de Dios.

“Vivir en el hoy de Dios”. Y ese tiempo de Dios nos concierne a todos: Ciudadanos/as. Funcionarios. Víctimas. Familias. Hijos. Ancianos, Mujeres. Voluntariados. Judicatura. Legisladores. Gentes de la Ley. Educadores cívicos y sociales. ¿Qué hacemos? Y en este tiempo de pandemia su tiempo se ha vuelto mucho más amargo.
Nunca profanemos el tiempo de Dios en el hermano/a que sufre. Nunca blasfememos: Que se pudran en la cárcel! Los hijos de Dios, incluso equivocados, nunca son carne de carroña. “Preocupáos de los presos y de los que sufren porque vosotros también tenéis un cuerpo”.

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