"La buena noticia es que hay muchas, muchísimas personas que sí eligen ser honestas" Está claro que el objetivo de la política en Argentina es poder trabajar y comer

"No es la economía 'perfecta', los criterios teóricos de popes mundiales de esta ciencia, las planillas de Excel y las estadísticas lo que rige los intereses de un país que se precie de tal"
"Han pasado algo menos de dos años de la asunción del gobierno democrático que encabeza Javier Milei que desde el primer día fue claro: imponer el criterio neoliberal donde los números cierren para salvar al país de los corruptos"
"Muchos medios y sus supuestos editores profesionales muestran impunemente sus criterios totalitarios y nazis, todo por no perder la cuota dineraria del poder"
"Muchos medios y sus supuestos editores profesionales muestran impunemente sus criterios totalitarios y nazis, todo por no perder la cuota dineraria del poder"
| Alberto Roselli, diácono y periodista
Ya pasadas las elecciones en la provincia de Buenos Aires, que por densidad muestra con claridad la realidad que vivimos los argentinos, quedan bien expuestas las razones innegociables de lo que se pide a la política: comer todos los días y trabajo para sostener esa necesidad.
Más allá de toda ideología, en las crisis este principio del humanismo siempre queda claro.
Por supuesto que la salud pública, la seguridad efectiva y no abusadora, la educación de nivel y accesible a todos, entre otros órganos vitales, forman parte de las necesidades de los argentinos que esperan sean cubiertas por el Estado.
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Dicho de otro modo: no es la economía “perfecta”, los criterios teóricos de popes mundiales de esta ciencia, las planillas de Excel y las estadísticas lo que rige los intereses de un país que se precie de tal, sino el ejercicio de la política como factor que garantice servicios para todos, dignidad para todos, como insistía Francisco.
Los países, los conglomerados, están compuestos por personas. Ni más ni menos.
El mundo manipulado por unos pocos repartidos en todo el globo que ponen condiciones de presión, reducciones, aprietes, métodos mafiosos con el solo objetivo de priorizar siempre que la economía como norma absoluta, regla y condición cueste lo que cueste sea la realidad que necesitamos para ser ciudadanos, nos está autodestruyendo.
Eso es ni más ni menos que una condición falsa y mentirosa que nos considera meros consumidores o mano de obra esclavizada.
Han pasado algo menos de dos años de la asunción del gobierno democrático que encabeza Javier Milei que desde el primer día fue claro: imponer el criterio neoliberal donde los números cierren para salvar al país de los corruptos. Y quien quede afuera, quedará.
El ajuste está siendo feroz. El aumento real de los desocupados no coincide con las estadísticas que se publican; tampoco los falsos índices reales de la inflación, el derecho de comer dignamente al menos dos veces al día va perdiéndose mes a mes; el acceso a la salud y a las ayudas de quienes necesitan imperiosamente un Estado presente resultó en la histórica sesión de la semana pasada en el Senado que rechazó el veto presidencial a la aplicación de la emergencia para discapacidad; ni hablar de los aprietes a medios y comunicadores censurados sin ningún prurito, que deciden no obedecer el discurso oficial para no ser cómplices de deformar la verdadera imagen de la realidad; etcétera.
Muchos medios y sus supuestos editores profesionales muestran impunemente sus criterios totalitarios y nazis, todo por no perder la cuota dineraria del poder, a la manera de Iscariotes de este tiempo.

Pero hay varios denominadores comunes de los últimos cinco o seis gobiernos:
Uno: cargar el discurso de campaña de verdadero odio hacia el contrincante de turno sin decir toda la verdad de los verdaderos objetivos;
Dos: presentarse como ejemplo de claridad y transparencia y como acérrimos enemigos de la corrupción.
Por estas horas ha quedado demostrado que el solo llamamiento al odio o la siempre mentirosa pulcritud anticorrupción, no da resultado.
Hasta ahora, y deberá constar en los libros de Historia, todos los gobiernos, absolutamente todos tienen un espacio reservado a funcionarios o elegidos que no tienen la menor intención de evitar la oportunidad de protagonizar actos corruptos.
Como hemos dicho ya en otros espacios, hasta el más pintado, funcionario, personas que se dicen de Iglesia, o ciudadano de a pie no dudan en darse permiso para “aprovechar la oportunidad de quedarse con algo de otro”, con el argumento de que “si no lo hago yo, lo hará alguno más”.
Esto no es honestidad. Esto es precisamente corrupción.
Hay que tener el valor suficiente y la dignidad templada para no hacerlo.
La buena noticia es que hay muchas, muchísimas personas que sí eligen ser honestas.
Por eso, camino a octubre, a algo más de cuarenta días para la elección de medio término si algo queda claro es que aunque los discursos sean de odio, de ofensa, de indignidad, no es el equilibrio fiscal una razón para que el país mejore, si el precio es que la gente quede afuera.

De hecho queda demostrado que absolutizar el equilibrio fiscal demuestra el desequilibrio moral y psicológico de quienes lo proclaman.
La gente, los nombres concretos, los más vulnerados y vulnerables, los que trabajan, los que deben criar a sus hijos no necesitan teorías incomprobables de economistas de cubículo cuyos resultados, ¡oh casualidad!, siempre benefician a unos pocos de arriba, que aunque no lo digan, están convencidos que hay un mundo dividido entre ricos poderosos y pobres que hay que aprovechar para que produzcan a bajo costo y consuman lo que los intereses económicos conviertan en moda.
Que no provoque miedo la andanada de noticias de “seguras” catástrofes económicas que avizoran si no son apoyados.
La economía argentina fue y será siempre la economía argentina. Al parecer eso somos: expertos cotidianos en manejar crisis.
Como ocurre en nuestra Iglesia con los grupos fundamentalistas de una falsa fe sin libertad, llegará un día donde los poderosos, ejerciendo los gobiernos como si fuera una gerencia más, intentarán abolir hasta la capacidad de elegir.
Hasta ese día la dignidad de comer y tener trabajo será la variable de justicia en las urnas…y en los templos.
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