¿Qué puede hacer la Iglesia frente a esta lacra? De hombres y de 'manadas'

Los cinco miembros de La Manada
Los cinco miembros de La Manada Agencias

"El sexo, con cuyo ejercicio  se alcanza la finalidad sagrada  del “creced y multiplicaos”, no es ni solo ni fundamentalmente,  zoología. Es humanidad, respeto y agradecimiento mutuo, diálogo, ternura y familia"

Los términos y conceptos  “hombre” y “manada” con de por sí académicamente incasables. “Hombre”  -“ser animado  humano racional del sexo masculino”-, y “manada” –“hato, rebaño o conjunto  de animales de la misma especie que andan reunidos”, o “cuadrilla o pelotón  de gente”-, por muy benevolentes que se sea  en la interpretación  de estas palabras,  jamás se podrán matrimoniar  con seriedad y responsabilidad.

Pero el hecho más que dramático en todo orden de cosas,  es que “hombre” y “manada” aparecen  en coyunda informativa con desdichada  y preocupante frecuencia. Los titulares de los medios de comunicación social así lo delatan, si bien el caso concreto de hoy,  con la alegría judicial de que, por fin,  la ley se ha inclinado  de lleno a favor  de lo que el clamor popular  da y proclama como justo  acerca de la degradante  situación  -también legalizada-  en la que malvive  la mujer por mujer.

El problema es grave. Tremenda y bochornosamente grave. La reflexión sobre el mismo  en las madrugadoras páginas de RD, se hace imprescindible y urgente.

El machismo sigue campando

De una manera o de otra, el hecho incuestionablemente cierto  y avalado por  multitud de sinrazones, es que el machismo campa –“pacer por el campo un animal” ó “reconocer el campo una tropa”-,  con todos sus sagrados derechos y deberes y “caiga quien caiga” – que sigue siendo la mujer-, es  el común denominador que define a nuestra sociedad  en sus diversas situaciones  y esferas.

Manos rojas contra 'La Manada'
Manos rojas contra 'La Manada' Agencias

La carencia  de originalidad, siempre a favor del hombre-varón,  sacraliza una vez más el problema  y lo eleva hasta a las mismas  fuentes veterotestamentarias de la manzana, de la costilla de Adán  y la  formación de Eva, por lo que, en resumidas cuentas, la mujer, por mujer, es y estará de por vida  al servicio-servidumbre  del hombre, dado que  “por” y “para” eso, este fue creado el primero y ella- la mujer- fue formada de los propios “huesos largos y arqueados que nacen de la columna vertebral”  varonil, sumido entonces en un sueño profundo y fecundo.

Dar desde aquí el paso de que el hombre, es decir, el dueño y señor del universo, y la mujer es su “cosa” o esclava, está en rigurosa consonancia  con la lógica y con el plan  inicial creador de Dios, aunque  se explicara que su voluntad santa fue y es la de “haberlos  creado hombres y mujeres, con identidad de derechos y deberes”. (El problema no es solo judeo-cristiano, sino de la mayoría de las culturas y religiones, por antiguas que sean, todas ellas fundadas e inspiradas por  hombres varones).

Reconversión: del machismo a la verdadera religión

En el duro y arduo proceso  de la reconversión  del machismo a  la  autenticidad  de la verdadera religión cristiana, predicada y vivida por Jesús en los santos evangelios, y con el fin tan elemental  de que el hombre no corra el riesgo  de sentirse en permanente predisposición  de delito  de violar a la mujer, ha de contar necesariamente la reeducación- formación – información  religiosa y cristiana.

El sexo precisa de otros planteamientos, además de los expresamente asignados y “doctorados” en las Ciencias Religiosas al uso, de la sagrada teología, la ética y la moral. El sexo, con cuyo ejercicio  se alcanza la finalidad sagrada  del “creced y multiplicaos”, no es ni solo ni fundamentalmente,  zoología. Es humanidad, respeto y agradecimiento mutuo, diálogo, ternura y familia. No es imposición, fuerza, “débito”, y hasta violencia. La violación llamada y considerada  como matrimonial  y sacramentalizada,  no dejará jamás de ser violación…

La proclamación- evangelización  de tal verdad cristiana y humana, difícilmente podrá ser tarea-ministerio  de los célibes, acaparadores/as de la catequesis  para la preparación de quienes pretenden contraer  el matrimonio “por lo canónico” o “por lo civil”.

Educar los hombres como hombres varones, a las mujeres como mujeres,  y a unos y a otras  como seres humanos,  es tarea ministerial propia de Nuestra Santa Madre la Iglesia, pero desdichadamente hoy en manos de inexpertos,  o de casi- enfermos, obsesionados con lo del “mundo, demonio y carne”, y convencidos  teológicamente de que “pecado y mujer”, incapacitada esta para el sacerdocio,  es, o ronda, la calificación de “casi” dogma de fe.

En los “Sanfermines”, festivos o no,  con toros o vacas,  y en el acontecer de la vida ordinaria, con discreción o sin ella,  y a veces con los ojos lujuriosamente saltones, los comentarios ”varoniles” normales pasan casi sistemáticamente  por lo que identifica a la mujer con el sexo-sexo.

Toda entidad, organismo e institución  educadora, con inclusión de la Iglesia, que no  despeje y purifique  los caminos de la discriminación  de la mujer, “des-sexualizando” a las “manadas”  al acecho de  de coger, agarrar y violar a su “ presa”, sin tiempo y conciencia de pensar si es o no menor de edad y consentidora plena, precisa con urgencia una revisión de vida y de procedimientos en las tareas educadoras de las que son responsables de alguna manera.

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