Una guerra contra los niños "Levanto mi voz con mis compañeros jesuitas y con las de tanta gente buena por la tragedia y el horror en Gaza: es indigno resignarse a callar"

Gaza
Gaza

"Levanto mi voz con mis compañeros jesuitas y con las de tanta y tanta gente buena por la tragedia y el horror en Gaza ante la que es indigno resignarse a callar"

"Manifestarse, firmar y gritar y otras acciones multiplicadoras son pronunciamientos para optar por la liberación y la resurrección de las víctima"

"¿Estamos esperando aún otro icónico cadáver infantil que mueva mucho más todas las conciencias del mundo ante la crisis y el horror de los refugiados en Gaza?"

"¡Que te acunen en el mar, las olas que fuiste a ver! Y que ellas nos lo devuelvan. Para recogerte en mil rostros. Para Abrazarte . Y elevarte. Y elevarlos. Y no quedarnos siempre a la orilla de la vida"

Levanto mi voz con mis compañeros jesuitasy con las de tanta y tanta gente buena por la tragedia y el horror en Gaza ante la que es indigno resignarse a callar. Manifestarse, firmar y gritar y otras acciones multiplicadoras son pronunciamientos para optar por la liberación y la resurrección de las víctimas.

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Leo la noticia en varios medios y en alguno está acompañada por una impactante fotografía de un hombre horrorizado con el cadáver de un niño en sus manos tras un ataque israelí en la guerra de Gaza.

Gaza
Gaza

Me remite la imagen a aquella otra que dio la vuelta al mundo de un agente turco llevando en sus brazos al niño Aylan Kurdy  cuyo cadáver devolvió el mar y lo depositó de cara a la arena, en la costa turca antes de que el agente de seguridad lo llevara en sus brazos. Imágenes que en su momento dieron la vuelta al mundo visibilizando en primera página la gran crisis humanitaria siria.

"¿Estamos esperando aún otro icónico cadáver infantil que mueva mucho más todas las conciencias del mundo ante la crisis y el horror de los refugiados en Gaza?"

¿Estamos esperando aún otro icónico cadáver infantil que mueva mucho más todas las conciencias del mundo ante la crisis y el horror de los refugiados en Gaza? Aquello de que una imagen vale más que mil palabras, o -en este caso- más que mil repeticiones de las mismas noticias. 

Gaza, la martirizada Gaza, precisamente recordó al niño Aylan en sus costas en 2015 representando su imagen con una estatua de arena del niño postrado en la playa .  

Aylan Kurdi
Aylan Kurdi

"Impotencia ante tanta inhumanidad como se desprende en el maltrato migratorio"

La sensibilidad del bendito Papa Francisco hizo que este regalara a la Agencia de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), en octubre de 2017 una estatua en mármol reflejando esa escena en la que al agente turco le ha relevado la de un Ángel con un grito desgarrador. Un ángel con alas, descalzando también “su alma” (si es que los ángeles la tienen). Y en mármol. Para que permanezca y se grabe, en el hondón del alma, el grito de tantos padres y niños refugiados sufriendo y muriendo. Impotencia ante tanta inhumanidad como se desprende en el maltrato migratorio. Un recuerdo y una historia, la de Aylan, que el Papa convirtió en estatua con el deseo de paradigma y de permanencia en el tiempo 

Más de 1,5 millones refugiados palestinos de la franja de Gaza. En una guerra que “es una guerra contra los niños. Es una guerra contra su infancia y su futuro” como se pronunció la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina.

Stop war
Stop war

Tres impactos en uno: Llanto del Ángel, un Niño migrante muerto y en la FAO, sede para favorecer las acciones contra el Hambre. Porque también “es escandaloso que nadie haya sido capaz de garantizar que los residentes en Gaza tengan suficiente para comer” que dice el comunicado de los jesuitas

Indignación que nos lleve a muchos al compromiso en Iglesia (por tantos ) y en la sociedad civil (por ¡tantos y tantos, y tantos!) que no solo protestan ante la muerte sino  «además antes las vidas apagadas donde hay cientos de miles de vidas arruinadas, heridos, personas sin hogar y ahora hambrientos».

El Papa inaugura una estatua del niño sirio Aylan en Roma

Compromisos recordados por aquella muerte infantil como otras muchas que todavía estremecen por ser empuje  comprometedor para con las víctimas muertas en vida. En Gaza y en las muchas “Gazas escondidas”.  Muchas víctimas sin recibir abrazos antes de morir. Ni después. Sí se hizo con el último abrazo recibido por Aylan –¡ya muerto! – en brazos del soldado, vivo, que lo recoge. O en los brazos ya fríos en el Ángel de la escultura. Fríos, pero eternos al recibir – ya sí- el calor de Dios 

"En Gaza y en las muchas “Gazas escondidas”. Muchas víctimas sin recibir abrazos antes de morir. Ni después"

No importa que a la indignación en fotos, videos o esculturas, les acompañe el grito como desgarro del alma. El llanto de un ángel, aunque sea en mármol, muestra que ¡los ángeles también lloran! 

Pero pregunto: ¿el ángel es el de las alas que recoge al niño o es el mismo niño cadáver en la orilla? El ángel de la estatua que recoge el cadáver infantil puede ser  el ángel “fieramente humano” del que habla Blas de Otero (Esto es ser hombre: horror a manos llenas/ Ser –y no ser– eternos, fugitivos./ ¡Ángel con grandes alas de cadenas!). Mientras que al pequeño ángel caído, Aylan, como tantos niños muertos en Gaza, lo situamos al ladito de Dios (para los de tradición cristiana y también para los de la musulmana). Un niño pequeño muerto ya, besando la tierra y llorado por su padres. Y por la humanidad entera. Y al mismo tiempo acogido por el abrazo de Dios que se humaniza en Cristo. 

Mi propia jaculatoria hoy ante Aylan de ayer aplicable a los “aylanes” de hoy en Gaza  

¡Que te acunen en el mar, las olas que fuiste a ver! Y que ellas nos lo devuelvan. Para recogerte en mil rostros. Para Abrazarte . Y elevarte. Y elevarlos. Y no quedarnos siempre a la orilla de la vida. Con los que les quieran acoger en tantas orillas periféricas del mundo. Y al hilo de ese abrazo encontrarte en los pobres del mar adentro o de las tierras que los arrojan afuera. Y llorar contigo, con vosotros, esperando la consolación eterna del Dios que enjuga toda lagrima venciendo a la muerte. Al que abrazamos cada vez que unimos la fe a la justicia. Y así resucitamos.

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