Jesús Vidal en Segovia se niega a retirar símbolos franquistas de las iglesias

La cautela del obispo puede dar la impresión de que la Iglesia que lidera elige moderación institucional en lugar de solidaridad con la justicia histórica y la reparación moral, lo cual puede erosionar aún más su credibilidad ética

Símbolos franquistas en la Iglesia de San Miguel, Segovia
Símbolos franquistas en la Iglesia de San Miguel, Segovia
Mercedes García
19 dic 2025 - 09:11

La decepción de los segovianos con el obispo, a casi un año de su nombramiento, va en aumento: críticas en medios, críticas en redes sociales, críticas en reuniones de fieles, reuniones y familias cristianas. Las continuas profanaciones de la catedral por parte del ecónomo y deán Rafael de Arcos Extremera y del Cabildo (el último de jugar al futbol frente al altar mayor con el silencio por intereses o devolución de favores de canónigos como el liturgista Alfonso Frechel, Ángel García Rivilla, Juan Cruz Arnanz Cuesta del anterior gobierno de César Franco); las denuncias aún sin aclarar por casos de corrupción que salpican a los vicarios, el obispado, el cabildo y el propio obispo denunciados hace unos meses (pagos en negro, ingresos desviados como donativos para evadir impuestos, etc.); la comisión de investigación del Deán Rafael de Arcos sin escuchar a las víctimas (como denunció valientemente Religión Digital; memoria económica de 2024 que no convence a los fieles por su falta de transparencia a pesar de tener un obispo economista; el abandono de las zonas rurales como el caso de Pedraza y el cierre de otros pueblos (que parece ser, según fuentes del obispado, que se solucionará de nuevo con el fracaso de los externos olvidando a los laicos): están marcando huella entre los fieles, quienes ven al “obispo de la foto y de la sonrisa cómplice” como un pastor de transición que, según fuentes el obispado, quiere irse pronto para otros puestos de mayor copete e interés.

Señor Nuncio: ¿las diócesis rurales se merecen esto? Ya hay un grupo de presbíteros y laicos comprometidos buscando su esperanza en el nuevo nuncio, al estar hastiados de que se les trate como cristianos de segunda y que los pueblos no sean atendidos porque, como indicaba una noticia del diario Acueducto2, los presbiterios (la mayoría extradiocesanos) están cobrando buenos sueldos por ir el domingo (como mucho porque hay celebraciones de la Palabra) a las comunidades encomendadas, incluso cobrando desplazamientos sin hacerlos (favoritismo económico habitual del Ecónomo y Deán para tener amigos en el clero).

Jesús Vidal. Obispo de Segovia.
Jesús Vidal. Obispo de Segovia.

Esta vez, la actitud del obispo Vidal ha sido más que llamativa por los grupos de izquierdas y los cristianos más progresistas. ¿Quién se esperaba esto del compañero de José Cobo? Nadie. ¿Para esto sí que gobierna con autoridad y sobre las profanaciones de la Catedral, las denuncias y la corrupción ni se pronuncia? El obispo de Segovia ha abogado por “cautela ante la retirada de símbolos franquistas”. En un país donde la memoria de una guerra civil que causó centenares de miles de muertos sigue viva y donde la recuperación de la dignidad de las víctimas es una prioridad para la justicia democrática, la Iglesia católica, como toda institución religiosa, está llamada a actuar con una sensibilidad profética ante las heridas históricas y sociales.

Desde una perspectiva cristiana que se inspira en el Evangelio y en documentos de la propia tradición eclesial, el verdadero papel de una comunidad de fe no debería ser defender símbolos de un régimen autoritario o ambiguo con la justicia social, sino acompañar a los que sufren, defender la verdad y promover la reconciliación que nace de la justicia y el perdón (hechos que en Segovia tampoco está acompañando al gobierno de Jesús Vidal por los casos anteriormente citados). El Concilio Vaticano II y enseñanzas posteriores han insistido en que los cristianos deben ser testigos de la justicia y de los derechos humanos (por ejemplo, Gaudium et Spes y otras declaraciones del magisterio) y no aliados de estructuras que exaltan el poder o la violencia. Abogar por cautela frente a la eliminación de símbolos que muchos ciudadanos perciben como exaltación de una dictadura en los templos no se alinea claramente con ese llamado ético a tomar partido por la dignidad humana.

Además, resulta problemática la percepción de que ciertos símbolos políticos o militares ocupen espacios en iglesias o templos sin una clara distinción entre lo religioso y lo político (aunque poniendo una luna en la Catedral de Segovia para su adoración… no es raro). La fe cristiana no es una ideología política; su centro es Cristo y su mensaje de liberación del pecado y de la opresión. Mantener en templos o en espacios de culto insignias relacionadas con un régimen dictatorial puede interpretarse como una forma de complicidad cultural con valores contrarios a la justicia, la igualdad y el amor al prójimo que proclama el Evangelio. Esto es especialmente relevante cuando la Ley de Memoria Democrática busca precisamente eliminar exaltaciones de la dictadura franquista del espacio público, incluyendo monumentos, placas o nombres de calles, como parte de la reparación a las víctimas y del ejercicio de una memoria que dignifique a todos las personas.

Finalmente, una Iglesia que actúa como mediadora de reconciliación no debe temer al proceso de purificación cuando este busca sanar heridas profundas en la sociedad. Definir cautela frente a la retirada de símbolos de un régimen cuya historia política y social es ampliamente debatida, puede dar la impresión de que la Iglesia que lidera Jesús Vidal elige moderación institucional en lugar de solidaridad con la justicia histórica y la reparación moral, lo cual puede erosionar aún más su credibilidad ética ante fieles y no creyentes por igual; elige complicidad y silencio para que no se conozca la verdad. Partiendo de la actitud episcopal con el caso del Deán de la Catedral y Ecónomo, es más de lo mismo.

Señor obispo, reflexione, medite y actúe: seguiremos pendiente de usted. Es hora de pedir perdón y de dar otro rumbo a esta diócesis envejecida, secularizada y abandonada por aquellos que se consideran los únicos pastores del rebaño. 

San Miguel. Segovia
San Miguel. Segovia

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