La libertad de la teología en la Iglesia: el legado del teólogo alemán Peter Hünermann (1929-2025)
"Ha sido como teólogo un gran “pontífice” en el sentido genuino de la palabra, alguien que ha tendido puentes"
El 21 de diciembre por la tarde, cuarto domingo de adviento, falleció el teólogo alemán Peter Hünermann a los 96 años. Era uno de los últimos grandes teólogos alemanes marcados por el Concilio Vaticano II. No fue perito conciliar, pues para eso era muy joven, pero todo su quehacer teológico es fruto de la primavera despertada por el Concilio, comenzando por su tesis sobre el significado de la categoría de historicidad, tan importante en el siglo XIX, para la teología (“Der Durchbruch geschichtlichen Denkens im 19. Jahrhundert: Johann Gustav Droysen, Wilhelm Dilthey, Graf Paul Yorck von Wartenburg. Ihr Weg und ihre Weisung für die Theologie”, 1967). Desde entonces, la sensibilidad para comprender la fe y la Iglesia dentro de los cambios de la historia fue su caballo de batalla, junto a la capacidad para la parresía, la valentía de palabra ante los problemas candentes del mundo y de la Iglesia.
Fue uno de los primeros teólogos europeos en percibir el nuevo aire de la Teología de la Liberación (“Gott im Aufbruch: die Provokation der lateinamerikanischen Theologie”, 1974). Aunque apuntó desde el principio que el perfil de lo propio del cristianismo no le parecía demasiado claro en ese nuevo movimiento, se convirtió luego en un simpatizante y acompañante crítico, sobre todo de la vertiente argentina de la “sabiduría del pueblo”, desarrollando varios proyectos de investigación con el jesuita Juan Carlos Scannone. Enseñó teología sistemática en las facultades de Münster y Tubinga. En este último lugar, ya en la cumbre de su influencia y resonancia, fue director de tesis de muchos teólogos que después han obtenido cátedras en diferentes facultades del mundo.
Observaba España con una mirada crítica respecto a la jerarquía y la teología contemporáneas. Pero al mismo tiempo era de los pocos teólogos alemanes que había comprendido la luz de la Escuela de Salamanca y de la mística castellana. Recuerdo que me envió el manuscrito de un curso sobre san Juan de la Cruz que había dado en Tubinga y que lamentablemente no ha publicado. En él habla, casi con eco unamuniano, del místico de la noche oscura como representante de una vía a la modernidad no menos importante que la cartesiana.
Dejará huella por los grandes proyectos que dirigió como “spiritus rector“:
- La nueva edición aumentada del “Enchiridion” de Heinrich Denzinger. Una edición que conoce todo estudiante de teología, pero que se quedó a medio camino, pues se limitó a asumir los textos y añadir algunos del magisterio del siglo XX, sobre todo del magisterio del Concilio Vaticano II. No pocos piensan que lo que hace falta es revisar en profundidad la selección del “Denzinger” y añadir otras fuentes que hasta ahora han sido marginadas. Esta nueva revisión la llevará a cabo el catedrático de Münster Michael Seewald, la nueva estrella en el firmamento teológico alemán.
- El comentario a los textos conciliares en cinco tomos que apareció en la editorial Herder a principios de siglo y que fue hecho por la nueva generación de teólogos alemanes bajo su coordinación y la de su colega de Tubinga Bernd Jochen Hilberath. Si se compara ese comentario con el aparecido poco después del Cocnilio en los tomos suplementarios del “Lexikon für Theologie und Kirche” de la mano de los teólogos protagonistas del Concilio (Karl Rahner, Joseph Ratzinger o Yves Congar entre otros) se nota el camino recorrido por la teología en los últimos decenios.
- Y el proyecto, todavía en marcha, de un comentario intercontinental de los textos del Concilio, teniendo en cuenta su recepción en el cristianismo global (https://vatican2legacy.com/). Se trata de un proyecto de 16 tomos en alemán (editorial Herder) y en inglés (editorial Peeters) con la participación de 130 especialistas de todo el mundo. Ya han aparecido algunos tomos. He tenido el honor de participar en un tomo con dos textos sobre la teología y la Iglesia en España y Portugal antes y después del Concilio.
Aparte de esto, Peter Hünermann ha sido como teólogo un gran “pontífice” en el sentido genuino de la palabra, alguien que ha tendido puentes, por ejemplo, entre los teólogos de Alemania y de América Latina, apoyando sus estudios de posgrado en Europa desde su cargo como director de una obra de intercambio y de becas (https://www.icala.de/español/icala/) en la tradición de su maestro Bernhard Welte.
Pero su mayor legado como “pontífice teológico” es la fundación en 1989 de la “Sociedad europea de teología católica” (https://www.esct.hu/), de la que fue su primer presidente; y que ha salido adelante pese a las reticencias que tenía desde el principio la Congregación para la doctrina de la fe, presidida por el cardenal Ratzinger. Creó además con su proprio patrimonio una fundación de apoyo económico (https://eurotheo.eu/peter-hunermann-foundation-for-the-advancement-of-catholic-theology-in-europe/) para asegurar el futuro de esa sociedad. El fin de dicha sociedad, en la que por cierto los teólogos españoles apenas están presentes (quizá porque la teología en las facultades eclesiásticas y seminarios se encuentra demasiado bajo la tutela episcopal y no tiene resonancia en las universidades públicas), es no sólo fomentar el intercambio internacional e intercultural en Europa, sino también cultivar la parresía, la palabra libre y profética de los teólogos, fruto de su proprio magisterio.
Tomás de Aquino hablaba de un doble magisterio en la Iglesia, el de los pastores u obispos y el de los “magistri” o profesores. Ambos deben colaborar e influenciarse mutuamente, como dos vasos comunicantes. Durante los últimos dos siglos, en la Iglesia católica en general y en España y América Latina en particular se ha perdido el balance entre ambos magisterios y se ha desarrollado sobremanera el magisterio episcopal o papal que para muchos católicos se ha convertido en el único magisterio, pues han sido educados en un cierto “papanatismo” eclesial. De los teólogos se esperaba acatar y convertirse en eco de dicho magisterio, lo que el joven Joseph Ratzinger antes del Concilio criticaba como la “Enzyklikentheologie” de aquellos que se limitaban a comentar afirmamente las encíclicas papales, sin hacer uso de su capacidad creativa para escuchar al pueblo de Dios o interpretar los signos de los tiempos.
En principio, el Concilio, en el que los teólogos del cambio tuvieron un papel fundamental, abrió la puerta a una nueva relación entre los dos magisterios. Pero los conflictos posconciliares (el caso “Hans Küng”, por ejemplo o la declaración de Colonia de muchos teólogos alemanes en 1989) crearon una tensión que el magisterio pastoral de los obispos ha intentado resolver como siempre hace: llamando a los teólogos al orden y recordando en algunas instrucciones la vocación “eclesial” de la teología. Solo en el preámbulo de la Constitución apostólica “Veritatis gaudium” del papa Francisco sobre las universidades y facultades eclesiásticas se percibe un nuevo tono al hablar de esos centros como un “laboratorio (inter)cultural” e invitar a los teólogos a un “pensamiento abierto, incompleto… siempre en desarrollo”.
Peter Hünermann es uno de los que más y mejor ha defendido el derecho y el deber de los teólogos a hacer sentir su voz con parresía, por el bien de la misma Iglesia. Lo hizo sobre todo en su artículo “Verbindlichkeit kirchlicher Lehre und Freiheit der Theologie” (Carácter vinculante de la doctrina eclesiástica y la libertad de la teología), publicado por primera vez 2007 en la “Theologische Quartalschrift” (pp. 21-36) de Tubinga y aparecido de nuevo el año pasado en un libro bajo mi dirección y la del colega Klaus Vellguth (“Freiheit”, 2024, pp. 117-137). Ese texto, en el que Peter Hünermann trata el tema de forma histórica para enmarcar mejor la nueva situación actual, es algo así como su “testamento” teológico. Conviene leerlo y releerlo, sobre todo en un país como España en el que el magisterio pastoral de los obispos sigue siendo practicamente el único existente por falta de parresía entre los teólogos (hay excepciones, naturalmente, sobe todo entre los que han tenido que abandonar las facultades de teología), a veces anclados en la forma de pensar de la “Enzyklikentheologie”. Que lejos quedan aquellos tiempos gloriosos, en los que un Francisco de Vitoria o sus colegas se expresaban así: “Tomás de Aquino (o Inocencio IV) dice…, pero YO digo”…, pensando con la propia cabeza sobre los problemas de su tiempo con el respeto y la lealtad crítica debidos al magisterio de los pastores.
*Mariano Delgado es catedrático emérito de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza), donde fue Decano dos veces. Entre 2021-2025 fue Decano de la Classe VII (Religiones) en la Academia Europea de las Ciencias y las Artes (Salzburgo).