Asociación de Sacerdotes Casados de España, ASCE Josemari Lorenzo: "Aquí tiene, papa Francisco, un estatuto para los sacerdotes casados"

"Cuando en el año 1976 dimos los primeros pasos para organizarnos los sacerdotes casados de España (ASCE), fuimos conscientes de que se había establecido una incongruencia dogmática: anular prácticamente el uso un sacramento que imprime carácter. no podría durar mucho, pensábamos: ¿Cinco años? ¿Diez?"

"Revolvimos Santiago con Roma para que nos escuchara la Conferencia Episcopal Española. stuvimos con el cardenal Tarancón en repetidas ocasiones. entregamos al Cardenal un estudio elaborado por Roque Losada Cosme"

"Durante varias décadas, entre los años 1977 al 2000, hemos enviado cartas personalizadas a todos los obispos de España. Incluso en TVE española se dedicó un programa de los de más audiencia, "La Clave", en 1981 a este tema"

"Medio siglo laborando sobre el tema y nada hemos recogido. Y habrá que decir como los Apóstoles después de una noche de pescar en balde: 'En tu nombre, Señor, lanzaré las redes'"

"Pero esta labor corresponde a nuestros jóvenes curas casados, que también son muchos. Nosotros ya hemos roto muchas lanzas. Es hora que nos hagan caso por el bien de la Iglesia"

(Informa ASCE. Crítica Constructiva).- Cuando en el año 1976 dimos los primeros pasos para organizarnos los sacerdotes casados de España (ASCE), fuimos conscientes de que se había establecido una incongruencia dogmática: anular prácticamente el uso un sacramento que imprime carácter. Y fuimos consecuentes para actuar.Tamaña falta de ortopraxis no podría durar mucho, pensábamos: ¿Cinco años? ¿Diez? Y estábamos convencidos de que en un plazo medio habrían de readmitir a los sacerdotes casados que lo desearan.

Revolvimos Santiago con Roma para que nos escuchara la ConferenciaEpiscopalEspañola. Estuvimos con el cardenal Tarancón en repetidas ocasiones. Aquel hombre nos daba esperanza. En una de nuestras entrevistas entregamos al Cardenal un estudio elaborado por Roque Losada Cosme: “Principios normativos que pueden ser aceptados por la jerarquía eclesiástica para los sacerdotes secularizados que deseen libremente reintegrarse al ministerio sacerdotal”.

Pero ¿quién era este señor Roque Losada Cosme?

El padre Losada hacía entonces cinco años que había pedido la dispensa de celibato. Fue un prestigioso profesor de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca. Aparecen aun hoy en Internet trabajos y estudios de este famoso canonista. Él nos iba guiando en aquellos remotos años 70, para reivindicar ante la jerarquía el ministerio que nos había sido arrebatado por acceder al sacramento del matrimonio. Pilotados por su criterio escribíamos cartas a los obispos y los visitábamos en sus sedes diocesanas. Y les decíamos:

 El sacerdocio permanece vivo en numerosos presbíteros españoles, dispensados y casados.  Nuestro matrimonio y nuestra vida profesional nos lo recuerdan sin cesar. El pueblo cristiano tiene derecho al servicio de todos sus sacerdotes, casados o no. La Iglesia tiene el deber de anunciar la Buena Nueva, recibida de Jesucristo por todos los sacerdotes suyos; y no se puede despreciar el ministerio por favorecer el celibato.

 Ante el hecho de la aceptación del sacerdote casado en la vida social y en la vida de la Iglesia, se estima procedente formular unos principios que puedan servir de norma para el desarrollo de la actividad pastoral de los presbíteros casados, una vez aceptada su incorporación al ministerio. Y estos son los principios que elaboró el gran canonista Roque Losada:

1º.- Los sacerdotes secularizados, una vez incorporados al ministerio pleno, promueven un marco legal diferente al que regulan los cánones del D. C. para los célibes; dado que ya no son clérigos.

2º.- Estos sacerdotes se incorporarán al ministerio como servidores cualificados del Pueblo de Dios y en todo equiparados a los demás sacerdotes, pues lo son.

3º.- Su dependencia jerárquica será diocesana. En consecuencia, se someterán a las normas y directrices que cada Ordinario determine en su diócesis.

4º.- La incorporación al ejercicio pleno del ministerio se efectuará previo diálogo con el interesado y la consecuente información que cada obispo estime conveniente.

5º.- Los servicios que se encomienden, dependerán en cada caso de los organismos correspondientes y su previa aceptación: parroquiales, si se trata de servicios a desarrollar dentro de la parroquia; de las respectivas comisiones diocesanas (pastoral, liturgia, catequesis, etc.) si es que alguno de esos sacerdotes, por su propia preparación, han de colaborar.

6º.- Darán gratis lo que gratis han recibido, y trabajarán con sus propias manos para no ser gravosos a nadie. Por eso excluyen de su trabajo sacerdotal todo lucro y privilegio humanos, en el supuesto de que su dedicación sea parcial. Pretenden únicamente su realización sacerdotal al servicio del Pueblo de Dios.

7º.- De su eficacia o ineficacia en el ministerio, decidirá el Ordinario del lugar, según las normas establecidas por la Iglesia.

.- Estos sacerdotes redactarán unos estatutos de régimen interno para resolver los problemas humanos, económicos, espirituales que en su día presentarán al conocimiento y visto bueno de la Conferencia Episcopal.  

Entregamos al Presidente de la Conferencia Episcopal este trabajo redactado con la colaboración de todos, del eminente canonista y compañero Roque Losada. Corría ya el año 78.  Tarancón se comprometió a interesar a la Conferencia Episcopal Española sobre el tema, pero nunca tuvimos un justificante de que lo hiciera. En otra ocasión también este mismo Cardenal  nos prometió  entregar,  en propias manos, al Papa Juan Pablo II una carta que entre todos redactamos. En ella exponíamos el deseo del colectivo de que fueran admitidos en el sacerdocio ministerial cuantos, después de haber recibido el sacramento del matrimonio, quisieran reintegrase. Basábamos nuestro argumento en la incongruencia dogmática de anular el uso de un sacramento que imprime carácter y lo razonábamos con textos del Concilio de Trento. Tampoco tuvimos noticia posterior de que Tarancon la hubiera entregado al papa Juan Pablo II.   Nos sentimos defraudados. 

Durante varias décadas, entre los años 1977 al 2000, hemos enviado cartas personalizadas a todos los obispos de España. Ha habido gran cantidad de entrevistas en periódicos de toda la nación, en programas radiofónicos de muchas provincias. Incluso en TVE española se dedicó un programa de los de más audiencia, "La Clave", en 1981 a este tema.

A partir de 1981 se observa en los obispos, a pesar de su talante de diálogo, más reserva. El Papa Juan Pablo II dificulta el matrimonio a los sacerdotes y concede dispensas a cuentagotas. Muchos compañeros ante esta actitud cerrada se decidieron a practicar el ministerio en privado con grupos reducidos, en comunidades de base. Otros, al perder la esperanza de una reintegración han plegado velas. Otros, en fin, seguimos en nuestra pretensión en forma moderada y constante. Intentamos vivir nuestro sacerdocio en el trabajo y apostolado de marginados, o como seglares cualificados en las parroquias. Algunos fueron nombrados por su obispo para cargos de directivos de pastoral diocesana. Hemos trabajado por extender por todo el mundo esta unión de sacerdotes casados. Y hemos mantenido contacto con diversos grupos de otras naciones.

Medio siglo laborando sobre el tema y nada hemos recogido. Y habrá que decir como los Apóstoles después de una noche de pescar en balde: “En tu nombre, Señor, lanzaré las redes”. Pero esta labor corresponde a nuestros jóvenes curas casados, que también son muchos. Nosotros ya hemos roto muchas lanzas. Es hora que nos hagan caso por el bien de la Iglesia. Es más ¿Por qué los sacerdotes en el ministerio no se deciden de una vez a unirse para pedir en conjunto el celibato opcional? No sé... tal vez sería un milagro si lo hicieran. 

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