¿Cuáles son las causas que lo explican, en todo o en parte? El papa Francisco ni viene -ni vendrá- a España

Francisco sigue adelante
Francisco sigue adelante

"Benedicto XVI, en su breve pontificado, visitó tres veces España. En vísperas ya de cumplirse la década del pontificado del papa Francisco, no se atisba siquiera la posibilidad que se registre algún día en su programa pastoral viajero"

"Vaya por delante, y quede bien claro, que la razón de no haber visitado España el papa, no reside en la falta de tiempo, sino en su voluntad expresa manifestada de alguna manera"

"¿Acaso es porque no lo quieren los obispos, aunque una y otra vez hayan cursado la invitación por los cauces reglamentarios debidos y hasta con ayuda civil, pero solo fundamentalmente por motivos protocolarios?"

“Ardiente” aún la “capilla” en la que reposa el cuerpo del papa emérito Benedicto XVI, en cuyo breve pontificado -ocho años- visitó tres veces España, en vísperas ya de cumplirse la década del pontificado del papa Francisco, sin atisbarse siquiera la posibilidad que se registre algún día en su programa pastoral viajero, explica y justifica estos y otros comentarios. Es lógico pensar que, quienes están capacitados para tal adoctrinamiento pastoral, sean los miembros de la CEE, con el Presidente“mandamás”, a la cabeza.
El tema es importante. No se trata de una visita protocolaria, inofensiva, vacua y ociosa del “Siervo de los siervos de los siervos de Dios”, llamado Francisco y apellidado de Asís, y además tratándose de la Madre Patria España, “católica, apostólica y romana de toda la vida”.

Francisco
Francisco

Y vaya por delante, y quede bien claro, que la razón de no haber visitado España el papa, no reside en la falta de tiempo, sino en su voluntad expresa manifestada de alguna manera.

Ocasiones para venir tuvo y tiene muchas. Muchísimas. Santiago, Santa Teresa, Burgos y su catedral, conmemoraciones hispanoamericanas, invitaciones personales e institucionales eclesiásticas y civiles, Años Santos y multitud de lugares y acontecimientos sustentaron con seguridad y sobradamente, las visitas repetidas de sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ni se tuvieron en cuenta gastos probablemente excesivos y mal administrados invertidos por los patrocinadores “piadosos”- civiles y eclesiásticos-, con abundantes dosis de escándalos, como se demostró por la vía penal y el infalible, popular e inapelable ”Tribunal de las Aguas”, en el lamentable e inmoral caso de Valencia.

Con lo que le gusta” callejear” al papa Francisco, charlar con unos y otros, hacer libérrimamente uso del “metro” y del “colectivo” para trasladarse de acá para allá y sin privilegios “cardenalicios” de ningún tipo y condición, y con los recuerdos amables y agradecidos que conserva, en las varillas del abanico de posibilidades de que hubiera dispuesto, de “españolizar” algunas de sus visitas, por lo visto y comprobado, Francisco sigue sin tener programada ninguna de ellas.

¿Cuáles son las causas que lo explican, en todo o en parte? ¿Acaso es porque no lo quieren los obispos, aunque una y otra vez hayan cursado la invitación por los cauces reglamentarios debidos y hasta con ayuda civil, pero solo fundamentalmente por motivos protocolarios? ¿Es que el papa Francisco no está de acuerdo con el comportamiento que, así y frontalmente, encarna hoy la Iglesia en España, con añoradas remembranzas para el concilio de Trento, del Vaticano I, y el positivo rechazo del Vaticano II? ¿Se perciben, o rotundamente NO, en la CEE y en sus “operarios”, líderes, presidentes de las Comisiones diversas, medios y empresas de comunicación, propiedad de la institución eclesiástica, algunos “cambios” recientes episcopales efectuados –“¡tomas de posesión¡”- con criterios que pudieran apellidarse de “franciscanos”, veraz y comprometidamente?

Los obispos, en todas sus instancias y categorías tanto pastorales como diplomáticos -por algo es también Jefede Estado- han de explicarles al pueblo los porqués el papa Francisco no visita España. A simple vista, y por su doble condición civil y religiosa, el gesto de recusar tal visita, no descartando hacerlo a la de cualquier otro país, cristiano o no, está ya siendo interpretado por muchos bastante más que como desconsideración y descortesía. La sola posibilidad de tener que seguir ignorando las causas reales existentes, reclamaría mayor urgencia para una cabal y veraz explicación.

Con sensatez y cordura, es procedente tener bien presentes las dificultades prácticas que conllevaría la visita del papa, centradas sobre todo en el hecho de la elección de qué y cuál sería la España elegida para ser visitada, sin levantar serias, profundas e irreligiosas susceptibilidades. ¿Visitaría la España catalana? ¿La vasca? ¿La gallega? ¿Residiría en Madrid? ¿Le rezaría a la Virgen de Guadalupe en su monasterio?

¿Se atrevería a visitar el Congreso de los Diputados y desde el mismo “predicar” alguna homilía de paz, de concordia, de defensa de las instituciones soberanas, de respeto a la diversidad de opciones políticas, de colores partidistas, de sexos y, en definitiva, de común unión solidaria sin privilegios e inmatriculaciones, en defensa de los pobres y de los más vulnerables y sin” plantes”, rechazos y denuestos por parte de ninguna “bancada” asilvestrada o por asilvestrar?

Así las cosas y sin previa y adecuada respuesta a las citadas preguntas, es explicable, y hasta preferible, que el papa Francisco cancele cualquier posibilidad de venir a España, aún acompañado de cuantiosas y milagreras imágenes de la Virgen con la advocación piadosa de “Nuestra Señora de Desatanudos”. Son muchos y enredados los nudos que, hoy por hoy, definen el tejido y el mapa de nuestro país o “países”, tanto `políticos como eclesiásticos

Esta Navidad, Religión Digital
Volver arriba