Relato del "infierno del dolor absurdo de la guerra de Ucrania" Sor Lucía Caram: "Os lo pido, os lo suplico: aceleremos la llegada de la paz"

Sor Lucía, en Ucrania
Sor Lucía, en Ucrania

"Los relatos son escalofriantes. Ver una madre que entierra a su hijo, y que ella misma tira la tierra sobre su sepultura; contemplar cómo semana tras semana crece de forma vertiginosamente triste el número de tumbas de jóvenes soldados, y escuchar el relato del horror y la crueldad; del miedo y la tensión, es algo que no se puede describir"

"Llevo desde el mes de marzo viajando a Ucrania y buscando ayudas, moviendo cielo y tierra y clamando para que la ayuda llegue… Y voy para garantizarlo, y para que nada se quede en el camino"

Este fin de semana una vez más -y con esta ya van 14 veces- bajé al infierno del dolor absurdo de la guerra de Ucrania. Nuestra misión era ayudar a salir de Jersón a una mujer anciana y dejar montados unos corredores humanitarios, así como asegurar la coordinación del envío de ayuda a los frentes más “calientes” -que en realidad están congelados por un frío inmisericorde que amenaza los -30º- en las próximas semanas.

Los relatos son escalofriantes. Ver una madre que entierra a su hijo, y que ella misma tira la tierra sobre su sepultura; contemplar cómo semana tras semana crece de forma vertiginosamente triste el número de tumbas de jóvenes soldados, y escuchar el relato del horror y la crueldad; del miedo y la tensión, es algo que no se puede describir.

Sor Lucía, visitando el hospital
Sor Lucía, visitando el hospital

Estar en un país en el que las alarmas te recuerdan constantemente que estás bajo amenaza y que tu vida depende de la locura de unos tipos que robaron la libertad para escoger a miles y millones de personas, es la impotencia in extremis.

Escuchar el relato de los que huyen del territorio ocupado y luego liberado, pero que es centro de ataques cotidianos, y saber que desaparecieron niños a los que decían iban a salvar, pero que en realidad nadie sabe dónde están porque les han secuestrado como una prueba más de la maldad de la que son capaces para hacer daño y atemorizar, es indignante… es repugnante: Es doloroso y triste.

Llevo desde el mes de marzo viajando a Ucrania y buscando ayudas, moviendo cielo y tierra y clamando para que la ayuda llegue… Y voy para garantizarlo, y para que nada se quede en el camino. Y no me canso ni tengo miedo. He descubierto que “mi vida son vidas” y que cada una cuenta y que el dolor de ellos y ellas, es mi dolor, porque a fuerza de acogerles, escucharles y ponerme en su piel, puedo decir que su causa es la mía. Sí es la mía, la tuya y la de la humanidad. Es la causa que reclama urgentemente la paz y no se resigna a estar con los brazos cruzados mientras no acaba de llegar.

Sor Lucía
Sor Lucía

Amigos, hermanos, lectores: El clamor, el llanto, el frio la atronadora amenaza nuclear, el miedo y la impotencia son insoportables y hoy son mi insomnio y mi dolor.

A 48 horas de haber salido de Ucrania, aún siento el frio de la impotencia y el dolor de no poder hacer más.

Os lo pido, os lo suplico: No nos acostumbremos a la guerra y siempre que podamos, seamos constructores de la paz.

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