Una persona sin hogar, agredida y multada durante el Estado de alarma Carta abierta al Subdelegado del Gobierno en Cuenca: "¿Desde cuándo la pobreza está criminalizada en una democracia plena como es España?"

Carta colocada en la puerta de la parroquia
Carta colocada en la puerta de la parroquia

"Me siento criminalizado, como si el pobre por ser pobre fuera criminalizado en España. Le pido que por favor me ayude en esta situación que tanto dolor y sufrimiento me está causando. Le saludo atentamente"

El clamor del sacerdote de la serranía de Cuenca contra el trato dado, y el silencio (oficial) de Juan Rodríguez Cantos. "En mi segunda carta le pedí una investigación sobre la actuación de los Servicios de Protección Civil en Villanueva de la Jara. Para mí es muy importante que la verdad haga justicia, y que se sepa".

 A la atención de D. Juan Rodríguez Cantos, Subdelegado del Gobierno en Cuenca:

En todas las cartas que le enviado a usted en este último tiempo, en la publicación de la última carta enviada a usted que ha recibido esta semana del 10 al 14 de mayo de 2021, y publicada en Religión Digital, en ningún momento le fe faltado al respeto como autoridad, no le he insultado, no he hecho ninguna difamación, no he hecho ninguna afirmación sino que he preguntado, las preguntas no son afirmaciones. Además hice una pequeñísima reflexión sobre la alteridad en el filósofo de origen judío E. Lévinas, sobre la memoria del sufrimiento y de las víctimas en el teólogo alemán J.B. Metz y sobre una pequeña parábola del Evangelio de Lucas. He ejercido como ciudadano mi derecho a la libertad de expresión.

Le vuelvo a poner por escrito la primera parte de la carta enviada por la persona sin hogar que tengo acogida en esta parroquia, es su testimonio escrito por él, donde al final le pedía su ayuda, que dice lo siguiente:

“(…) A principios de marzo, antes de la declaración del estado de alarma me encontraba pernoctando de manera temporal en una pensión en Cuenca. En aquella fecha disponía solamente de una renta mensual de 350 euros ya que estaba pagando las letras del vehículo que rondaban los 200 euros. En ésta pensión, el precio por día son de 15 euros, así que al cabo de unos días se me agotó el dinero y tuve que marcharme. En éste establecimiento hotelero el dueño es inflexible con el pago ya que lo exige por adelantado por haber sido víctima de varios engaños. A pesar de todo no tengo nada que reprocharle a este señor, ya que es una persona excelente y tengo muy buena relación con él. Cuando salí de la pensión me senté en un parque público de Cuenca, terriblemente preocupado por la situación que estaba viviendo y buscando soluciones para remediar el problema. Las calles estaban totalmente vacías debido al confinamiento y el miedo y el desconcierto  se palpaban en el ambiente. Al poco rato, se presentó una patrulla de la Policía Local los cuales estuvieron hablando conmigo. Les conté los motivos por los que estaba allí y entendieron razonablemente la situación, pero me sugirieron que me marchara ya que podía ocasionar un ‘’efecto llamada’’ a los demás ciudadanos que estaban confinados. Acto seguido me fui. (Pueden comprobar tanto la intervención de la Policia Local como mi estancia en la pensión).

Viendo que no podría solucionar el problema en Cuenca, me dirigí a la localidad de Motilla de Palancar, que tiene un albergue de transeúntes donde se puede pernoctar una noche. En la puerta del albergue habían colocado un cartel en el que se podía leer que el albergue estaba cerrado por motivos sanitarios ( conforme a la Ley bla, bla…). Llamé varias veces al timbre del despacho parroquial, ya que los sacerdotes tienen la vivienda en lo alto del inmueble. Tras varios intentos de ponerme en contacto con ellos, desistí, entendiendo que ellos también habían optado por el aislamiento total y que como cualquier otra persona tenían miedo por la situación. (Aún así, no tengo nada que reprocharles, ya que es gente solidaria que está ayudando durante todo el año a personas desfavorecidas). Al rato, me dirigí al ayuntamiento para ver si en Servicios Sociales podrían ayudarme. No quisieron atenderme en ningún momento. Finalmente conseguí hablar con un Policía Local que me facilitó el número de teléfono del Albergue de Transeuntes de Teruel. (También puede comprobarlo). Llamé al albergue de Teruel varias veces. Tras varios intentos, se puso al teléfono un funcionario que me facilitó otro teléfono. En ése otro teléfono también me contestó otro funcionario que me dio ‘’largas’’. Finalmente desistí. No disponía de ningún dinero y llevaba prácticamente dos días sin comer. El hambre me estaba enloqueciendo y pensé en varias ocasiones abrir un container de basura y comer algunos desechos. Finalmente desistí, ya que podría pillar alguna enfermedad e iba a ser peor el remedio que la enfermedad. Llegó la noche. Muerto de hambre y de frío instalé la tienda de campaña que tengo en unos soportales del pueblo. Allí pasé la noche. Al día siguiente, un hombre del pueblo me dio 5 euros y pude comprar un bocadillo en el Mercadona. Permanecí 4 o 5 días en el pueblo, montando la tienda de campaña por la noche y desmontándola por la mañana. Durante todos estos días estuve pasando hambre por el día y frío por la noche. Pensé incluso en suicidarme. En ningún momento se acercó por allí ninguna autoridad del pueblo ni ningún ciudadano a prestar cualquier tipo de asistencia (igual se pensaban que era un ‘’hippy’’ que estaba allí por diversión). Finalmente, siendo consciente de que mi vida estaba corriendo peligro por la falta de alimento, de higiene y de todo tipo de necesidades básicas, resolví desplazarme a otras localidades en busca de un centro de acogida. Así que con el poco de gasolina que me quedaba en mi Scooter, recorrí varios pueblos con éste propósito. Uno de estos pueblos es la localidad de Villalba de la Sierra. En ésta localidad de Villalba de la Sierra es donde se me impone la primera sanción por incumplimiento del estado de alarma. En el momento en que me paró la Guardia Civil yo me dirigía a comprar alimento al supermercado. No se me notificó en ningún momento que estuviera multado.

    Tras varios intentos infructuosos en busca de alojamiento llegué a la localidad de Villanueva de la Jara. Era el día 23 de marzo. Decidí quedarme en el pueblo y pernoctar por la noche en la cubierta de la plaza donde está el ayuntamiento, ya que al día siguiente cobraba la pensión y podría comprar alimento y buscar algún alquiler, algo también bastante difícil debido al cierre de la mayoría de establecimientos hoteleros. Sobre las 4 o 5 de la tarde, me pongo a deambular por el pueblo (el hambre me estaba matando) en busca de alimento y observo que dos individuos montados en un coche de Protección Civil se ponen a seguirme por el pueblo. A cada paso que doy están detrás de mío. Empiezo a temer que estén buscando a alguien por un ajuste de cuentas y que se hayan confundido de persona (no sería la primera vez). No es lo habitual que dos individuos desconocidos te estén siguiendo en un coche sin motivo aparente. Temeroso por éste hostigamiento mi preocupación va en aumento. A la altura del convento de las monjas, temeroso de que pudieran portar algún arma, me encaro con el individuo que va en el asiento del copiloto y le pregunto ‘’que quien era’’, ‘’que qué quería’’, ‘’que por qué me estaban siguiendo’’ (todo lo que quiere saber uno cuando dos individuos desconocidos te están siguiendo con un coche). Se identificó verbalmente como voluntario de Protección Civil. Me ‘’ordenó’’ que debido a la pandemia no se podía estar en la calle y que estaban realizando ‘’operaciones de vigilancia’’ con motivo del virus. Le dije que dejase de seguirme ya que él no tenía ningún rango de autoridad ni para dar ordenes ni para seguir a nadie con un coche. Pusieron el coche en marcha y se fueron. Ya anocheciendo, mientras estaba yo en la cubierta de la plaza del ayuntamiento preparando el saco de dormir para pasar la noche, se presentan estos dos individuos con una pareja de la Guardia Civil. Uno de estos guardias estuvo hablando conmigo y le comuniqué la intención que tenía de dormir allí para marcharme al día siguiente una vez hubiese cobrado la pensión. También le comuniqué el acoso que estaba sufriendo por parte de estos dos individuos de Protección Civil. No me consta que éste presunto delito de acoso se haya denunciado en ninguna parte. (…)

En esta situación me siento criminalizado, como si el pobre por ser pobre fuera criminalizado en España. Le pido que por favor me ayude en esta situación que tanto dolor y sufrimiento me está causando. Le saludo atentamente.”

Esta es la primera parte de su testimonio, que es duro. Le pregunto respeto a los Servicios de Protección Civil, de los cuales, usted es responsable como Subdelegado del Gobierno en Cuenca: ¿Desde cuándo tienen funciones de vigilancia en los pueblos de Cuenca? ¿Qué funciones tienen? ¿Cuándo se encuentran con una persona vulnerable, pobre deben de ayudarle, o deben perseguirle como si fuera un delincuente? Sabe que una de sus funciones es proteger a las personas. En mi segunda carta le pedí una investigación sobre la actuación de los Servicios de Protección Civil en Villanueva de la Jara. Para mí es muy importante que la verdad haga justicia, y que se sepa.

Para concluir vuelvo a preguntarle desde mi libertad de expresión como ciudadano: ¿Desde cuándo la pobreza esta criminalizada en una democracia plena como es España?

Le saludo atentamente.

Por una Iglesia mejor informada
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