Palabra de vida (salmo 1)
Cuando sentí la primera llamada,
me presentaste tu Palabra.
Mi vida desde entonces
es un constante retorno al espíritu
que inunda su letra viva.
La Palabra me confronta
diariamente con mis incongruencias,
mis respuestas negativas,
mi vulnerabilidad,
pero no puedo vivir
sin rumiarla, sin orarla,
sin dejarme interpelar por ella.
El agua más cristalina
que he bebido jamás
brota de sus frases.
En el silencio de su lectura
he comprendido que las personas
que solo piensan en sus propios intereses
y no emplean sus vidas
en hacer la vida más dichosa a los demás
son unos desdichados,
que desaparecerán sin dejar un buen recuerdo.
Gracias buen Dios a tu Palabra
intento no vivir como ellas,
ni dejarme llevar por sus prioridades.
Se les envidia por su fama y sus riquezas,
pero en el fondo, son unos infelices.
En cambio Tú, Dios de toda bondad,
proteges a tus hijos e hijas
que con humilde corazón
confían únicamente en Ti
y no tienen seguros de vida,
pues su verdadera seguridad eres Tú.
Nos alimentas con tu Palabra
y sabemos que, aun dando traspiés,
no volverá a Ti sin dar fruto
y, a veces, hasta abundante.