Dios bueno y compasivo,
ayúdame a silenciar solo por un momento
tanto dolor, soledad, tristeza y opresión
en la que está sumida la humanidad
y la madre Tierra.
Protégeme, guárdame en tu pecho,
acógeme en tus brazos, dame calor,
trátame como a tu hijo más querido,
como a las niñas de tus ojos.
Pero no quiero evadirme de este mundo
al que tanto amas, del que te enamoraste y dijiste
que todo era bueno, que todo estaba bien;
presérvame del odio, del egoísmo
y de olvidarme de los demás.
Y cuando me despierte, después de tu abrazo,
estaré tan satisfecho que no podré hacer otra cosa
que comunicar tu amor a los cuatro vientos.