Nuestra fragilidad natural no puede impedir el funcionamiento y el desarrollo del plan divino. El Corazón de Jesús, ¿una fiesta pasada de moda?

Luz del alma
Luz del alma

Hombres tan abiertos e inteligentes como Karl Rahner y Pedro Arrupe han sido grandes devotos del Sagrado Corazón

El Corazón de Cristo es el símbolo de su amor infinito, del amor humano y trinitario que él nos da en el Espíritu Santo

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 Hoy celebramos la fiesta del Corazón de Jesús. A veces esta devoción ha producido rechazo por las imágenes sulpicianas, afeminadas y decadentes con que fue difundida desde los tiempos de Margarita María Alacoque. También quizás, porque centrar la atención en el corazón parecería separar su "víscera" del resto del Jesús completo. ¿Tiene vigencia hoy?  Resulta que hombres tan abiertos e inteligentes como Karl Rahner y Pedro Arrupe han sido grandes devotos del Sagrado Corazón. ¿Por qué? Porque lo enfocaban desde un punto de vista místico. Por ejemplo escribe Arrupe:

"El Corazón de Cristo es el símbolo de su amor infinito, del amor humano y trinitario que él nos da en el Espíritu Santo que habita en nosotros. Fruto de este Espíritu es la alegría, que tiene el poder de transformarlo todo en gozo espiritual (Rom 14, 17; Gal 5, 22); gozo que ninguno puede quitar a los discípulos de Cristo, una vez que lo poseen (Jn 16, 20; cfr. 2 Cor 1, 4; 7, 4-6)".

Corazón es una palabra primordial en nuestra cultura. La palabra nos remite a lo profundo y vital de nuestra esencia y existencia. Muchas veces nos referimos a la realidad que vivimos sosteniendo que el corazón “se nos parte”, “se hiela”, “se ensancha”, “se encoge”,Los poetas y los místicos, cada uno en el plano que sea, al descubrir el misterio del hombre y que le condensan su existencia humana, la nombran: “¿Quién no se sentó temeroso ante el telón de su corazón?” (Rilke).”Que saturado del dulce juego, más dócil mi corazón me muera” (Hölderlin). “Sin otra luz ni guía, sino la que en el corazón ardía. O a que ésta me guiaba más cierto que la luz del mediodía” (San Juan de la cruz).

Decía Pedro Arrupe sobre la necesidad de devolver al mundo la alegría: "El mundo de hoy necesita la verdadera luz de la esperanza que le devuelve la alegría y el bienestar. Pero para ello necesita un descubrimiento más en medio de tantos como va haciendo: el descubrimiento de Dios vivo. Así, como Ignacio, también nosotros nos podremos sentir fuertes y alegres: No teman la empresagrande, mirando sus fuerzas pequeñas, pues toda nuestra suficiencia ha de venir del que para esta obra nos llama y nos ha de dar lo que para su servicio nos es necesario...

Baste a nosotros hacer según nuestra fragilidad lo que podemos y el resto queramos dejarlo a la divina providencia, a quien toca y cuyo curso no entienden los hombres y por eso a veces se afligen de aquello de que debieran alegrarse (BAC,939). 

Esa parte que le toca hacer a Dios en la vida del mundo y en vida personal de cada uno de nosotros es la base granítica de la esperanza de Ignacio y debe serlo también de nuestra esperanza. Nuestra fragilidad natural no puede impedir el funcionamiento y el desarrollo del plan divino.

Pedro Arrupe

 Nos toca a nosotros hacer según nuestra fragilidad lo que podamos, hacer lo que sepuede suavemente, estando ciertos de que a su tiempo Dios nuestro Señor nos proveerá de todas las armas necesarias para su mayor servicio (Epp. VIII, 545)".

 Hoy más que nunca urge recuperar la confianza. Hoy más que nunca mecesitams volver a repetir: "Corazón de Jesús, en ti confío"

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