Imágenes como puñales Me duele el telediario

Me repercute en la boca del estómago con un estremecimiento de angustia.
Sus imágenes son como puñales clavados en el pecho de la humanidad
Sofisticados drones y bombarderos inventados para matar y destruir mejor
¿Qué está pasando? ¿No escarmentamos tras la catástrofe de dos guerras mundiales? ¿No hemos avanzado?
Yo sigo oyendo a los perros de la guerra. Esos no callan, gritan rencor. Solo abrasan, arruinan, arrasan
Sofisticados drones y bombarderos inventados para matar y destruir mejor
¿Qué está pasando? ¿No escarmentamos tras la catástrofe de dos guerras mundiales? ¿No hemos avanzado?
Yo sigo oyendo a los perros de la guerra. Esos no callan, gritan rencor. Solo abrasan, arruinan, arrasan
Yo sigo oyendo a los perros de la guerra. Esos no callan, gritan rencor. Solo abrasan, arruinan, arrasan
| Pedro Miguel Lamet
Me duele el telediario. Me repercute en la boca del estómago con un estremecimiento de angustia. Sus imágenes son como puñales clavados en el pecho de la humanidad. Pienso sobre todo en los que están debajo de las bombas. Los reportajes de Gaza no engañan: manos hambrientas que, cuando van en busca de comida, son disparadas brutalmente.
Hombres y mujeres inocentes que en sus hogares, mientras duermen, trabajan, ríen, cenan o viven anónimamente, ven como sus paredes se derrumban.
Sofisticados drones y bombarderos inventados para matar y destruir mejor. Niños, niñas, ancianos, enfermos bajo un fuego indiscriminado de odio. Periodistas, testigos de la contienda, que mueren por intentar contarnos la verdad de lo que es un exterminio comparable al que los propios judíos sufrieron de manos de los nazis.
¿Qué está pasando? ¿No escarmentamos tras la catástrofe de dos guerras mundiales? ¿No hemos avanzado? Teilhard de Chardin, en su optimismo cósmico, opinaba que la humanidad camina evolutivamente hacia un punto omega de espiritualización. Quizás estamos demasiado cerca, quizás bajo un valle oscuro de una ruta que no vemos y que necesariamente va creciendo hacia la luz.
El papa Francisco se nos ha ido gritando contra el absurdo de la guerra y predicando la esperanza. León XIV lo sigue. Últimamente, en la denuncia ante la nueva amenaza que se cierne de la intervención de EE.UU.
Quizás, Dios lo sabe, detrás de cada sangre derramada se oculta una nueva redención.
Pero ahora mismo solo me sale del alma un grito de rabia cuando veo a los líderes de la guerra con las fauces sedientas de venganza, disponiendo del dolor del mundo, como el grito del poeta Valentín de Miguel:
LOS PERROS DE LA GUERRA
Ladran los perros
Y perturban la paz que me rodea.
Ladran los perros e impiden que escuche
Los pasos de mi caballo.
Ladran los perros,
Ladran,
Ladran.
Ladran los perros a lo lejos.
Mientras, continúo en calma mi paseo.
Los ladridos se alejan hasta extinguirse.
Poco a poco vuelvo a escuchar
El sonido de los cascos contra el suelo.
Pero escucho otros ladridos más terribles:
Son los perros de la guerra los que ladran
Truenos de guerra en la Tierra
Que con horror me desgarran.
Los perros de la guerra aterran.
Los perros de la guerra matan,
Hacen estremecer mi tranquilidad,
La tuya,
La nuestra.
Los perros de la guerra odian.
Los perros de la guerra no son perros,
Sólo son ratas.
Los perros ladran
Y los perros de la guerra ladran.
Todos los perros ladran amenazantes.
Todos los perros.
Pero los perros defienden su territorio.
Los perros de la guerra no defienden,
Solo abrasan,
Arruinan,
Arrasan.
Los perros aman al amo.
Los perros de la guerra a su amo temen.
Un amo ama a su perro.
Los amos de los perros de la guerra nunca aman:
Ordenan,
Ejecutan
Y matan.
Yo sigo oyendo a los perros de la guerra.
Esos no callan, gritan rencor.
Solo abrasan,
Arruinan,
Arrasan.
Y yo galopo huyendo de sus voces de guerra
Pero es inútil porque ladran,
Ladran,
Ladran,
Ladran.
Y por más que corro, sus ladridos me alcanzan.
Malditas aterradoras ratas,
Malditas ratas que con sus errores
Entierran mujeres y hombres,
Arrastran la muerte
Y nuestros corazones rasgan.
Valentín de Miguel