y atrapar del silencio cabriolas.
Pude besar en esta noche pura
la lumbre que me quema y que perdura
y hallarte vivo entre las cacerolas.
Pude abrazarte ahora enteramente.
Pero, al verme atrapado por la vida
preferí no remar contracorriente;
no quise despertar del largo sueño,
por no sentir el fuego de mi herida
donde anidas, Amor, y eres mi Dueño.
Pedro Miguel Lamet