Para gestionar los deseos Cómo no pesarte ti mismo

Cómo no pesarte ti mismo
Cómo no pesarte ti mismo

Detrás de cada deseo sólo hay ansia de la plenitud que ya soy en realidad, pero no reconozco ser.

Fulanito de tal y cual se cree separado

Hasta que de pronto cualquier día te das cuenta de que el dueño eres tú

Nos llevamos con nosotros el saco de los deseos a la calle, al monasterio o a las antípodas de nuestro planeta. Por eso el camino no es escapar, sino flotar en la superficie de los deseos. Muchas veces la renuncia ascética origina más deseos, los convierte en asignatura pendiente

Vivir sin apego es vivir con todo y sin nada

PARCELAS DE LA PLENITUD
El millonario que pretende hacerse con una multinacional y el vagabundo que suspira por una triste botella de vino buscan lo mismo. Detrás de cada deseo sólo hay ansia de la plenitud que ya soy en realidad, pero no reconozco ser.
Escribe en un papel tu nombre completo y debajo tu firma. Luego, traza un círculo a su derredor. Ese cerco y esa identidad que nos parecen tan importantes son las que nos separan de la plenitud que fluye a nuestro derredor. Fulanito de tal y cual se cree separado; y cuando desea una casa, un coche, un paquete de acciones, un puesto político, un renombre público, un éxito amoroso, un premio o lo que llamamos felicidad, lo que quiere alcanzar mediante concreciones externas es la plenitud que ya es, a la que estuvo desde siempre conectado.
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EL PINTOR ERES TÚ
El error está en maldecir las cosas y la situaciones porque nos crean apegos. Mi marido me dejó. Maldito dinero. Fulano me odia. El jefe no me deja levantar cabeza. Ella me lo quitó todo... Las cosas en sí mismas son indiferentes. Somos nosotros los que las damos poder de hacernos felices o desgraciados.
Hasta que de pronto cualquier día te das cuenta de que el dueño eres tú. Tú el pintor que colorea los objetos y situaciones. Si el color es tuyo, ¿por qué te angustias por el lienzo?
Podrías pintar cuadros inolvidables incluso en el aire.
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CON TODO Y SIN NADA
Algunos creyeron que la mejor forma de desapegarse era huir. Simeón el Estilita escogió una columna en el desierto para alejarse del mundo. Pero la cueva y el desierto no privaron a San Antonio de las tentaciones, inmortalizadas en miles de cuadros (Que por otra parte facilitaron a los pintores la posibilidad de incluir en cuadros de santos “chicas estupendas” y escenas eróticas ”prohibidas” al arte sacro).
Nos llevamos con nosotros el saco de los deseos a la calle, al monasterio o a las antípodas de nuestro planeta. Por eso el camino no es escapar, sino flotar en la superficie de los deseos. Muchas veces la renuncia ascética origina más deseos, los convierte en asignatura pendiente.
Y el teóricamente santo se convierte en una persona con genio inaguantable o la intachable virgen en histérica a flor de piel.
El día en que te aceptes con tus deseos, sin pretender responder al “superego” creado por la educación, la cultura, tu “personaje”, ese día habrás dado el primer paso. Vivir sin apego es vivir con todo y sin nada, como de viaje por las cosas, mirando su transparencia, su sabor a más, su índole de trasunto, su perfume efímero, su canto de patria lejana que llama a seguir el camino, sin asir nada definitivamente.
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TÚ SOLO LO PREFERÍAS
Hay dos extremos rechazables en este andar por el camino: quedarse en un lugar del viaje como si fuera el definitivo o ir con los ojos cerrados obsesionado con el país de llegada. En otras palabras, vivir lo relativo como absoluto o rechazar este mundo espacio-temporal.
Por otra parte ¿cómo aniquilar los deseos que son facetas tan apetecibles de la vida? ¿Valdría la pena vivir sin pasión, sin risas ni lágrimas? ¿No vale la pena incluso sufrir y hasta el desengaño, después de haber gozado y tocado con la punta de los dedos la gran ilusión?
A mi me ayuda para nadar en aguas medias cambiar las adiciones por preferencias. Sueñas con tener un piso de tales características. Bien, pones los medios para conseguirlo y dentro de ti, prefieres esa posesión a no tenerla. Pero si la vida o las circunstancias no te lo permiten (Raro sería si lo deseas desde la libertad y la mente positiva que no lo consiguieras), entonces te quedas bien, porque tú eres mucho más que tu piso. Y tú sólo lo preferías. Además sabes que vendrán muchas más cosas porque el chorro de la vida es inagotable.
Vivir sin apego es vivir con todo y sin nada.
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