Dos Iglesias que conviven ¿Qué queda en la Iglesia para seguir creyendo?

¿Qué queda en la Iglesia para seguir creyendo?
¿Qué queda en la Iglesia para seguir creyendo?

 A lo largo de su historia siempre ha habido dos corrientes que se confunden: la fenoménica de los seres humanos que viven en su superficie, sus cargos, su poder, su lado más mundano, y la carismática, menos visible, guiada por el Espíritu, que también sigue ahí

Yo creo que Jesús vive en esta Iglesia, con sus defectos y no solo en ella, y que sigue siendo mediadora para el que sabe mirar más allá de sus miserias o apariencia.

A veces, durante la acción de gracias de la misa cotidiana, después de leer los periódicos y en particular la información en torno a la Iglesia, me pregunto qué nos queda para seguir creyendo en ella.

El bombardeo de noticias negativas sobre la institución: pederastia, críticas al papa, partidos políticos ultracatólicos que la manipulan, medios que difunden solo su cara más oscura, clero que vuelve a servirse de la letra que mata y no del Espíritu que da vida, rechazo a los que pretenden que avance en el diálogo con el mundo y la encarnación en los más pequeños… 

¿Qué me queda en la Iglesia para seguir creyendo?

 A lo largo de su historia siempre ha habido dos corrientes que se confunden: la fenoménica de los seres humanos que viven en su superficie, sus cargos, su poder, su lado más mundano, y la carismática, menos visible, guiada por el Espíritu, que también sigue ahí.

 Siempre hubo miembros indignos, como los papas del Renacimiento, a veces corrompidos por el dinero, la ambición, el mando, junto a un rigorismo para los demás carente de misericordia. Más centrados en las formas que en el fondo. Pero siempre también hombres y mujeres, que, como violetas escondidas, emanaban un perfume a unión, armonía, amor, libertad y compromiso que solo con sensibilidad evangélica algunos saben percibir.

 ¿Por qué sigo creyendo en la Iglesia?

 -Por todos los que nunca salen en los titulares de los periódicos y están ahí emitiendo vibraciones de paz, alegría, fe y esperanza; porque, quizás desde una sillita de pueblo o una desvencijada iglesia en tierras de misión, demuestran que Dios existe.

 -Por los que desde el silencio oran, en la calle o en un monasterio, y son como baterías energéticas en nuestro mundo de la unidad de todo y el sentido más secreto de la vida.

 -Por los que dan de comer al hambriento, visitan las cárceles, visten al desnudo, luchan por evitar las guerras, las abisales diferencias entre los países pobres y ricos, todas las injusticias con las mujeres, los emigrantes, los exiliados, disminuidos, distintos y excluidos de la sociedad.

 -Por aquellos obispos que  intentan hacerlo lo mejor que pueden y a veces son incomprendidos solo por el hecho de ser obispos.

 -Por los santos, que andan entre nosotros, sufren a solas y dan sin recibir, y que en esta sociedad no cuentan, pero han vivido siempre entre nosotros y siguen ahí, dándonos ejemplo y ánimo desde la oscuridad. 

-Por los sacramentos. Porque yo creo en el “ex opere operato”. Que, aunque no esté muy preparado para recibirlos, son medicinas que me curan y elevan a Dios. 

-Por los que tienen un alma suficientemente ancha y tolerante para abrazar a los que no piensan como ellos y creen no en la Iglesia-castillo inexpugnable,  sino en la Iglesia plaza-de-pueblo donde caben todos.

-Por los que sin creer o declarándose agnósticos y hasta ateos de buena voluntad, viven los valores evangélicos y salen de sí mismos para ayudar a los otros, aunque incluso se metan con la Iglesia, pues a veces tienen razón. 

-Por los que han adquirido una conciencia cósmica y, conscientes de que nadie tiene toda la verdad, son suficientemente humildes para percibir el “cachito” de verdad que todo el mundo tiene. 

Yo creo que Jesús vive en esta Iglesia, con sus defectos y no solo en ella, y que sigue siendo mediadora para el que sabe mirar más allá de sus miserias o apariencia. 

Y que el mejor testimonio de su presencia y valor salvífico está no en lo que uno “dice”, sino en lo que uno “es”.

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